Cobra Kai (3º temporada): el fan service no se mancha

Spoilers a continuación

Los dojos están de vuelta. Miyagi-Do Karate de Daniel LaRusso (Ralph Macchio) y Cobra Kai, ahora al mando de John Kreese (Martin Kove), están listos para otra batalla. Johnny Lawrence (William Zabka), devastado por el accidente de su alumno más querido y por la fuga de su hijo, buscará la manera de seguir adelante. La fiebre por el karate en el Valle no se contiene y los enfrentamientos están a la orden del día.

A mediados de 2019 me tocó escribir sobre la segunda temporada de esta serie y, en lo personal, quedé más que conforme con el visionado. En la misma línea, el producto de YouTube fue un éxito pero, al parecer, el rédito económico no fue suficiente y el desarrollo de las siguientes temporadas pasó a manos del gigantesco Netflix. Es así como el 1 de enero de 2021 tuvimos el tan esperado estreno.

Lo destacable es que todo sigue igual. Es decir, Cobra Kai no especula y sigue apostando por un estilo ochentoso, adolescente y con diálogos que rayan el dramatismo absurdo, pero que a los fines de mantenernos enfocados y entretenidos cubren justo las necesidades. Sí, es cierto que muchas veces son conversaciones expositivas que harían sonrojar al mismísimo Christopher Nolan, pero no dejan de estar ancladas en una serie que ya ha demostrado estar atravesada por momentos telenovelescos que no hacen mermar su nivel de diversión.

Sin embargo, hay que tocar los puntos flacos, porque hay que ser honesto a pesar del obvio disfrute. Y es que en los diez capítulos de esta tercera temporada no parece haber arco argumental que haga mover, evolucionar o avanzar a los personajes. Todo se reduce a una serie de acciones que los llevan de un lado a otro; pero en general el conflicto por resolver, si bien es el que todos conocemos, queda opacado por momentos como la crisis en LaRusso Auto Group, el intento fallido de cerrar el dojo de Kreese o, incluso, la audiencia para que se lleve a cabo el All Valley Karate Tournament. Parecen más bien situaciones, teniendo su punto final en la aparición de Ali (Elisabeth Shue) para hacerles ver a Daniel y Johnny que son más iguales de lo que ellos creen, y que tal vez lo ideal es que abracen esas diferencias en pos de mejorar; algo que ya nos habían mostrado Amanda (Courtney Henggeler) y Carmen (Vanessa Rubio) en el episodio de la cena, pero que acá termina de cerrar.

La historia más novedosa nos muestra el pasado de Kreese como prisionero en Vietnam junto a Terry Silver y las situaciones que lo forjaron como el duro sensei que es hoy. Personalmente, si hay una intención de empatía, esta queda un poco trunca. Kreese siempre será un villano, un sociópata que no puede despegarse de su rol de guerrero y al que nos cuesta llegar. El relato del pasado está bastante separado del presente, y ese joven soldado es alguien desconocido para los espectadores.

Y todo esto, para hacer más amena la cosa, viene aderezado con mucho fan service. Nostalgia y flashbacks, personajes que vuelven como Chozen (Yuji Okumoto), Kumiko (Tamlyn Tomita) y hasta Yuna (Traci Toguchi), la pibita que LaRusso salva en medio de la tormenta en The Karate Kid Part II (1986). Detalle aparte es la vuelta de Ali, personaje que ya había tenido su primer contacto en el final de la segunda temporada. No se puede negar que los showrunners apuestan a eso con pleno conocimiento de su efectividad, regalando momentos que hacen de la serie un péndulo constante entre las películas y la actualidad.

Cobra Kai ganó las eliminatorias, jugó un partido debut interesante y ha logrado pasar de ronda con lo justo, digamos que por diferencia de gol. Ahora ya caló hondo y no queda más que alentar, juegue de la forma que juegue. Vaya a saber uno por qué nos gusta tanto, sin importar a estas alturas los recursos que utilicen. Tal vez hagan diez temporadas y el éxito se mantenga.