Ozark: el principio del fin

Uno de los caballos de batalla más fuertes de Netflix llega a su fin. Y es que en los últimos días de abril se estrena la última y más esperada parte de la serie que protagoniza Marty Byrde (Jason Bateman), un contador que tiene que lavar (mucha, pero mucha) plata para el cartel de Navarro, un narcotraficante mejicano.
La primera parte de la temporada final de Ozark no se guardó nada. 7 episodios de poco más de una hora cada uno que parecen no haber alcanzado para saber qué va a pasar con los Byrde y su juego amoroso a doble punta con el FBI y los narcos.
Ojo: es muy difícil estar en la situación de Marty Byrde, o evadís al fisco y seguís con vida, o denunciás al cartel y no dormís nunca más tranquilo. El empresario yanqui parece no tenerlo muy bien decidido, al menos, en esta primera etapa de la parte final, además de lidiar con los conflictos familiares internos, porque luchar con hijos adolescentes es todo un tema.

Pero Marty es esa suerte de padre con paciencia de oro que tiene espalda para soportar todo tipo de cosas, incluso los berretines de su mujer: Wendy Byrde (Laura Linney), una animal política, que quiere meterse en esa rosca para tener algo de inmunidad. Y es gracias a la mujer de Marty y sus firmes convicciones a la hora de tomar decisiones que termina salvando el día cuando se le queman los papeles.
En la primera parte de la última temporada de Ozark, vimos que hubo un acercamiento por parte de Marty para recomponer los lazos con su mano derecha: la joven Ruth (Julia Garner), una pueblerina que conoce y entiende cada rincón de la laguna pero que por temas familiares se vio en la obligación de aliarse con un viejo rival de los Byrde, los productores de amapolas.
Haciendo un poco de futurología me atrevo a decir que en la última parte, Marty y Ruth tendrán que recomponer su situación, saldar las deudas del pasado y volver al ruedo porque por separados no sirven. Son los perfectos complementarios, por ende, no puede terminar mal esa sociedad, al menos, es lo que no quiero.

Volviendo al menor de los Byrde, el joven Jonah (Skylar Gaertner), un pichón de lavador de billetes, promesa de evasor de fiscos, está en una suerte de edad del pavo con delirios de grandeza, en la que quiere armar su propia empresa de lavado de dinero. Ya que no soporta, al igual que Ruth, la drástica decisión que tomó su madre en relación con el insano de su tío, un referente para los más jóvenes del clan.
Faltan menos de 30 días para ver cómo terminará una de las series más influyentes de todos los tiempos, que a priori no le veo un final positivo para la familia evasora, pero en la industria cultural yanqui todo es posible y todo puede pasar. Mientras tanto y en contraposición a Marty Byrde, prefiero vivir con lo justo y dormir con la cabeza tranquila todas las noches.