The good place, tercera temporada, otro día en el planeta Tierra
La serie creada por Michael Schur no defrauda en su última temporada, aunque quizá no mantiene el brillo tan homogéneo como en la temporada anterior.
Cuando empezamos a perder interés ocurre algo con nuestros condenados preferidos que lo recupera. La tercera temporada redobla (o triplica) la apuesta, poniendo a Eleanor (Kristen Bell), Chidi (William Jackson Harper), Tahani (Jameela Jamil) y Jason (Manny Jacinto) en la Tierra otra vez, a continuar la línea temporal interrumpida por este temita de que se habían muerto. Michael (el fabuloso Ted Danson) convence a la jueza Gen (también genial Maya Rudolph) de enviar otra vez a sus vidas a estas malas personas que se han vuelto mejores, luego de morir. La prueba es si estos personajes igual pueden mejorar moral y emocionalmente, sin las limitaciones de los factores negativos del barrio del good place.
Así que básicamente todo vuelve a empezar y asistimos a la intervención en las sombras de Michael en la vida de los protagonistas. Tener una experiencia cercana a la muerte automáticamente los convierte en mejores personas, pero a los meses los problemas del “mundo real” vuelven a acecharlos y sus mejoras desaparecen, vuelven a perder puntos o a hacer el mal. Michael y Janet (D’Arcy Carden) desde el más allá supervisan y observan con preocupación estos avances y retrocesos. Entonces, Michael decide volver a intervenir, ya a espaldas de la jueza, para ayudar a los protagonistas. Es que el (ahora) bueno de Michael está convencido de que lo que hace mejores personas a la cínica Eleanor, al inseguro Chidi, a la superflua Tahani y al básico James es estar juntos. La unión hace la fuerza: Michael se escabulle y vuelve a la Tierra a tirar algunas puntas para que estos personajes vuelvan a reunirse.
Estas intervenciones de Michael y Janet (que después se suma) en la Tierra me parecieron de lo mejor, más fresco y divertido de esta temporada. La vida humana vuelve a quedar expuesta como un gran absurdo cuando seres inmortales intentan vivir una vida “normal”. De novedad aparece una novia para Chidi, Simone (Kirby Howell-Baptiste) que cambia, apenas, la dinámica grupal. Ver a los personajes en sus vidas terrenales no resulta tan entretenido como todo lo que les va pasando a los inmortales, grupo del bad place incluido, que intenta desbaratar el plan de Michael para salvar a los cuatro.
Trevor (Adam Scott), por ejemplo, se suma a la vida de los protagonistas, aportando uno de los personajes más divertidos de la temporada. El malísimo Shawn (Marc Evan Jackson) hará lo imposible por obtener finalmente esas cuatro almas, que por derecho le corresponden, y pondrá a todos a trabajar en la forma de llegar a la Tierra. La “batalla” entre buenos y malos se da en formato “pelea de bar y resulta muy divertida.
La novedad que la serie había propuesto en su primera temporada está un poco desgastada pero no agotada. Las reflexiones acerca de lo difícil que es llegar al good place en el mundo contemporáneo hacen que la risa sea a veces amarga. El cast sigue siendo impecable y hay personajes secundarios que nos permiten ver en pantalla a los geniales Michael McKean (como Doug Forcett, una de las perlas de la temporada), Stephen Merchant (como el contador del afterlife) y Leslie Grossman (como la mamá de Eleanor). Su final vuelve a no defraudar y deja el terreno bien listo y suponemos que fértil para una cuarta temporada. El guion sigue teniendo ideas, sin dudas, y los personajes (sobre todo los que al principio tuvieron menor protagonismo como Janet) todavía tienen arcos de crecimiento por desarrollar. Esperamos la próxima temporada, tratando de portarnos lo mejor posible, obviamente.