Reseña: Close

Aclaro que no incluiré spoilers ya que, en el tráiler que nos sumerge en el aura de esta película, no se hace alusión al hecho inesperado que divide esta historia en dos partes. Y me parece importante respetarlo. Como también me resulta necesaria la aclaración de que es un camino hasta el fondo del dolor.
Se trata de una coproducción entre Francia, Países Bajos y Bélgica y es en algún pueblo de estos países que sucede Close. En ese primer mundo en donde todo es tan delicado y minimalista que una mínima mancha llamaría la atención. Es en una época actual y bajo la mirada de un director joven que sabe lo que quiere contarnos y sabe cómo hacerlo. Tan bien que no necesita alzar la voz en ningún momento.

La primera parte es un retrato sobre la amistad entre dos preadolescentes, Leo y Rémi. Viven en un mismo pueblo, por donde se mueven libremente en bicicleta, corren por una plantación de flores que cambia sus colores según la estación, y van a la misma escuela. Hasta el momento, todo parece haberlos unido de tal forma que no pueden hacer nada el uno sin el otro. Duermen juntos y mantienen contacto físico con mucha naturalidad. Todo su entorno, incluidas sus familias, es testigo de la intimidad que los dos amigos comparten. No son invadidos ni cuestionados.
Toda la puesta está hasta aquí a favor de la ternura, del refugio que son las amistades en la infancia. Todo es belleza, serenidad. Las caras inolvidables de los talentosísimos Eden Dambrine (Leo) y Gustav de Waele (Rémi) llevan la trama (aunque suene contradictorio) con la hipersensibilidad justa.
El vínculo simbiótico es atesorado hasta que una niña, en los primeros días de la vuelta a clases, se anima a hacer la pregunta: ¿están juntos?

Esta pregunta también pone en jaque a la audiencia. Hijos del mismo sistema que ellos, ese que dice que así no es como debe ser la amistad entre dos varones de 13, que todo aquello no es normal, y que conduce a preguntas como esa. La respuesta de Léo es un lacónico no seguido por “somos como hermanos”. Pero no impide la filtración de las inquietudes.
Por primera vez, los amigos reaccionan de manera distinta. Esta diferencia trae sus consecuencias. Las típicas de una edad en donde brotan los sentimientos y las hormonas y se encuentran con el rechazo, con las preguntas y las opiniones del resto. Se van delineando ambas personalidades en busca de cómo exorcizar el dolor que eso genera. Léo se inclina por nuevas amistades y por el deporte, mientras que Rémi sufre de ataques de angustia que lo conducen abruptamente al hecho que parte este film al medio (y también a los espectadores) de manera inesperada y da comienzo a la segunda parte.
A partir de este momento, sin importar qué aparezca en cuadro es imposible volver a encontrarse con la ternura o la belleza. De aquí en adelante, la película es un duelo que posiblemente les siga afectando hasta días después de haberla visto.

La madre de Rémi cobra protagonismo. Es a ella a quien Léo recurre o a quien siente que debe ¿explicarle? ¿contener? El personaje interpretado por Émilie Dequenne (que merece una mención aparte) es devastador.
Quienes hayan visto Girl, la ópera prima de Lukas Dhont, que presenta hoy con 31 años esta segunda obra, podrán reconocer ciertas similitudes o aspectos que se repiten y dan a conocer su estilo y sus intereses. Por ejemplo, el recurso de la luminosidad y la pureza de los rostros y escenarios que elige para generar mayor contraste al mostrar su lado más oscuro.
Es un drama y una reflexión sobre el desapego. Todo tratado desde la intimidad, desde los silencios. Reina la pesadez de no saber qué decir. En ciertos momentos las palabras se ahorran porque no sirven de nada y eso es lo que genera la angustia: la falta de un reparo posible.