Reseña: Ana, primera temporada

Ana de la Reguera quizás no es un nombre que resuene fácilmente en Argentina. Pero la actriz mexicana ha sido la cara visible de una emblemática telenovela latinoamericana en los años noventa, que ha quedado grabada en la mente de cada espectador. Hoy dirige, guiona y protagoniza una serie en una de las principales plataformas, que lo que tiene de autobiográfica, lo tiene de crítica.
Una comedia burda que cuenta la vida de una actriz que ha conocido el éxito pero que hoy tiene que asumir que ha pasado de moda.
Ana –la protagonista– actuó en una telenovela que la llevó a la fama para siempre. Veinte años atrás. Ahora está por cumplir cuarenta años y sus posibilidades profesionales tironean entre el comercial de un yogur digestivo y el rol de Morticia en una nueva versión de Los Locos Adams en Hollywood, lo que podría significar su regreso al podio.

Criada por una madre obsesionada con los estándares de belleza y los mandatos, Ana tiende a categorizarlo todo bajo una ley primera: Hay dos tipos de personas, las que cagan bien y las que cagan mal. Gracias al recurso permanente de su voz en off que nos permite vivir cada capítulo como si estuviéramos en su cabeza, vamos analizando y etiquetando a cada persona con la que se cruza.
Su madre le sentenció que los hombres se dividen en “chic”: para los sofisticados, extravagantes, viajeros, artistas; “check”: los que pueden asegurar determinados lujos o una estabilidad económica, y “chock”: para aquellos que generan ese no sé qué inexplicable, la aceleración de los latidos, y una fuerte atracción sexual. Pero no le advirtió que todo junto no es tan fácil, y que de pronto pueden coincidir las tres en tiempo y espacio. Ah, y que cualquiera de ellas, puede ser una mujer. Esto da como resultado que Ana mantenga muchas relaciones a la vez con diferentes personajes a los que les da un tic o una cruz por categoría.
Dentro de las enseñanzas que nos dejan las vivencias torpes y erráticas de Ana, están sus vínculos, no los de chic-check-chock, sino los que conserva sin pretensiones y sin etiquetas y a quienes prefiere y la prefieren a ella más allá de las apariencias; su madre y su hermana.

En esta primera temporada aparecen en su vida dos nuevas personas que se suman a esta lista, en medio de su lucha por conseguir el rol de Morticia, y la harán aprender a los tumbos; la nueva joven actriz del momento, además influencer, fanática de Ana por herencia o por genética, y Papasito, quien no termina de encajar en ninguna casilla pero con quien comenzará una entrañable amistad.
Spoiler alert: la segunda temporada empieza con la voz en off de Ana diciendo que el sueño de Hollywood le vale verga y Papasito es pero no es Papasito.
Todos los estereotipos están puestos a favor de la burla y la comedia. De lo absurdas que son la vida, la fama y la carrera actoral. Bajo un manto feminista al que lo gracioso no le quita lo verdadero. Es una sátira atrevida pero acertada que nos recuerda cuán importante es reírse de una misma.
La autora-protagonista confiesa que la serie está inspirada en su experiencia y dice: “Esto es lo más difícil que he hecho en mi vida”, en una entrevista para la revista People. “Envejecer no es para cobardes”, dijo Bette Davis. Ana es un personaje que pisa los cuarenta. Sin hijos. Sin una carrera prometedora. Sin pareja estable. Pero con bonanza y humor, las mejores armas que tenemos para ser valientes y afrontar una de nuestras peores maldiciones: el paso del tiempo.