Napoleón: tapado por el árbol

Hay directores que siempre generan expectativas. Puede ser un documental sobre la germinación de un hongo en una miga de pan en tiempo real, pero si me dicen que está dirigido Martin Scorsese, Guillermo Del Toro, Robert Eggers o Ridley Scott, me como las horas que sean necesarias para ver qué carajos pasa con ese hongo. Y precisamente, este fue el caso de Napoleón, la última obra de Sir Ridley Scott.

Las primeras imágenes y los tráileres prometían algo majestuoso para la pantalla, una epopeya gloriosa del cine, centrada en un personaje tan complejo y sobre el que existen más de 2500 libros que narran su historia. Amado, odiado, emperador o tirano. El debate sigue abierto después de dos siglos.

Napoleón y Ridley, ¿nada podía fallar, ¿no? El runrún de las redes sociales fue llegando a mí, los comentarios de conocidxs me alertaron de muchas cosas: “no vale la pena”, “soporífera”, “aburridísima”, o el fulminante “meh”.

Pero, no importa. Había que vivir la experiencia y transmitirla desde la objetividad que amerita Ridley Scott, si esos comentarios estaban en lo cierto o eran exabruptos desmedidos.

Una producción ambiciosa a la altura del personaje

La película narra el rápido e imparable ascenso de Napoleón Bonaparte (Joaquin Phoenix), desde oficial del Ejército a emperador de Francia hasta su final en la batalla de Waterloo. La historia se ve a través de la relación adictiva, volátil y tóxica que mantuvo con su único y verdadero amor, Josefina (Vanessa Kirby).

Hablar de que la producción fue el punto fuerte es decir una obviedad, por algo las tres nominaciones a los Óscar 2024 fueron en mejor diseño de producción, mejor vestuario y mejores efectos visuales.

Y esto queda claro con la recreación histórica de las ciudades de París y Moscú de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Claramente no soy historiador, ni siquiera puse un pie en Europa, pero sorprende el nivel de detalle de los edificios, los interiores, los palacios, las calles empedradas, el armamento, las vestimentas, los peinados y las joyas. La fotografía de Dariusz Wolski captura la grandeza de la época y los paisajes con maestría, a través de fotogramas que parecen postales. Si el cine es ilusión, funciona a la perfección porque unx cree por completo que así se veía y vivía en aquellos años.

Otro punto fuerte está en la recreación de las batallas. Para los amantes de lo épico y el realismo, las escenas de enfrentamientos bélicos pagan por sí solas la entrada del cine, o en este caso, al no estar más en salas, la suscripción a Apple TV.

Desde la toma en el sitio de Toulon en 1793; pasando por la batalla de Austerlitz en 1805, considerada una obra maestra de la capacidad de táctica y de mando del francés; y, finalmente, el enfrentamiento de Waterloo, quizás el más renombrado por lo que significó, cada empresa militar que se muestra en el film representa puntos clave de la historia de Napoleón. En particular, lo más destacado del film son los pasajes de las campañas de la Revolución francesa, cuando el protagonista era un oficial en ascenso; y las llamadas Guerras Napoleónicas,cuando se apoderó del trono de Francia.

En este aspecto vale nombrar el enorme trabajo de Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby, protagonistas de la historia de amor del relato. Ambos realizan una performance completa y logran transmitir lo complejo que resultó esa relación, con sus idas y vueltas, y la violencia psicológica y tóxica en todos sus sentidos. Pero, no es solo el trabajo en conjunto lo que los destaca, sino también el que realizan de manera individual. Phoenix logra mostrarnos ese otro lado del todo poderoso estratega francés, entregado y sometido al amor, y que lo vuelve vulnerable y más humano. Kirby, por su lado, entrega una interpretación de Josefina de Beauharnais excelsa, presentando una mujer aplastada por el poder, resignada en la satisfacción sexual por amor y por el estatus obtenido en la alta sociedad. Representa a la única persona que podía enfrentar al hombre más poderoso del mundo en el apogeo de su dominio.

Todos estos puntos crearon un árbol frondoso por el que hay que transitar para conectar con la historia de fondo.

El árbol tapó el bosque

Más allá de los accesorios y detalles del diseño de producción que logran una inmersión en la época, los momentos épicos de las batallas y la emoción visual que puede lograr un maestro como Ridley Scott, la película se desploma en lo más importante que debe tener: el relato.

El guion de David Scarpa se centra en el ascenso al poder de Napoleón y su relación con Josefina, sin embargo, en uno y otro aspecto queda la sensación de una frialdad e indiferencia que descoloca al espectador, llegando incluso a momentos de aburrimiento.

La narración comienza con Napoleón que presencia la decapitación de la reina María Antonieta en 1793. No voy a caer en si sucedió o no de esa forma, pero lo importante es que desde ese momento en adelante comienzan ciertos saltos en el tiempo un tanto imprecisos, que desorientan bastante. Por un momento, el film parecía ser una carrera frenética de ascenso al poder del protagonista, al tiempo que se muestra la relación con Josefina, pero ese pivote entre trama y subtrama comienza de a poco a dejar varios huecos y cabos sueltos que se podrían haber llenado para darle más profundidad a cada arista.

Por ejemplo, las campañas de conquista a Italia y Egipto se simplifican en pocos fotogramas, mientras en off Napoleón recita cartas a su amada. A su vez, se obvia por completo la historia de José Bonaparte, hermano de Napoleón y monarca de España durante aquellos años, en una conquista que fue más que relevante para analizar el historial bélico de Napoleón. En definitiva, el film no permite lograr una verdadera dimensión de lo que significó este personaje en la Europa de principios del siglo XIX.

Aunque se destaca el trabajo de Phoenix y Kirby, se nota la ausencia de cierta complejidad en sus personajes que no logra desarrollarse en el relato. En dos escenas hay un indicio de la influencia materna sobre Napoleón, pero queda en eso y no se enuncia más. Hubiese sido interesante explotar esas relaciones y cómo influyeron sobre la personalidad y comportamiento del personaje.

Conclusión

Napoleón de Ridley Scott es un despliegue visual majestuoso, gracias a los efectos, el diseño de producción, maquillaje, vestuario, grandes actuaciones y la mano de obra del director británico, que logra crear un gran árbol frondoso que, cuando se mira en detalle, nos tapa el bosque de un relato que se pierde en situaciones y momentos claves, que no profundizan en el desarrollo de personajes e historia.

Por supuesto, sigue siendo una de Ridley y merece ser vista. Quizás, no lo digo de manera irónica, con la versión extendida de 4 o 5 horas que saldrá en exclusivo por Apple veamos algo totalmente diferente y estemos ante una obra maestra que no fue comprendida en su momento. Vaya uno a saber.