Woman at War: la lucha por el cambio climático

Praderas verdes, mesetas, y un cielo celeste lleno de nubes perfectamente blancas.
Se escucha un redoblante de tambores que nos pone en alerta de que algo va a suceder, como si un ejército fuera a aparecer en pantalla, pero no, vemos en detalle un arco y una flecha que vuela hacia un tendero eléctrico, y una mujer solitaria siguiendo con la mirada la trayectoria de esta que queda pequeña ante ese imponente paisaje que se presenta a su alrededor.
Una imagen nos trae a la mente una mezcla de Don Quijote peleando contra los molinos de viento y un Robin Hood moderno con la fuerza de ancestros nórdicos.
Woman at War es una comedia dramática, escrita y dirigida por Benedikt Erlingsson, con una coproducción de Islandia, Ucrania y Francia. Estrenada en 2018 en el festival de Cannes durante la Semana Internacional de la Crítica, y posteriormente en el circuito independiente en nuestro país, ahora se podrá ver nuevamente por la plataforma online de PCI (Puentes de Cine) en Argentina.

Halla (Halldóra Geirharðsdóttir) es una directora de coro que vive sola en un pueblo de Islandia. Pero a pesar de su apariencia también es una activista ecológica que decide llevar su lucha contra la industria de aluminio que se instaló en el país. Así, armada con su arco y flecha, desata una lucha solitaria saboteando torres de electricidad. Pero un día llega una carta de la oficina de adopciones que revela que después de cuatro años fue aceptada su solicitud.
Así, las luchas de Halla se volverán internas, entre lo que desea personalmente como el hecho de ser madre y lo que es más bien un bien común, salvar a Islandia de la contaminación. Entre los personajes que la acompañan está su hermana Asa, interpretada por la misma actriz, una profesora de yoga que lleva una vida diferente a Halla y que se deja llevar por lo excéntrico de la meditación. Y un supuesto primo de las praderas, que entiende que la causa por la que lucha Halla está más allá del parentesco sanguíneo.
Con un humor cuasi negro, Erlingsson va transformando la película en una tragedia, para dejarnos un golpe bajo en una libre reflexión sobre el futuro que estamos creando. Porque pareciera que el humano solo entiende cuando ya es demasiado tarde. La fotografía hace resaltar esos colores naturales, así como también los planos abiertos que nos muestran todo lo que tienen para ofrecer estas tierras, marcando un contraste luego con Ucrania y su situación ambiental.

El director crea un código único en que la música juega un rol singular no solo marcando el tempo de la película, sino que refleja la voz interna de Halla. Por un lado, un trío de tuba, acordeón y batería representan ese fuego interno de lucha, su lado guerrero, su lado vikingo, y por otro, ese canto, ese llamado mostrado también por un trío de cantantes que tiene una vestimenta típica ucraniana. En un ir y venir de sonidos, muchas veces serán más que suficientes para mostrar lo que pasa en la mente de Halla. ¿Debería seguir los tambores que llaman a la guerra o el canto, por momentos casi un lamento, de las mujeres?
Sutil e inteligentemente se nos muestran los caminos que a veces debemos atravesar las personas gestantes, ¿ser madre o seguir con mi carrera, mis pasiones?, y ahí están, ninguna voz debería acallar a la otra, sino que deberían unirse para luchar por algo mejor. Asimismo pone en jaque, aunque un poco por debajo, el egoísmo de las religiones. Mientras una hermana lucha contra gigantes torres de electrificado solo con un arco y una flecha, la otra se sienta a meditar desde la comodidad de su hogar. Halla cuestiona a Asa sobre su conformismo egoísta de que la salvación debería ser un sentimiento colectivo, y que la madre tierra es a quien le debemos presentar nuestros respetos antes que a historias con soluciones simples.

No está de más decir que Islandia, a pesar de ser una isla casi aislada del mundo, tiene energías hidroeléctricas y eólicas. Energías bastante sustentables, en comparación a otros países y lo que se puede considerar como amigable con medio ambiente hoy en día. Pero en el 2008, después de una fuerte crisis económica, su principal fuerte de exportación pasó a ser la industria del aluminio, que el gobierno vio como salida de la crisis a costa de no mirar la contaminación que se venía. Lamentablemente en 2019 perdieron su primer glaciar Okjökull, apodado Ok, por la crisis climática.
La película detrás de una trama nos impone un fuerte mensaje, que no podemos dejar pasar. Se podría decir que más que dejarnos una enseñanza, nos deja una advertencia.
No hay que tener hermosas praderas o vivir en una isla para querer defender algo tan preciado como lo es la naturaleza. La lucha no debería ser solitaria, y deberíamos sopesar los réditos económicos sobre los que afectarán ecológicamente a las generaciones venideras.