PERFECT BLUE: La fragilidad de la propia identidad

Perfect Blue es la primera película de animación dirigida por Satoshi Kon, basada en la novela homónima de Yoshikazu Takeuchi. Fue estrenada en 1997, por lo que, en el marco de su aniversario 25, me interesa plantear los temas más relevantes que aborda y el modo en que estos siguen siendo capaces de interpelarnos hasta el día de hoy.
La película comienza cuando Mima Kirigoe, una ídolo pop de solo 21 años, decide dejar su carrera musical para abocarse de lleno a la actuación. Pero, al ser una desconocida en este rubro, no cuenta con demasiadas oportunidades. En principio, vemos que participa en una serie de tv en la qu solo le dan unas pocas líneas. A pesar de que su trabajo es mínimo, le genera muchísima ansiedad no estar a la altura de la actriz principal, a quien admira mucho. A la vez, es conocida como cantante, por lo que de forma inevitable cuenta con algunos fanáticos que no aprueban su decisión de cambiar el rumbo de su carrera. El conflicto interno del personaje radica entonces en si ella también duda o no de esta transformación.

En el afán de confirmar su decisión y de no defraudar a quienes la apoyan, Mima, acepta participar en una escena controversial en la serie, lo cual va a determinar un antes y un después, no solo en su vida profesional, sino también en la configuración de su identidad previamente debilitada. A partir de este momento, el límite entre la realidad y el imaginario perturbado de Mima se esfuma y comenzamos a experimentar una narración ambigua sobre la pérdida de identidad y su necesaria reconfiguración.
Durante la película, se pone en escena entonces la crisis identitaria que sufre la protagonista, quien experimenta un proceso de desdoblamiento a partir del que deberá enfrentarse con aquella parte de sí misma que aún anhela, pero que ya no es. Mima se encuentra en el medio de entre “quién era” y “quién quiere ser”, desde este escenario tendrá que reconfigurar su identidad fragmentada.
Además, también vemos que existe un punto de identificación muy fuerte de dos personajes con el de Mima, y las consecuencias que esto conlleva. Es necesario señalar que, durante los diferentes procesos de construcción identitario que experimentamos a lo largo de la vida, desde la adolescencia hasta la adultez, las personas buscamos referentes, ya que es imposible ser uno mismo sin apoyarse en otros. Estos modelos identificatorios puede que sean grupos de pares, familiares, ídolos, etc., el problema radica en tomar a alguien como referencia absoluta perdiendo la propia esencia, perdiendo la posibilidad de adaptar aquello que nos sirve de dicho referente a nuestra configuración previa.

Por otro lado, la película también deja planteados los nocivos efectos del fanatismo. Así, vemos como una incipiente internet, que nadie está seguro aun de qué es ni de cómo funciona, pone a Mima en un estado de alerta al notar que alguien está siguiendo sus pasos. Esta línea argumental de Perfect Blue puede vincularse con el nivel de identificación que mencionaba antes que sienten algunas personas con los artistas, que, en un extremo (no tan ajeno a la realidad) les lleva a exigirles que sean lo que ellos quieren, tanto profesional como ideológicamente, como si fueran sus dueños.
Creo que sería interesante pensar en una reinterpretación de estas cuestiones desde la actualidad y el modo en que evolucionó el internet. En cómo pasamos de ser espectadores y consumidores a ser quienes nos exponemos, y lo vulnerable que somos en un medio tan efímero en el que no tenemos control sobre lo que sucede con aquello que decidimos compartir de nosotros. La paranoia que despierta en Mima que alguien se haya apropiado de su imagen para dar cuenta de su vida sin su conocimiento es más que comprensible, ya que ha perdido el control sobre una parte de sí misma, no solo en su vida real sino ahora también, en la virtual.
Con respecto al su tan comentado final, considero que establece que toda la película fue una experiencia y , como tal, no es necesario que alguien nos explique punto por punto qué fue lo que pasó en cada acto, porque no es tan importante. Me parece muy valioso ser capaz de quedarse con la duda de los hechos en algunos casos, lo que hace que al ingresar a un futuro revisionado contemos con más herramientas que nos permitirán sacar nuestras propias conclusiones.

En definitiva, Perfect Blue es el clásico que conocemos y que se revaloriza más con cada visionado. Cobrando nuevas relecturas con el paso del tiempo, y permitiendo cuestionarnos, entre otras cosas, qué tan seguros estamos con nuestra vida y si esta se corresponde con lo que esperábamos de ella. ¿Somos quién queremos ser?, ¿hacemos lo necesario para eso? Siguiendo la línea que establecen estas preguntas, se nos plantea entonces que la identidad no se configura en nuestra cabeza, en nuestro imaginario, sino en lo que hacemos.
En conclusión, la identidad es una decisión, es decir, una articulación entre nuestra personalidad y nuestras acciones. Se construye con el tiempo. Todo lo que fuimos e hicimos a lo largo de nuestra vida constituye lo que somos ahora, nos formó y sigue siendo parte de nosotros. Lo que podemos hacer es resignificar estas experiencias a nuestro favor. En un momento de crisis identitaria es posible que anhelemos algo de lo que ya no somos, pero la película nos muestra que es importante poder recuperar parte de eso y resignificarlo en relación a nuestro presente.