Permanencia e impermanencia: Faces Places

 imagen destacada (1).jpgA comienzos de este año, circuló una graciosa noticia sobre la directora y fotógrafa belga de 89 años, Agnès Varda, nominada a los premios de la Academia (Oscar) por su documental Faces Places/Caras y Lugares, quien, al no poder asistir a la ceremonia que reúne a todos los nominados, envió en su lugar, varias gigantografías de cartón con su imagen en distintas poses.

Este simple acto, cómico para muchos, fue un revés artístico vinculado a dicho documental (y al estilo desfachatado de sus directores) que registra con un tono melancólico y tierno, el viaje que emprendió Agnès, junto con un joven fotógrafo, apodado JR.

En Faces Places, ambos artistas recorren pequeños pueblos de Francia, entrando en contacto con los habitantes en su vida cotidiana, para luego retratarlos en gigantes fotografías que pegarán en algún edificio o construcción al aire libre y pasarán a formar parte del entorno, cobrando una nueva vida en “la galería más grande del mundo”, tal como indica JR.

A su vez, durante el viaje, Agnès y JR entablarán su propia relación, en la cual habrá un intercambio de experiencias y miradas.

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Agnès et son JR ( Agnès y su JR)

JR admira las arrugas que odia Varda en sus ojos y algo parecido sucede con sus pequeños pies. Por su parte, Agnès intenta, a lo largo del film, que el joven le muestre sus ojos, siempre escondidos detrás de unos lentes negros.

Ambos comparten una pasión por las historias que hay detrás de las imágenes y en este viaje pondrán en juego el estilo descontracturado de su arte, sin itinerarios ni ideas preconcebidas.

La película fue presentada en el festival de Cannes, donde obtuvo el premio al mejor documental. Agnès, por su parte, recibió en noviembre un premio honorario, por parte de la Academia de Hollywood como reconocimiento a su trayectoria, junto a otros notables de la industria, lo cual indica algo que subyace en todo el documental: la intrépida artista de la nouvelle vague ha envejecido y estas podrían ser sus últimas creaciones.

El viaje que realizan ambos directores en Faces Places es melancólico y dulce. Ella recuerda constantemente sus días con su amado Jacques Demy (Los paraguas de Cherburgo, 1964) y también aquellos compartidos con el legendario Godard, comparando su misterio con el que intenta mantener JR detrás de los lentes oscuros y de quien poco se conoce en relación con su vida privada actualmente.

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Las manos arrugadas de Agnès revisan fotos viejas que ella sacó hace años en lugares similares a los que recorre con JR. Playas, edificios en ruinas que volverán a cobrar vida una vez que la foto gigante vuelva a posarse, resignificando el lugar y a la persona.

La parte joven de este dúo pone su arte en función del documental y del maravilloso viaje que realiza con Varda. JR es conocido por crear murales con fotografías de personas desconocidas. Hace unos años, expuso las caras de israelíes y palestinos enfrentados en los muros que separan ambos países. Acá, vuelve a jugar con las imágenes, por ejemplo, al unir a dos grupos de trabajadores de una fábrica que no se cruzan nunca en la vida real por trabajar en turnos diferentes.

De esta forma, por momentos pareciera que es JR quien dirige el show; sin embargo, al compartir horas con esta mujer de 89 años y muy poca estatura, empieza a mostrar su fascinación por ella, la que se traduce en pegar imágenes de su cuerpo, en un gigante transporte que recorrerá toda Francia. Ahora, los ojos de Agnès viajarán sin que ella pueda renegar de sus arrugas ni del paso del tiempo.

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Ambos personajes se complementan a la perfección. Por un lado, JR hace la propuesta y, por otro, Varda ahonda en la humanidad de quienes van a participar de ella. No es solo una mujer en la fachada de un edificio: es la última habitante de un plan de viviendas donde vivieron muchísimas familias que trabajaban en las minas de carbón. Esta mujer con una imagen dura, reforzada ahora sobre la piedra de la estructura, se quiebra y ablanda frente a su propia gigantografía. La imagen de sí misma cobra una nueva dimensión, así como también la historia pequeña que cuenta.

Ambos comparten el interés por los muros. Este tipo de muralismo es la marca registrada de JR y Varda ya realizó un documental sobre el arte del muralismo en Los Ángeles en 1981 en Murs Murs. Sin perder su estilo propio, ambos miran por el lente de la cámara para realizar un film verdaderamente de a dos.

Caer en el agujero de la memoria

Agnès explica que JR la ayuda a cumplir un gran deseo: conocer nuevos rostros, sacarles fotos, para que no caigan en el agujero de su memoria.

El tema del recuerdo y el paso del tiempo están presentes durante todo el documental. Agnès tiene 89 años y el peso de ellos en su cuerpo se hace notar a la hora de moverse, en especial, escaleras arriba. Su compañero de 33 años está en otra etapa vital y de su carrera. Agnès no quiere perder nada nuevo ni viejo. Quiere generar nuevos recuerdos, mezclándolos con los que ya pasaron y aún quedan en su memoria.

Vale destacar que ella fue parte de aquel movimiento de la nouvelle vague o nueva ola en el arte, desafiando límites, proponiendo nuevas formas y abriendo caminos a otras mujeres en la industria, junto a otros grandes como Jean-Luc Godard y Francois Truffaut.

Hoy, en Faces Places, junto con JR incluyen breves escenas en las que homenajean el estilo rupturista de los 60 y 70, cuando Agnès y sus amigos incomodaban a los espectadores con raras elipsis o un comportamiento alocado en el Louvre, como hizo Godard en Banda Aparte (1964).

A ella la inundan los recuerdos y las emociones pero, como toda buena artista, sabrá sublimar eso en una obra que pueda perdurar. No obstante, da lugar a la posibilidad de la pérdida e impermanencia, como lo demuestra aquella fotografía pegada en una roca cerca de la costa. La marea sube durante la noche y eso es todo lo que dura la foto de uno de sus amigos.

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La vejez puede traer consigo el miedo a la pérdida: de memoria, de un lugar en el mundo, de la propia identidad.

El recurso de la fotografía permite jugar con la idea de la permanencia. El quedarse fijo en un lugar, en un estado, en un momento. Más adelante, la misma Agnès, JR u otros artistas podrán resignificar las fotos de Varda en un nuevo contexto. Sin embargo, ella permanecerá allí, para siempre o al menos esa es nuestra ilusión, ya que pensar en una total impermanencia nos da vértigo. Mientras tanto, hasta que el cuerpo aguante, Agnès solo se quedará quieta para la foto e, incluso, cuando no pueda moverse, quizás envíe su figura en cartón a donde la inviten.

Faces Places nos lleva por un recorrido simple y fascinante que mira hacia el interior más desconocido de la sociedad, para dar luz sobre las “pequeñas” historias de las personas reales y también posa su mirada hacia atrás, con un tono melancólico pero con la frescura de sus dos principales protagonistas.