Pearl: el nacimiento de una asesina en serie

A través de los años, el ver trabajar a Ti West nunca se tornó en algo aburrido. En la actualidad, puede ser uno de esos pocos creadores pacientes y efectivos cuando de terror hablamos. Tiene el don de cronometrar meticulosamente el ritmo de todas sus películas, contando con larguísimas introducciones y desarrollos que funcionan como filtros al espectador para ver hasta qué punto soporta el suspenso, para luego golpearte con un clímax aceleradísimo, violento y que finiquita sus películas sin que te pueda dar chance de procesar lo que ves. Por lo general, durante una hora, West te puede estar mareando sobre qué camino tomará en sus respectivas historias, confundiéndote adrede… hasta que su tramo final te lleva hacia una montaña rusa del terror. Esa es la regla imprescindible en casi todas sus películas.
Después de que se desapareciera de la faz de tierra un tiempo, este año agarró a todos de imprevisto con X, un jugoso (y carnoso) slasher con todas sus letras, que le permitió a West modernizar los tropos del género para acoplarlos a su particular estilo. El resultado, de forma individual, fue un comeback más que exitoso de su parte, donde aplica nuevos trucos aprendidos en su descanso (¡las transiciones encadenadas a la Nicolas Roeg!, ¡las split screens o los split diopters circa Brian De Palma!) y reorganiza los clichés gracias a su fetiche por el montaje para hacer una orquesta de tensión, muertes y sexo como de las películas de antes. Aunque la verdadera sorpresa era que X sería la primera parte de una trilogía.

Pearl, al ser una segunda parte y estar creada a partir del rodaje de su antecesora, tenía todas las de salir perdiendo. Pero no podía estar más equivocado. Esta película es un viaje del villano repleto de desesperanza, de deseos reprimidos, de sueños quebrados y de aspiraciones imposibles de principio a fin. No hay ases bajo la manga ni plot twists qué adivinar. Estamos frente a un estudio de personaje hecho y derecho. Empeñado en adentrarse hasta las entrañas de Pearl para ver el lento descarrilamiento de su mente por completo inestable, Ti West introduce la idea de la represión (emocional y sexual) como un monstruo que hay que saciar a toda costa para no perder el control, algo que en X veíamos en sus momentos finales, pero aquí lo vemos crecer.
Por ende, esta precuela opta por tener un enfoque menos efectista en lo corporal, pero más visceral en lo psicológico. No hay respiro. De hecho, la semilla del mal, según Pearl, reside en esa frustración emocional. La madre de Pearl se rehúsa a que su hija cometa los mismos errores que ella, al igual que su propia madre con ella. Un ciclo de relaciones abusivas y sometimientos que tiene una explosión con la protagonista. Ese pequeño insight no hace más que retroalimentar la faceta futura que ya vimos de Pearl en X, pero también es el detonante para que el personaje decida liberarse retorcidamente de un entorno abrumador e inmisericorde. Toda esta vorágine de la pérdida de la cordura está envuelta en la paranoia pandémica de la gripe española, tratado por West como el equivalente decadente al angelical camino amarillo de El Mago de Oz. Transforma a Pearl en un cuento de hadas sobre una princesa que quiere ver a todos sufrir el rechazo, la ansiedad y la ira que tiene acumulada. En vez de cantar con animalitos, los descuartiza; su príncipe azul, yace empalado en una colorida granja.

Por otro lado, debo decir que siempre me han gustado esos casos puntuales en los que los actores escriben sus propios personajes, ese gesto creativo en esta película es un regalo para que Mia Goth se coma la pantalla a cada minuto y, a su vez, para construir una trágica e insana protagonista que va directa a los anales del género. West se da la oportunidad de encerrar la abrasiva interpretación de Goth en pequeños (grandes) monólogos que le dan rienda suelta a ella para expresar sus dolores. Verla se vuelve parecido a presenciar una sonrisa forzadamente estirada; incomoda e intimida mucho la cantidad de emociones que encapsula en su rostro.
A pesar de todo lo bueno que he dicho de la película, tengo que decir que su argumento y sus propuestas ya se han visto en otros lugares. No creo que particularmente innove en nada o arriesgue mucho, pero juega demasiado bien con lo que tiene. En ese sentido, siento que su antecesora (¿o sucesora?) es más jugosa en lo que propone con sus ideas. Sin embargo, supongo que eso cae en lo diferente que son los géneros que abordan ambas películas.

Porque no estoy de acuerdo con catalogarla como terror, esto es un drama tristísimo y aterrador del carajo. Pearl, al igual que su protagonista, es una película que anda por todos lados, pasa por muchas emociones y te descarga su violencia cuando menos te lo esperás. Ti West en estado puro, solo que su enfoque está de una manera más sobria y con una satisfactoria ambición por crear la historia de origen definitiva sobre un villano.
Hermosa imitación del technicolor que se hace obligatoria para presenciar la inmortalización de Mia Goth por medio del celuloide en un suceso irrepetible. Tras el arrebato de expresividad e intensidad psicótica, ella es quien nos despide de este asfiXiante y pintoresco nacimiento de una asesina en serie.
Nos vemos el año que viene en MaXXXine.