Tolkien: correcta y tibia, pero con respeto
Como todo gran personaje e ícono de la historia, Tolkien merecía su biopic, y hace tiempo. Un tipo que nos regaló toda una mitología sobre la Tierra Media, los Valar, la Ainulindalë, elfos, enanos, hobbits, anillos de poder, ¡Gollum! Este tipo merece muchas biopics, y la industria, ni lenta ni perezosa, puso tremenda presión sobre el director finés-chipriota Dome Karukoski.
La película está plantada en tres ejes fundamentales en la vida del autor: la amistad con el grupo de amigos que hizo en su juventud, la mujer que fue el amor de su vida y el estallido de la Primera Guerra Mundial cuando estaba en la universidad. Este último evento es estructurante, ya que abre el film con un Tolkien (Nicholas Hoult) buscando a su amigo G. B. Smith por el campo de batalla del Somme durante la Gran Guerra, para luego pasar a raccontos de su niñez para volver a la Guerra, siempre como separador de momentos de su vida.
Si bien Tolkien es afamado gracias a El Señor de los Anillos, los guionistas David Gleeson y Stephen Beresford tratan de no ser tan obvios y priorizan más la vida personal del autor antes que su talento como escritor. Aunque claro, para los fans hay pistas aquí y allá. La Sociedad de Té que creó con sus amigos del colegio bien puede ser un guiño a la Comunidad del Anillo, la relación con su amada Beth y las dificultades que los alejaban pueden recordarnos a Arwen y Aragorn. Durante la búsqueda de Smith en el Somme, con Tolkien afectado física y mentalmente pero acompañado y empujado por un cabo dispuesto a todo para ayudar por sobre todas las cosas a su superior es una alegoría a Frodo y Sam. O el aspecto del campo del batalla visto con los ojos del autor, allí reconocemos a Mordor y los Nazgul.
Obvio que se tomaron licencias creativas, pero también creo que se desperdiciaron facetas muy importantes en la vida del autor. Principalmente, con la niñez. Ese cambio de vivir en la campiña inglesa y pasar a la industrializada Birmingham fue muy chocante para J. R. R., y se ve reflejado en su obra. La Comarca es fruto de su imaginación, pero también del amor al verde y la tranquilidad de la campiña. Por otro lado, la madre tiene una breve aparición, pero bellamente queda marcada como la influencia en la pasión hacia la fantasía y la épica. Ella contando una historia de caballeros y dragones, y un niño Tolkien imaginando a partir de las sombras, es de los más bellos de la película.
Al querer abarcar tanto, se perdieron facetas como el fervor religioso de Tolkien, tal fervor que incluso fue condicionante en su relación de amor con Edith Bratt (Lily Collins), y ya que entro en el tema, historia de amor que intenta ser uno de los ejes pero se pierde por momentos, con una resolución demasiado simple. De hecho, veo muchas similitudes con la fan-made Tolkien’s Road, un mediometraje que se encuentra en YouTube.
Quizás lo mejor se ve en la banda sonora de Thomas Newman, componiendo música para los momentos fantasiosos y dramáticos, totalmente alejado a lo hecho por Howard Shore, que hubiese sido lo más fácil.
En resumen, Tolkien es una película correcta y tibia, hecha con mucho respeto al Profesor. Entretenida y con un Nicholas Hoult más frío que el paso por las Montañas Nubladas. Lastimosamente, Tolkien ya no está entre nosotros, y hace poco nos dejó Christopher Tolkien, hijo del J. R. R. y gracias a quien tenemos tremendo material y mitología, el gran obrero silencioso detrás de la Tierra Media, pero por suerte dejaron un legado y pronto veremos la serie de El Señor de los Anillos.