Cadáver exquisito: la ausencia que motoriza el deseo

Cadáver exquisito, el debut de Lucía Vassallo como directora de ficción, propone una insinuante estética de lo extraño a partir de ciertas problematizaciones contemporáneas: cómo los límites identitarios pueden desintegrarse y fundirse en una relación sexo-afectiva y cómo la frágil ilusión romántica de conocer al otro puede quedar destrozada ante la irrupción de lo desconocido.
Primera escena: el sonido del agua que corre, un cuerpo muy blanco, albino, que reposa en la bañadera, un cuerpo que se retuerce, que pierde la conciencia. Un cuerpo que deja de tener la posibilidad de respuesta y que, desde el estado de coma, impone una distancia que deja a su pareja, Clara, encarnada por Sofía Gala, ante el silencio más aterrador. Lo fantasmagórico en el film tiene que ver con ese estado de ausencia y vacío que ya no puede descansar en un diálogo; en consonancia, el recurso musical se utiliza en muy pocas ocasiones y la mayor parte del tiempo se impone un muy interesante e incómodo aprovechamiento del silencio. Es esta misma ausencia la que motoriza al personaje de Clara en su búsqueda desesperada por unir los retazos, por descifrar el enigma, por recomponer, a partir de elementos dispersos, una imagen más “verdadera” de Blanca, quien, ante cada paso, descubre nuevas zonas ocultas. Clara, entonces, comienza a quedarse en la casa de su novia, a usar su ropa, a leer su diario, a relacionarse con sus amantes y a participar de sus actividades.

A pesar del recurso de los flashbacks que estructura la temporalidad del film, la relación entre Blanca y Clara no se despliega en profundidad; no terminamos de entender qué es lo que las une más allá del sexo. El personaje de Blanca se nos presenta desde una personalidad fría que roza los lugares comunes y que no resulta del todo verosímil —la actuación debut de Nieves Villalba no termina de ser convincente—, mientras que la obsesión de Clara —explorada de manera muy efectiva por Sofía Gala—se alimenta de recuerdos y de diálogos superfluos que no logran producir una intimidad afectiva. Como espectadores, esto nos aleja de la comprensión del sufrimiento del personaje; se nos insinúa una relación que no expresa ninguna singularidad, más allá de las particularidades que se ven a simple vista.
Por otra parte, la idea de amor que subyace en la trama se apropia de un chiste bastante extendido en el mundo lésbico que da cuenta de la mimetización que se suele producir en las parejas. De un modo más amplio, pone en escena la forma de amor monógamo que se fundamenta en la mutua identificación y las consecuencias que acontecen cuando ese punto de apoyo se desestabiliza. La asociación entre amor y sometimiento se entreteje durante toda la película: en el relato del pasado, es Clara quien se encuentra en la posición vulnerable de quien ama en forma desproporcionada; en el presente del relato, es el cuerpo de Blanca que, producto de la ingesta de oxitocina, se halla inconsciente, vulnerable, a merced de la venganza de Clara. Este intercambio de roles de poder se sugiere con más fuerza al final de la película, cuando Clara, intentado hacerse pasar por Blanca, participa de una sesión BDSM que luego deviene en una extorsión, aunque esta faceta tampoco es explorada con gran profundidad.

Desde el aspecto visual, resulta notoria la formación de Lucía Vassallo como directora de fotografía: los planos se dejan saborear, no corren uno detrás del otro y logran componer un ritmo de tensión muda. La creación de la atmósfera siniestra, más que en la trama, se construye desde la estética: la paleta de colores (el blanco espectral de Blanca, el contraste con el rojo de ciertos elementos), el vestuario y las escenas en las que predomina la expresión no verbal, fundamentalmente, en la escena final de danza butoh. A través de estos recursos, la película logra sostener un tempo y delinear una atmósfera, aunque su falta de profundidad en las relaciones afectivas y en la construcción de los personajes produce un alejamiento que dificulta una completa sumersión en su propuesta.