Reseña: El Clan

En la 24 Cuadros no tenemos la cultura de la inmediatez. No tenemos claro si es una falencia o una virtud. O un desinterés. Probablemente sea un desinterés.
Fui a ver «El Clan» hace una semana y dos días. Pagando. Porque nosotros no recibimos invitaciones de prensa. Esas las reciben otros, los que son tironeados para hablar bien y generar flujo de gente siempre que la película sea en castellano y producida por amigos. Lo bueno, en este caso particular, es que «El Clan» no necesita de esa clase de dádivas periodísticas (dádivas que no lo son), se sostiene bastante sólidamente por si sola.

 

El Clan

En este país, en el 2015, hay dos actores maduros que venden tickets, uno es Ricardo Darín, el otro es Guillermo Francella. Un poco mas atrás viene Julio Chavez mas que nada por su acercamiento  de los últimos años a la pantalla chica. Los dos primeros, amados por el público y la clase media garantizan box-office incluso aunque aparezcan en bostas totales, aunque es cierto que Darín hace mucho no hace de esas e intenta que su filmografía sea medianamente honrosa. Trapero, un director con pocas fallas en su carrera y algunos vicios notables en su forma de dirigir, se juntó a Julian Loyola y Esteban Student –guionistas de «Cronicas de una Fuga» de Caetano- para sacar a la luz la película sobre el tenebroso Clan Puccio, y aunque la luz no sea muy intensa, y, en sí, no alumbre en toda su extensión (jamás se dice en la película que Arquímedes Puccio había sido absuelto de un caso de secuestro en los ´70, entre otras omisiones inentendibles) logra llevar adelante una película complicada con bastante pulso hollywoodense sin dejar de notar que es una historia demasiado argentina.
El Clan Puccio fue turbio.
Turbio al nivel nacional.
Arquímedes Puccio era un facho de derecha, a la diestra del peronismo nacionalista. Se cree que contribuyó activamente con la Triple A y una vez en democracia, continuó con su accionar delictivo amparado por las mismas fuerzas de seguridad que lo empleaban durante el último periodo de Perón y la consiguiente dictadura. Hacía esto por lo mismo que el resto de los hijos de puta a su alrededor. Un 90% guita y el resto una mezcla de ideología y odio.
Y ese menjunje se lo trasladó a la familia que, aterrorizados, hacían exactamente lo que Arquímedes ambicionaba. Sobre todo su hijo Alejandro (Peter Lanzani, demostrando que sabe actuar) y Daniel «Maguila» (Gastón Cocchiarale) que regresa de su exilio ganadero en Nueva Zelanda una vez Alejandro se lo ruega. Sin embargo, es notorio que Trapero, y muy probablemente los guionistas de la miniserie que va a emitir TELEFE, estén exagerando en este punto. Si tenían miedo, todos podían tranquilamente hacer una denuncia anónima y tirarle el (los) muerto a Arquímedes, cosa que jamás hicieron, o no se trasluce en ningún lado.

El Argumento

«El Clan» narra los hechos sobre el Clan Puccio comenzando con la guerra de Malvinas y el posterior deterioro del gobierno de facto, y termina en el ´85, cuando los descubren tras la denuncia de la familia de Nelida Bollini de Prado que es encontrada en el sótano de la casa familiar de San Isidro. En ese momento los llevan presos y termina cuando estan por ir a declarar y Alejandro hace su primer intento de suicidio (fallaría varias veces, como para demostrar que su única habilidad real en la vida correspondía a correr la guinda). La historia es mostrada a través del punto de vista de Alejandro con obvio y fuerte énfasis en el personaje de Arquímedes Puccio que esta llevado adelante por Francella de manera excepcional. Como en el caso de «El Secreto de sus ojos», Francella compone un personaje alejado de aquel pervertido sloganero al que nos acostumbró en la televisión, y retrata sin dificultad aparente al oscuro y siniestro psicópata que era el líder del clan Puccio. Le imprime una dualidad interesante que es probable que sea –modestamente- cierta. El Puccio de entrecasa, que masajea la cervical de la esposa que ama con adoración. El Puccio que ahoga, manos en cuello, a su hijo Alejandro en la antesala de su negocio por «dejarlo tirado» antes de un secuestro que lógicamente, sale mal (El del empresario zapatero Naum). Esos dos Puccio conviven en un solo cuerpo y Francella lo saca delante de manera ya no sorprendente, pero admirable.
Hubiera sido interesante verlo en roles de este tamaño durante toda su carrera, y no una vez que se pudrió de decir huevadas en comedietas menores. Aun así, «El loco de la Escoba» como le decían a Puccio era un desafío que con oficio Francella pudo sacar adelante.
El resto de los actores esta de bien a excelente. Trapero evitó sumar estrellas que exigieran más tiempo de pantalla porque los 108 minutos del metraje están dedicados a ilustrar con un cierto grado de realismo, la relación horrendamente tensa entre el robótico, bipolar y pasivo-agresivo Arquímedes, y el temeroso rugbier concheto (y profundamente destrozado mentalmente) Alejandro que no duda en agarrar su parte del botín cuando le toca. Trapero pone la lupa ahí y hace confrontar a Alejandro con sus hermanos, sobre todo con Guillermo, que le sigue sus pasos como estrella del Rugby y, roto ya por la situación, se exilia del hogar Puccio. Es ahí cuando Alejandro firma su «no va mas». Lamentablemente para él, fue muy tarde.

 

El Detrás

Treinta años después del suceso, esta película y la serie que viene nos intentan revelar que pasó con uno de los casos mas resonados de la criminología nacional que en realidad no es ningún misterio. La película dirigida por Trapero, con una musicalización rara pero que no desentona (Seru Giran, The Kinks, ‘Just a Gigolo’ por Lee Roth), muestra sin ataduras a una familia de clase media alta algo tirada a menos que, una vez terminada la dictadura y los negociados, como tantos otros, no puede resistirse a la plata delirante que ofrecen los secuestros. Se perjura a sí mismo y al resto Arquímedes que lo hace por la familia. Y la familia cree. Un poquito. Pero detrás de todo criminal hay un sinsentido. A Puccio le interesaba la plata aunque no fuera para ventilarla. Y no soy inocente cuando no pongo un nombre delante del apellido.