The Way Back: la redención de Batfleck.

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La carrera de Ben Affleck es cuanto menos particular. Comenzó siendo un chico estrella junto con Matt Damon cuando ganaron el Oscar con Good Will Hunting; fue una estrella indie en su sociedad con Kevin Smith en los 90; logró el estrellato en los inicios de los 2000 con tanques como Pearl Harbor y Armageddon; rápidamente cayó en desgracia y fue popular por los escándalos públicos (todo lo que rodeó su relación y separación con Jennifer López); y renació como un director notable casi cuando se terminaba la primera década de este siglo con dos obras maestras: Gone Baby Gone y The Town.

Durante la década siguiente parecía que Affleck sería el nuevo hombre fuerte de la industria. Su paso siguiente como director fue Argo, una película hecha para ganar el Oscar y así lo hizo. Ojo, no estoy diciendo esto de forma despectiva. Argo es una muy buena película, pero se aleja de ciertos aspectos mucho más “autorales” por decirlo de alguna manera que uno puede observar en sus anteriores dos películas, en especial en The Town. Es un filme más de relato que de narración, en el que Affleck cuenta el famoso caso “Rehenes de Teherán” y la operación que realizó la CIA para rescatar a una serie de diplomáticos que estuvieron detenidos en la embajada de Estados Unidos en Irán a comienzos de los 80.

En fin, como decía, luego de Argo se esperaban cosas grandes para Affleck, pero todo se desmoronó. Desde el 2001, con 29 años, que Affleck luchaba contra su adicción al alcohol, ese año fue la primera de muchas internaciones. Además, como todo ricachón, el bueno de Ben tenía un problema con el juego. Estuvo muy vinculado a todo lo que fueron las mesas de apuestas y juego clandestino que organizaba Molly Bloom, la reina del póquer que tuvo su propia biopic de la mano de Aaron Sorkin. En 2014 Affleck fue expulsado de un casino por contar cartas jugando al blackjack.

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La cosa se terminó de picar cuando Jennifer Garner, quizá lo único bueno que le pasó gracias a Daredevil, le pidió el divorcio.

Un Affleck muy desmejorado intentó volver a dirigir. Lo hizo con la costosa y muy fallida Live by Night, una película sobre gánsteres en la época de la prohibición del alcohol en Estados Unidos que el mismo director protagoniza y en la que se lo ve muy desmejorado, por no decir que camina como si le estuvieran suministrando altas dosis de diclofenac inyectable.

Hay que reconocer que hubo en toda esta caída al abismo un pequeño oasis. En 2013 Warner anuncia que Ben sería el nuevo Bruce Wayne/Batman dentro del incipiente universo expandido de películas de DC Comics que tuvo como punto de arranque Man of Steel, de Zack Snyder.

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Al comienzo hubo rechazo e indignación. Affleck venía a reemplazar a Christian Bale, el Batman definitivo de la trilogía de Nolan. Después la espuma bajó y las primeras imágenes eran auspiciosas. Batman compartiría una película con el Superman de Henry Cavill y aparecería además Gal Gadot como Wonder Woman. Como suele suceder, el backlash de internet priorizó y empezó a pegarle a Gadot por flacucha y se olvidaron del morrudo encapuchado. Además, en el medio, Ben protagonizó Gone Girl, la última gran película de David Fincher en la que se animaba a reírse de sí mismo y de esa idea de que es medio “pavote”.

El estreno de BvS en 2016 fue agridulce pero muy favorecedor para “Batfleck”, como lo bautizaban ahora. El proyecto de Snyder era demasiado ambicioso. Warner lo tijereteó y la versión que llegó a los cines no fue la mejor. Sin embargo, tanto el fandom como la crítica coincidieron en que Batman y su interpretación eran lo mejor de la película. Ben tuvo entonces un respiro y metió alguna que otra película aceptable hasta finales de 2017, entre ellas, The Accountant, de Gavin O’Connor. Un corte del director de la película de DC, mucho más sólido, salió a los meses y la carrera del actor parecía pegada a Bruce Wayne por largos años.

Que escribía, dirigía y protagonizaba la nueva película de Batman, que Justice League iba a tener dos partes y un sinfín de proyectos más que al final se truncaron. El suicidio de la hija de Snyder a poco de terminarse el rodaje de la película de la Liga de la Justicia hizo que el director se alejara del filme y Warner llamó a Joss Whedon para que se encargara del corte final.

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Lo que vino después es historia conocida. La película fue un fracaso, Affleck pasó de dirigir una película y protagonizarla a ni siquiera estar en los papeles. De ese teaser que mostraba a Joe Manganiello como Deathstroke, el posible villano para The Batman, ya no queda nada y ahora es todo Battinson.

La carrera de Affleck siguió eclipsada y en caída libre. Recaída con el alcohol, escándalos públicos y ningún proyecto grande para dirigir.

Como cualquier historia de redención este relato necesita un punto en el que el protagonista toma, como dicen en Estados Unidos, su mierda y la acomoda. Y eso parece estar haciendo Affleck a partir de The Way Back con un protagónico íntimo, chiquito y bien autorreferencial.

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De la mano de Gavin O’Connor –sí, el mismo de The Accountant Ben interpreta a Jack Cunningham, un obrero de la construcción que es convocado para volver a trabajar en la escuela de su adolescencia como entrenador del mediocre equipo de básquet, donde supo brillar en sus años mozos.

Jack es un alcohólico y está traumado por algo que no queda muy en claro al comienzo y que se va develando con el correr de la trama. Lo que sigue es un clásico relato de película deportiva con underdogs (un deportista sorpresa, del que no se espera nada) como protagonistas.

Gavin O’Connor no es ningún improvisado y maneja muy bien el género. Si bien The Way Back no es Warrior –esa gran película con Tom Hardy, Nick Nolte y Joel Edgerton–, maneja ese métier y aborda con mucha soltura el drama de personajes. Lo más destacado es el final, cuando el realizador entiende todo y elige bien cómo terminar la película.

Ben Affleck in "The Way Back."

El mayor problema, si es que lo es, radica en el hecho de que la película no tiene nada novedoso para aportar y, más allá de esto, tampoco tiene secuencias clásicas del género muy destacables. Cumple, es prolija, no se va de tono y sale con la frente en alto.

Comentaba en Twitter que como fan del género la disfruté y que entra en ese subgénero que existe en mi cabeza de películas que solía ver y disfrutar con mi papá un domingo por la tarde.

Más allá de esto, el filme es la muestra cabal de que Ben Affleck sigue ahí, que es bueno, que tiene cosas para mostrar y que, como Jack Cunningham, quiere una oportunidad para volver a estar en eje.

El futuro para Batfleck es auspicioso. Tiene en carpeta volver a dirigir y escribió y protagoniza junto con Matt Damon The Last Duel, la nueva película de Ridley Scott que se está/estaba filmando antes del COVID-19.

Veremos qué ocurre.