Análisis: The Society
Con spoilers
Comienzo a escribir este análisis dos días después de que haya finalizado para siempre Game of Thrones, uno de los mejores shows de la historia y sin lugar a dudas en el top 2 de intriga política (el otro podria ser The West Wing pero no lo decidí porque me cuesta decir que la serie de Sorkin tiene “intriga»).
Fue en la espera del capítulo cinco de GoT que decidí comenzar la nueva serie producida por Netflix. A priori, todo indicaba la apostasía para mediados del segundo episodio. No fue eso lo que sucedió.
Ni por asomo.
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Lo primero que llama la atención en los minutos iniciales de The Society es el protagónico. Se supone que son adolescentes de secundaria y la actriz principal es Rachel Keller -coprotagonista en la brillante “Legion”- que araña las tres décadas. “Hará de una preceptora» es el primer pensamiento del querido lector. Pues no. Es una estudiante. La presidenta escolar de hecho, una huevada gringa que les sirve para las aplicaciones a las universidades. No es algo muy extraño ver actores adultos, pasando la veintena, representando adolescentes. Podemos recordar el emblemático caso de Gabrielle Carteris en Beverly Hills, 90210. La buena de Andrea Zuckerman se suponía que tenía la misma edad que sus amigos de la prepa Beverly, pero ya desde el episodio uno le sacaba una década a la mayoría. Suele ser normal que adultos hagan de adolescentes, por mil razones. En The Society es una mezcla. El personaje tiene que parecer, desde el minuto cero, mucho mas maduro que sus compañeros. Una persona directamente mayor al resto lo hace sin esfuerzos mayúsculos de guión. Porque aparte, Cassandra Pressman no sobrevive al tercer capítulo. Un vuelco enorme y decisivo.
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Lo cual convierte inmediatamente a la serie en un producto infinitamente mas interesante que el reboot y adaptación a tiempos modernos de Lord of the Flies que veníamos presenciando. Pero me adelanto. Comencemos por el principio.
El pequeño pueblo de West Ham, en Connecticut, se ve afectado por un extraño y pútrido olor que, calculo, no debe ser muy distinto que el que se sufría en Wilde cuando el CEAMSE jugaba al poker- y ganaba- con nuestros organismos.
Los estudiantes de los dos últimos años de la secundaria de West Ham hacen un viaje escolar a las montañas, mientras los adultos se hacen cargo de esta situación. Durante el largo y nocturno viaje en micro, los chicos se duermen para despertarse nuevamente en el pueblo, en medio de la noche, ante la noticia de que el viaje se ha cancelado porque los caminos están inexplicablemente cerrados.
Cada joven usa su celular para comunicarse con sus padres, solo para encontrarse con un silencio de radio inentendible. Tampoco están en sus casas. Haciendo rápidas cuentas, los estudiantes se dan cuenta que toda persona que no estuvo en los micros escolares ha desaparecido por completo. Tampoco hay internet en el pueblo, ni los celulares se comunican con nadie por fuera de West Ham. No pueden abandonar la ciudad porque la misma naturaleza se ha encargado de poner barreras a sus intentos, bloqueando caminos e infestando los bosques.
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Cassandra Pressman, presidenta, madura, inteligente y centrada se hace cargo de la situación, para tranquilidad de la mayoría y enojo de un puñado: Entre estos últimos se encuentran Harry Bingham (Alex Fitzalan canalizando al Steve Harrington de la primera temporada de Stranger Things), el clásico pibe millonario de toda serie yankee; Campbell (Toby Wallace, el próximo actor con cara de villano a tener en cuenta) que es el primo de Cassandra, un psicópata juvenil que recuerda mucho a ciertos personajes de Stephen King y también al Joker; y algunos mas que luego voy a explicar que significan.
Todos los anti Cassandra se comportan como cabe esperar, hasta que Cassandra es asesinada y su hermana Allie (una excelente Kathryn Newton a la cual ya vimos haciendo de pendeja insoportable en Big Little Lies) toma el control del pueblo.
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Allie vivió toda su corta vida a la sombra de Cassandra. Una larga sombra que la oscureció anulando sus capacidades, que salen a relucir cuando es elegida para continuar las labores de su hermana.
Y acá es donde la serie toma un vuelo impactante, porque abandona la sutileza por completo. Su fortaleza esta en otro lado y la asume sin ponerse colorado. Ahora sabemos porque se llama The Society.
Los adolescentes de West Ham, sin adultos que los asesoren, se ven confrontados con la necesidad de conformar nuevamente una sociedad. Allie, con ayuda de un comité conformado por su mejor amigo Will (Jaques Colimon); Sam Elliot, del periódico escolar, gay y sordomudo (interpretado por Sean Berdy que en la vida real usa lenguaje de señas) y Gordie (Jose Julian), que es el genio residente que estas series requieren y algunos personajes más, que son un tanto ambivalentes y que tomaran distinta relevancia.
El grupo principal comenzará a decidir que hacer con los recursos limitados que poseen ,mientras investigan que sucedió y como solucionarlo. Están solos, en lo que parece ser un micromundo y todo presagia un desastre.
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No usé la palabra “comité” porque se me ocurrió. Es la que usan específicamente en la serie. Necesitan esos símbolos lingüísticos para llevar adelante lo que lo que parece ser una muy poco sutil parábola, que hace comunión entre el estado actual de la política americana y una suerte de país comunista en ciernes (que podría estar inspirado en la Unión Soviética tras la muerte de Lenin, o en Cuba después de la de Fidel).
La analogía es poco cuidada y brusca: no da lugar a interpretaciones.
Un evento desata un liderazgo personalista, sin elección democrática de por medio. El lugar en cuestión queda aislado por completo del resto del mundo y debe sobrevivir con lo que tiene y con lo que es capaz de producir en sus tierras. El líder se rodea de gente fiel que decide que se hace y como, y distribuye trabajos al resto de la población, a cambio de raciones de comida. Todo es decidido por el comité y su líder.
Y todo funciona, dentro de todo, bien.
Por supuesto, esta centralización de poder genera por un lado envidia, por el otro enojo y finalmente miedo. Envidia en quienes nunca lo tuvieron. Enojo en quienes lo tuvieron y ya no lo tienen por el cambio de status quo. Y miedo entre quienes jamás lo quisieron y, de repente, ven que esa acumulación de poder es peligrosa.
The Society busca en todo momento que los espectadores se den cuenta de esto y, no solo lo muestra, sino que lo pone en voz de Will, el personaje que por su condición de huérfano, pobre y adoptado por “familias de acogida» jamás tuvo ningún poder.
-Tienen que tener miedo de joderte.
Se lo dice a Allie. Y es así que Allie ordena una ejecución “Nivel Dracarys». El miedo es instrumental en una sociedad en formación, donde las autoridades no han sido elegidas por el voto, sino erigidas por defecto o por la fuerza.
Y eso es solo el inicio. Porque al no ser efectivamente un gobierno comunista con un ejército leal, termina admitiendo el disenso de cualquier tipo. Y es así que Harry, el niño rico que quiere retornar a la nueva sociedad a una forma de capitalismo, controlado por Campbell (que en esta analogía sería algo así como la CIA, pero también alguien más especifico), se presenta a elecciones, una vez que Allie comete el error de generar la opción. Y cuando la corrupción es una forma que entra dentro de tu moralidad, vencer es mucho mas simple.
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Acá entra la cuestión del parentesco con la situación actual norteamericana. Harry sería una suerte de Trump que bajo el padrinazgo (y genio) de Campbell/Putin, logra manipular a los indecisos, quienes ven a Allie como una dictadora socialista (spoiler, lo es, pero es lo que está bien en este escenario), utilizando a Lexie (Grace Cox que ya actuó en la pedorrísima Under the Dome, adaptación de la novela hermosa de Stephen King de premisa muy similar), que sería Bernie Sanders, un social-demócrata que se presenta como opción a Allie y Harry sin enterarse que el peligro real siempre es el que tiene el manejo del ejercito. Lexie tiene una razón personal para no querer a Allie, pero su inocencia política (y acá podemos hacer un rebote con parte de la izquierda más dogmática), la convierte en una herramienta de Campbell/Putin.
Por supuesto, todo se va al garete antes de las elecciones, que ni siquiera se llegan a realizar.
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El final de la primera temporada de The Society es impactante por varias razones. La primera es la política, ya en parte diseccionada. La segunda es porque se nos da una mirada a la explicación del misterio central, que por enormes pasajes de los diez capítulos es algo que se olvida por completo.
Comienzo este análisis hablando de Game of Thrones como la top 2 o 3 de las series de intriga política. Lo hago a propósito. The Society plantó en esta primera temporada unas bases muy firmes para convertirse en algo brillante, si siguen este camino en temporadas venideras. El lugar de las analogías puede multiplicarse de forma profusa. Hay mucho por cubrir y muy bueno. Tengo fe a Christopher Keyser, aunque sus créditos previos como creador de Party of Five y algunas series policiales y de abogados no sean tremendos. Tengo fe en Marc Webb, aunque su carrera haya dado un piletazo con las Spiderman de Andrew Garfield.
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La serie está filmada de una manera muy simple y sin grandes pirotecnias visuales. No va por ese lado y no lo necesita. El joven cast sorprende en general con una variedad de emociones que no solemos ver y que se lleva todas las palmas en algunos momentos claves. Harry tiene una evolución muy simpática que nos hacen ver aristas de un personaje clásico que no suelen mostrarse. Campbell, a la vez, con su vena psicótica, le debe mucho al Joker y como dije antes, me hace recordar a algunos villanos de Stephen King. A veces frío y calculador, a veces una bomba de tiempo. Cada minuto que esta en pantalla tememos porque sabemos que se cuece algo feo. Allie también se roba la pantalla bastante seguido, sobre todo cuando la vemos en su pose más dictatorial. La serie nos recuerda de forma constante que estos personajes son adolescentes y el llanto, a veces silencioso y a veces pasional, irrumpe a intervalos regulares.
El resto del cast es muy sólido, cualidad que merece aplausos extra, sobre todo por lo amplio. Todos los secundarios tienen la chance de lucirse en ese pueblito llamado West Ham, que en ciertos planos se parece al de The OA y en otros al fondo de la cárcel de Orange is the New Black y otras tantas locaciones suburbanas mas del gigante del streaming. Netflix, deja de recauchutar escenarios.
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¿Por qué dediqué este análisis a una serie que Netflix taggea como “telenovela»?
Primero, porque me resultó una sorpresa más que grata.
Segundo, porque me interpela directamente, por mis años de militancia política tanto en el sector estudiantil como en otros.
Tercero, porque la analogía, aunque muy directa, es SENSATA. Por ahora, al menos.
Allie es una dictadora comunista. Sí. Pero lo es en un pueblo que NECESITA ESO. En tiempos donde en Estados Unidos hay un acercamiento de la juventud a dos tendencias, socialismo y anarcocapitalismo (no es accidental esto), una serie que muestra justamente a los buenos -por ahora- de la tendencia comunista y a los malos de la tendencia anarcocapitalista no solo no es inocente para nada: es casi una declaración de principios.
Y por todo lo que sucede, es vital que exista. Los malos no suelen ser tan malos como Campbell. ¿O sí?
Una vez leí una frase que decía que cada school shooter que existía, no era alguien al que le habían hecho bullying consistentemente. Si así fuera, habría miles de school shooters mujeres, gays, trans, negros. No. Siempre son adolescentes blancos de clase media. Son pibes enojados por la perdida de sus privilegios. Son Harry. Son Campbell a la vez.
Existen y hay que señalarlos.
The Society por ahora hace una labor que es brutal y sutil en ponerles el índice en la cara.
Estos son los buenos. Esos son los malos y los tibios por allá, votando mal.
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Al público en general no le gusta la nueva trilogía de Star Wars. Intuyo que la razón principal es que la metáfora les pasa por arriba a la mayoría, que solo desea una buena historia de ciencia ficción (como si el amplio porcentaje de ellas no fueran metáforas). Luego hay una minoría que también defenestra a los nuevos films, pero que entiende la metáfora. A esos seres hay que temerles y hacerles frente.
El éxito de The Society va a residir en como tomar ese riesgo. Ir a por todas, profundizar la brecha y señalar las virtudes de lo que está bien, aceptando que “lo que está bien» ahora puede ser lo que esta mal en el futuro. O hacer caso a las seguras críticas que le van a llover de muchos sectores de la prensa, ahora que pasó Game of Thrones y se están poniendo al día.
Algún indicio hay para leer en el season finale.
Será cuestión de esperar a la segunda temporada.
Coincido todo salvo en q harry es malo. Saludos
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