The Office: la Redención de Michael Scott

El primer episodio de la temporada 2 de The Office US (de ahora en más The Office a secas), se llama “The Dundies” y empieza no muy distinto a alguno de la breve primera temporada que es casi un remake escena por escena de la serie original.

Esa temporada 1, de apenas seis episodios, no tuvo éxito en Estados Unidos. La personalidad horrenda de Michael Scott, un calco de la interpretada por Ricky Gervais en su original David Brent, era demasiado ajena al gusto yanqui que maneja –en general– un humor menos afín a esa conocida comedia británica del “cringe”.

La redención de Michael va a iniciarse ya en ese primer capítulo de la segunda temporada.

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Michael ama “los dundies”, que son unos trofeos con fin humorístico que da cada año a los empleados de su sucursal. La celebración, en un restaurante local, tiene todos los momentos de vergüenza ajena posibles e imaginables. Michael intenta un rap, un stand-up, dice pavadas misóginas. Lo de siempre.

En la versión original de The Office, o incluso, en su formato americano pero de un año atrás la vergüenza no se detendría y el episodio terminaría con risas nerviosas de “por favor, que empiecen los créditos”. A eso apela el “cringe humor”.

Sabemos que la redención está comenzando cuando en un giro de guión (y de dirección) inédito, a Michael le comienzan a hacer bullying unos parroquianos ajenos a la empresa y los rostros de Jim y Pam (la gente normal, nosotros) son de compasión. Michael está dispuesto a abandonar y a dar de baja todo por el ataque hasta que la pareja (que aún no es “romántica”) intercede, lo salva, y Michael muestra indicios de normalidad.

Este mecanismo se repite a lo largo de cada episodio por lo menos hasta el fin de la temporada 6. Por supuesto, con matices. No es siempre de la misma manera y lo vamos a ir señalando.

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Michael no es normal. Es evidente desde el minuto cero que se ha inventado una historia donde él es popular, apreciado y hasta reverenciado. Nada de eso es cierto y explota con fuerza en el episodio “Stress Relief”, a mediados de la temporada 5. Lo interesante es que el escritor principal de este capítulo es Paul Lieberstein, que, aparte, interpreta a Toby, el personaje más odiado por Michael.

En este episodio, Michael cree que para liberar el estrés en sus empleados puede llegar a ser útil hacer un evento de “roast”. Para los que no están en el queso, un roast es una famosa práctica humorística donde en fila un conjunto de comediantes hace chistes sobre una persona. Generalmente, un famoso.

Sintiendo que es una buena manera de ejercitar su narcisismo, Michael se presta para ser roasteado y, por supuesto, es destrozado incluso por su ladero más fiel, Dwight, que le dice que es un hombre pequeño, sin talento, sin mujer y sin tierras. Tras la sucesión de dardos de sus subordinados, cuando le toca a él responder, está tan dolido que se baja del escenario y se va.

Faltan todavía dos temporadas completas y un tanto para que Michael alcance la redención absoluta.

En el medio hay una sucesión de episodios épicos que son la cátedra de lo que se explica.

Volvamos a la temporada 2.

Una de las situaciones menos explicadas es la razón por la cual Michael Scott es el manager de la sucursal de Scranton y no otro empleado. Evidentemente, Dunder Mifflin es administrada de manera pésima, y algo de eso hay porque, hasta su quiebra y posterior compra por SABRE, viven en problemas financieros.

Hay varios episodios que nos muestran que Michael no sería tan inútil como correspondería pensar, y dos de ellos son claves.

El primero es “The Client”, el séptimo episodio de la segunda temporada.

Con la participación especial de Tim Meadows, un actor cómico que me parece fantástico, se nos muestra cómo Jan y Michael tienen que reunirse con un representante del Estado por un contrato que podría ser muy importante de ganarlo o perderlo. Jan, en su afán de control pero a la vez conocedora de la capacidad de Michael, quiere llevar las riendas de la charla.

Sin embargo, es Michael quien mejor entiende al empleado y con un nivel de brillantez no mostrado hasta el momento logra obtener el contrato y, en el ínterin, a Jan que comienza su enamoramiento con una persona a la que desprecia totalmente.

El otro episodio que nos revela la capacidad secreta de Michael es en la reunión de managers con David Wallace y Jan Levinson. En el episodio “Valentine’s Day”, Michael sin querer revela que ha tenido algún escarceo romántico con su superiora, sin embargo, le va mucho mejor que a sus colegas en la presentación.

Es a lo largo de esta temporada cuando el Michael que creímos conocer empieza a tener otros matices.

El cringe sigue ahí por 19 de los 22 minutos de cada episodio. En los tres minutos restantes se nos ofrece una suerte de reivindicación.

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Como decíamos, esta práctica se va a repetir casi cada capítulo entre la temporada 2 y la 6. No siempre es Michael el eje de la trama, que por lo menos hasta fin de la temporada 4 tendrá un enfoque fuerte en el romance que se desenvuelve entre Jim y Pam, así como en las tribulaciones de Dwight con Angela y el triángulo que se arma con Andy, el exiliado de la rama de Stamford que tendrá también un enorme cambio de personalidad y que es necesario destacar.

Andy Bernard, interpretado por Ed Helms, vio su fama explotar casi luego de su llegada a The Office por el estreno y tremendo éxito de The Hangover. Helms, de pasado odontólogo (¿?) y con una amistad con el actor que interpreta a Kevin (Brian Baumgartner), había cosechado algún elogio por su rol en The Daily Show donde hacía segmentos humorísticos variados y compartió tiempo con Steve Carell.

Tras The Hangover, sin embargo, se convirtió en un nombre mucho más apreciado para los productores. El tema con Andy es que su personalidad no estaba bien definida. Ya había tontos, sarcásticos, chupamedias, holgazanes, criticones. Andy no encajaba con ninguno de esos roles, ni siquiera encajaba bien como cornudo. Es un personaje insufrible desde su debut en el inicio de la temporada 3. Y es por eso por lo que terminó siendo el manager y mutando a un proto Michael con rasgos de su antiguo yo.

Volviendo a Michael Scott, en su rol secundario, o cuando el argumento no lo tiene en el foco, su redención se diluye porque no es necesaria. En esos momentos, Michael es un gatillo de humoradas y momentos de vergüenza que ya nunca van a alcanzar los picos de la temporada 1. Esos quedaron atrás.

Y el quiebre definitivo de su personalidad hacia su redención final tendrá su génesis con la llegada de Idris Elba.

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El famoso actor británico tiene su aparición pasando el ecuador de la temporada 5, en el episodio bien titulado “New Boss”.

A pesar de haber sido señalado como el manager de la sucursal que mejor vende, a Michael le ponen un superior con el cual –para variar– al principio congenia, y luego, celoso (otro de sus defectos más evidentes), ya no.

En una reunión posterior con David Wallace, no obstante, Michael recibe una de las mejores líneas que le hayan ofrecido a él y a la serie: “No sabes que tan alto puedo volar”. Michael renuncia a Dunder Mifflin luego de actos de enorme lealtad e inicia su propia compañía en la cual el fracaso está a la orden del día, pero termina siendo un enorme éxito por sus básicos desconocimientos financieros.

Sin embargo, todo este subplot tiene su importancia en otro lado.

¿Por qué lo acompaña Pam?

Este quiebre es fundamental y tiene su principio dos temporadas completas antes en “Business School”. En este capítulo fundamental, Michael hace un papelón en la clase de negocios de Ryan, a la cual fue invitado como speaker. Aparte de no saber responder correctamente las preguntas de los alumnos de la clase, descubre que Ryan, en su tesis, ha pronosticado la quiebra de Dunder Mifflin, lo cual impresiona a Michael por múltiples razones.

Es en ese desenlace cuando llega a la muestra de arte de Scranton, donde Pam está mostrando unos trabajos que casi nadie de la oficina –todos invitados– fue a ver. Michael se muestra orgulloso de Pam (es casi otra persona en ese final) y hasta le compra un dibujo de la empresa para colgar en las paredes de la oficina. Pam, que siempre mostró muchísimo desprecio por su jefe, le da un sentido abrazo que se repetiría una vez más, al menos con emoción sincera.

Lo que nos otorga ese momento es el inicio de una relación de aprecio de Pam hacia Michael. Hasta ese momento, no era correspondida. Luego se siente como la relación de un par de hijos adolescentes (Jim y Pam) que adoran a su padre aunque estén constantemente avergonzados por sus actitudes.

Es por eso por lo que Pam se va con Michael a fundar “Michael Scott Paper Company”. El dique se quebró del todo. El cringe desplegado por episodios y episodios da paso a otra cosa.

Michael entiende poco y nada. Es un ridículo. Pero es un ridículo como muchos otros y se lo ve claramente en el principio de la cuarta temporada. En “Money”, Michael tiene que confrontar una serie enorme de deudas que le ocasiona el desempleo de Jan, su novia, y su desenfreno comprador. Michael consigue un trabajo extra que lo hace desgraciado pero apreciado por sus nuevos compañeros. Es un capítulo donde se puede apreciar por completo su humanidad, escondida tras capas y capas de irrealismo, narcisismo e inmadurez.

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Cuando retorna a Dunder Mifflin se viene una temporada, la sexta, en que Michael en ciertas situaciones aún se maneja como en el pasado, pero ya no es el mismo.

El segundo episodio, “The Meeting”, es un buen ejemplo de esto. Antes le costaba mucho admitir sus errores, e incluso, hacerlo podía ser más bien un acto de evaluar que podía existir algo aún peor. En este capítulo, Michael cree que Jim quiere reemplazarlo como manager y sabotea su entrevista con David Wallace. Al comprender su error, inmediatamente se arrepiente y pasa buena parte del día viendo cómo solucionarlo. Cosa que logra. Por supuesto que el ascenso de Jim a manager adjunto traerá decenas de escenas de celos de Michael en capítulos venideros.

Quizás sus escenas más cercanas al pasado se verán en “Double Date”, cuando corte con la madre de Pam en el medio de su cumpleaños al enterarse de su edad, y “Scott’s Tots”, episodio imposible de ver por todo lo que pifia. En medio tendremos dos muestras de su nueva personalidad en dos episodios espalda con espalda.

“Murder”, en el cual Michael sospecha que Dunder Mifflin está al borde de la quiebra y quiere que su staff se distraiga con un juego de mesa. En este episodio es posible argumentar que es Jim el insoportable, y el argumento se acepta cuando quien vence el pulso es Michael.

El capítulo siguiente es efectivamente el de la quiebra. “Shareholder Meeting” nos muestra cómo invitan a Michael a New York para la reunión de accionistas. Lo invitan por ser el manager de una sucursal exitosa, pero en realidad el desguace está ya activado. Michael da un discurso muy optimista pensando que todavía hay una salida. Dunder Mifflin es en esencia su vida hasta ese momento específico. Y, sin embargo, resulta insultado por sus superiores.

El final de la temporada ve a la empresa siendo adquirida por SABRE, una multinacional de venta de impresoras. En “Date Mike”, llegando el final, se nos muestra al Michael de otra época por un rato, pero es un espejismo.

La última temporada de Steve Carell, su canto de cisne, descubrimos cuánto quieren los guionistas al personaje, al actor y a su evolución en todo aspecto.

Algo similar ocurre en Parks & Recreation. Leslie Knope tiene una primera temporada donde ponen a Amy Poehler a imitar al Michael Scott de la temporada 1. Un narcisista desajustado de la realidad. Una vez más, los mismos productores (Greg Daniels, Michael Schur) se dan cuenta de que no es el gusto local y lo transforman totalmente. El resultado es una de las mejores comedias de la historia.

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La séptima temporada arranca con cinco episodios en los que, en otra era, Michael habría hecho desastres. Pongo un ejemplo:

Capítulo 3, “Andy’s Play”. A estas alturas, los productores ya decidieron que Ed Helms va a reemplazar a Steve Carell, al menos en forma física, y le dan un protagonismo exacerbado. Aparece donde antes no aparecía, tiene diálogos que previamente se hubieran otorgado a otro actor. Desarrolla amistades. Con Darryl es de las más extrañas, sin embargo, Craig Robinson es tan gracioso que la hace funcionar.

En este episodio, Andy invita a todos a su obra de teatro amateur: Sweeney Todd. La trama pasa por dos lados, la bronca de Michael por haber audicionado y no haber sido elegido y las ganas que tiene Andy de que Erin vaya a verlo. En la temporada 1 (o incluso 2 o 3), Michael Scott habría hecho un papelón infame subiéndose al escenario o algo peor. En la temporada 7 se limita a algún comentario negativo, un abucheo y un vino metido de prepo. Eso es todo. Se nota como el cringe se va hacia el lado de Andy, su sucesor, con toda una larga escena en la cual le suena su teléfono celular en medio de la obra.

Dos capítulos después, “The Sting”, con una gran participación de Timothy Olyphant, Dwight y Jim le piden ayuda a Michael para conseguir una cuenta. Tras una elaborada trama que recuerda a temporadas pasadas, Michael consigue la cuenta y al vendedor. Un diálogo nos indica algo muy importante. En la llamada que le hacen a Michael, sus dos vendedores le dicen básicamente que a ese cliente no lo conseguirán sin su presencia. Y en la entrevista con el cliente, Michael es en verdad un gran vendedor. La redención ya está activada y no se puede detener.

Se revalida un par de episodios después cuando notamos cómo Erin lo tiene como figura paterna en “Viewing Party”. Es cierto, Michael tiene raptos de celos e inmadurez a lo largo del episodio, pero se reivindica al final.

Ya está todo en progreso. En capítulos sucesivos, Michael manda a cagar a Ryan (su eterno protegido) en “WUPHF.com”, se descubre como alguien capaz de ser inteligente en “China” y ayuda a Andy en su seminario de negocios en “The Seminar” mientras redescubre su relación con su gran amor, Holly, la representante de recursos humanos que vuelve a la sucursal de Scranton.

La relación recomienza con uno de los capítulos más hermosos que haya dado una sitcom.

Michael se pierde en Scranton y Dwight y Erin descubren que Holly es la clave para encontrarlo. Seguramente lo vieron, y si no lo hicieron, no quiero spoilearlo. Es notable cómo lograron transmitir tanto amor en un episodio. El escritor principal fue Brent Forrester, un veterano que supo escribir uno de los mejores capítulos de Los Simpson, también una suerte de oda al amor, el magnífico “Homero vs. Patty y Selma”.

“The Search” es el capítulo 14 de la temporada 7. Michael se está por ir y, de acá en adelante, la redención se cumple totalmente. Michael se ríe de Threat Level: Midnight, la película que filmó y su proyecto más preciado, manda a la mierda a Packer, su viejo amigo y la peor persona sobre la faz del planeta, le pide matrimonio a Holly de una manera maravillosa y anuncia su ida.

En el pasado, hubiera tratado pésimamente a su reemplazo, pero Michael ya es otro. Ya se redimió. La escena de celos dura dos segundos y el bizarrísimo DeAngelo Vickers (Will Ferrell) es nombrado su sucesor sin problemas.

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Llegamos al final.

Y el final es como siempre en estos casos, o casi siempre, un rebote al principio. El anteúltimo episodio de Steve Carell en The Office se llama “Michael’s Last Dundies”.

Tiene sentido. Su redención comenzó hace mucho tiempo. Con celulares con tapita y el principio de YouTube en ese primer episodio de la segunda temporada, sufriendo bullying y conmiseración de los empleados a quienes más aprecia y más quiere que lo aprecien.

En “The Last Dundies” todo el cringe es de DeAngelo, que tiene vergüenza de actuar en público. Michael hace algún chiste desafortunado, pero todo termina con una canción interpretada por sus empleados y dedicada a él en la oficina, su lugar en el mundo, el espacio que está dejando para irse a vivir a Colorado con el amor de su vida. Michael llora de alegría pues su sueño se cumplió.

Tal vez no lo admiren. Pero lo aprecian. Son sus amigos.

El capítulo siguiente es de lo mejor que se ha escrito en sitcoms hasta la fecha. A la altura de “The One with the Prom Video” de Friends, “The Summer of George” de Seinfeld, o “One Last Ride” de Parks & Recreation. Incluso diría que está a la altura de “Remedial Chaos Theory” de Community.

Michael anuncia que el próximo día es su último día y prepara despedidas individuales. Por momentos con humor, y por momentos con ternura, las despedidas se van sucediendo.

En su última reunión de staff, a la vista de todos se emociona sin razón y se va a su oficina. Jim lo sigue y descubre algo fundamental: Michael no se va al día siguiente, sino en apenas unas horas. El diálogo que mantienen es emotivo. La redención, que se cocina lento a lo largo de más de alrededor de 140 episodios, ha concluido por fin.

El avión despega ante la mirada de Pam, que hace unos minutos le pudo dar su segundo sentido abrazo.