Kursk, la sorpresa de Vintenberg

El 12 de agosto de 2000 el submarino K141 KURSK es el primero en hacer ejercicios navales con armamento pesado para Rusia después de 10 largos años por el mar de Barents. Una explosión produce el naufragio lentamente ante la frialdad e inoperancia del aparato ruso y la soberbia y orgullo para aceptar ayuda internacional.

Sí, conté el final. Pero es sabido, desde un inicio. Ese es el hecho sobre el que gira la película de Thomas Vintenberg: Kursk, film que se mueve en tres ejes. El primero, lo que ocurre con los 118 pasajeros dentro del submarino. El segundo, la angustia de las familias en tierra firma. Y el tercero, el drama burocrático y político.

El primero está bien llevado con Matthias Schoenaerts en el papel de Mikhail Averin. El sostén de los marinos. La utilización de planos y la paleta de colores funcionan como sofocantes y transmiten la desolación del momento. Si bien Vintenberg viene del dogma y un cine mucho más independiente, no pierde efectismo al estar frente a su, quizás, película más comercial. Destacan mucho los diálogos, entre lo crudo y la frialdad nórdica. Conversaciones que definen a los personajes, y planos secuencias largos y momentos de extrema calma que combinados aumentan el dramatismo y la claustrofobia de los marinos.

El segundo eje lo encabeza Lea Seydoux como la esposa de Averin. La tensión emocional y la incertidumbre por no saber qué pasa con sus familiares se muestran y condensan en la figura de la francesa. Desde un inicio saben que el Kursk sufrió un accidente, pero las autoridades no informan como corresponde si hay sobrevivientes o si están haciendo esfuerzos para rescatarlos. Incertidumbre que lxs llevará a enfrentar al poder militar y político, con un careo frente a la cúpula militar muy bien filmado e interpretado por lo que logra transmitir.

El tercer eje, con Colin Firth como el capitán inglés David Russell que quiere ayudar a salvar al Kursk en contraposición al gran Max von Sydow, el orgulloso coronel Vladimir Petrenko que no acepta la ayuda porque Rusia es una potencia y no quiere mostrarse débil. Este eje es el que impregna el thriller político-militar, retrotrayéndonos a la Cortina de Hierro y el hermetismo en pleno nuevo siglo. La desidia al hacer las pruebas sin una boya funcionando…, de hecho, la explosión fue tan grande que la detectó un sismógrafo en Alaska. Primero fue detectada por extranjeros antes que por los propios rusos, quienes querían mantener el accidente en silencio para no dañar la imagen del aparato “perfecto y sin errores” de la Gran Rusia, que falla al no reaccionar a tiempo en el rescate (tardaron 16 horas en armar una misión de rescate) y en negarse en aceptar la ayuda de Russell. La tensión en el tire y afloje entre aceptar la ayuda, rechazar la ayuda, no informar a las familias, mentir a los marinos dentro del submarino hace un film sumamente entretenido y atrapante.

Puede parecer una película clásica de canal de aire cuando los canales de aire nos daban pelis de acción a la hora de la siesta, y es de esas películas en las que una vez que te enganchás, no la dejás hasta el final.