Los invisibles #11: los 23 argumentos universales

Alguna vez, dentro de un salón de clases escuché: “hay 23 argumentos universales para contar”, y entre desconcertado e incrédulo tomé una semana en confirmarlo. No podía ser, me decía, si ya se hizo todo para qué me voy a gastar.
Pero al investigar en aquel momento, descubrí que los diferentes argumentos que se gestaron en la Antigua Grecia y también en la Biblia, por su influencia y recurrencia, compartidos por distintas culturas, formatos y épocas, se ganaron esta clasificación de “universal” por el peso de la tradición.
Si las historias son iguales, lo que cobra valor es el cómo. Si un argumento trata sobre la búsqueda de un tesoro, un Scorsese no lo contará de la misma forma que un Shyamalan. Sin demorar más, arranco con los 23 argumentos universales, cuyos títulos hablan por sí solos:
- La búsqueda del tesoro. Quizás una de las primeras historias que hablen de esto sea Jason y los argonautas en la búsqueda del vellocino de oro, por nombrar la más conocida. Un ejemplo significativo en el cine es The Goonies (1985, Richard Donner).
- El retorno al hogar. El final de la guerra de Troya nos dejó varias historias universales a lo largo de los milenios, y la más significativa es la vuelta del héroe Odiseo (Ulises para muchxs) a su hogar en Ítaca y la infinidad de obstáculos en el camino a lo largo de 20 años. Sin más, gracias a esta historia nace la palabra “odisea” (¿alguien dice uliseada?). Lion (2016, Garth Davis) es una potente película sobre un niño que, tras perderse, vuelve a casa después de 25 años. Obvio que ya adulto.
- La fundación de una nueva patria. Volviendo al final de la guerra de Troya, Eneas logra escapar y fundar lo que sería Roma, lo que se relata en La Eneida. Citar El nacimiento de una nación (1915, David Griffith) es obligación, pero por estos lares tenemos lo nuestro y es interesante ver La guerra gaucha (1942, Lucas Demare).
- El instructor benefactor. Lo tenemos en la Biblia, y es la historia del Mesías, aquel que viene para hacer el bien, salvar a la humanidad, un pueblo, o lo que sea. Puede ser cualquier film de súper héroes, y ciñéndonos en la primigenia de la Biblia y su Mesías, Rey de reyes (1961, Nicholas Ray) sobre la vida de Jesús de Nazareth es loable.
- El intruso destructor. Si el anterior es sobre Jesús, en este caso es lo contrario: el Diablo, el maligno. Es claro este ejemplo en Brightburn (2019, David Yarovevsky).
- La venganza. En La Orestiada, también con origen en el final de la guerra de Troya, Orestes no acabará hasta vengar la muerte de su padre Agamenón. John Wick (2014, Chad Stahelski) es la cabal muestra de la potencia de la venganza como argumento.
- El mártir y el tirano o de los celos. Si bien esto nace con Antígona, otro buen referente es Otelo, de Shakespeare. Ágora (2008, Alejandro Amenábar) trata sobre Hypatia y su lucha por salvar la sabiduría del viejo mundo ante las nuevas religiones. Más enfocado en los celos tenemos She Devil (1989, Susan Seidelman).
- El contraste entre lo viejo y lo nuevo. Este contraste es efectivo en la novela de Chéjov El jardín de los cerezos, y viene a mi mente una película que vi hace unos años y me encantó: Lo viejo y lo nuevo (1929, Sergei Eisenstein y Grigoriy Aleksandrov).
- El amor inestable. O lo que en estos tiempos podemos catalogar como amor tóxico. Admito no ser un gran veedor de películas que lleven en el título “amor” o “romance” o algún sinónimo por el estilo, pero La guerra de los Roses (1989, Danny DeVito) aplica a este estilo.
- El amor redentor. Simplemente La Bella y la Bestia, en todas sus versiones.
- El amor prohibido. Simplemente Romeo y Julieta, en todas sus versiones.
- El seductor infatigable. Un don Juan por antonomasia, Don Juan de Marco (1995, Jeremy Leven) es el título más simple al que caer, con una de las últimas actuaciones de Marlon Brando.
- La mujer adúltera (¿por qué no La seductora infatigable?). Más allá de la termeada en el término, el concepto es similar al 12. En este apartado encontramos Madame Bovary y sus varias versiones a lo largo de la historia del cine.
- La ascensión por amor. Cenicienta es el cabal ejemplo de este argumento.
- El ansia de poder. Gran motor de historias, siempre presente e impulsor como en Wall Street (1987, Oliver Stone).
- El pacto con el demonio. Fausto es la base literaria para este argumento, en el cine el mejor pacto con el demonio lo hizo Jack Black en Tenacious D in the Pick of Destiny (2006, Liam Lynch).
- El ser doblado. Hablamos de personajes con doble o múltiple personalidad, como Doctor Jekyll y Mister Hyde, modelo que quizás se haya usado en Fragmentado (2016, M. Night Shyamalan).
- El conocimiento de uno mismo. Siete años en el Tíbet (1997, Jean-Jacques Annaud) tiene un argumento con una marcada evolución del personaje.
- El interior del laberinto. Ya los últimos argumentos universales hablan por sí solos, y si hablamos de esto, cabe mencionar El laberinto del Fauno (2006, Guillermo del Toro).
- La creación de vida artificial. Nace en el mito de Prometeo y Pigmalión, y es inevitable no empatizar con El Hombre Bicentenario (1999, Chris Columbus).
- El descenso al infierno. El viaje al inframundo se popularizó en el mito de Orfeo, entiéndase la caída al infierno como la caída en la oscuridad, la perdición, como en Apocalipsis Now (1979, Francis Ford Coppola) o Un día de furia (1993, Joel Schumacher).
- La eterna juventud. Es obvio la referencia al Retrato de Dorian Gray. En un principio, los argumentos universales eran 21, pero en las últimas décadas se añadieron dos más para llegar a este número 23.
- La huida del hogar. Teniendo en cuenta el último número de la Revista 24 Cuadros, Ridley Scott utiliza este argumento de manera magistral en Thelma & Louise (1992).
Como verán, es inevitable no reconocer estos argumentos en una infinidad de películas, y vendrán a la mente de cada unx muchos ejemplos. La importancia radica en cómo se cuenta, cómo darle una originalidad que lo vuelva destacable y entretenido.
Nadie tendrá la verdad absoluta, pero al saber qué se hizo y cómo, a veces puede ayudar a darle un giro más a la historia que escribimos.
Los intelectuales en esta materia seguramente seguirán dando vuelta en este asunto, añadirán alguno más, a quienes les interese el tema recomiendo leer “Las 36 situaciones dramáticas universales”. Sí, 36. Yo vine con 23. ¿Hay alguna diferencia? Algunas hay. Quizás es un buen tema para tocar en la próxima.