Fresh y Good Boy: doble función temática

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El fin de semana pasado me topé con dos filmes que, sin que me lo propusiera de antemano, compusieron una doble función temática. Uno de ellos es Fresh (Mimi Cave, 2020), que me decidí a ver luego de la sabia sugerencia de una amiga querida. El otro es Good Boy (Viljar Bøe, 2022), que venía posponiendo hace bastante. Ambas historias parten de una premisa similar para luego desembocar en el terror, siguiendo cada una un camino de delirio distinto. De hecho, ambas tienen como protagonista a una chica que conoce a un chico por medio de redes sociales. El chico, al principio, se muestra encantador. A los pocos días de estar juntos, el chico le propone a la chica ir a pasar el fin de semana a un lugar apartado. La chica acepta. Y cuando por fin arriban al lugar, las cosas cambian. El chico deja de ser un dulce de leche y lo que parecía un idilio se convierte en una pesadilla.
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Fresh es el primer largometraje de Mimi Cave. Entre los productores de la película se encuentra un nombre ilustre: Adam McKay, director de Don’t Look Up (2021) y The Big Short (2015), quizá una de las descripciones más precisas de la timba financiera que generó la debacle de 2008. Fresh tiene como protagonista a Noa (Daisy Edgar-Jones), una mujer de veintipico que no tiene mucha suerte a la hora de conocer hombres mediante redes sociales. No obstante, en los pasillos del supermercado Noa se topa con Steve (Sebastian Stan), un tipo simpático y atractivo que le pide su número y luego la invita a salir. La afinidad es inmediata. A los pocos días, Steve le propone una escapada de fin de semana a una cabaña fuera de la ciudad. Aunque algo apresurado, todo parece marchar a la perfección. Sin embargo, ni bien llega a la cabaña, Noa se desvanece. Cuando despierta, Noa descubre que está encerrada en una habitación, con un grillete en el tobillo. Steve —o quien al menos dice llamarse así— la ha secuestrado. Y el motivo que este personaje tiene es, sin duda, macabro. No voy a revelar aquí esta razón, puesto que implicaría revelar el punto central de la historia. Sin embargo, se juega en este detalle una metáfora que admite numerosas interpretaciones. Una de ellas —quizá la más ostensible— remite a una crítica ácida de las relaciones machistas. Otra refiere el deseo de posesión que se torna ansia patológica. Pero, por sobre todo, me parece que Fresh desnuda —no con alusivo ánimo realista sino en plan de historia de terror, por supuesto, como es lo real con todos sus excesos— la cruda relación del dinero con los cuerpos en esta época de ricachones a la caza de sensaciones inauditas. Una idea similar circula, por ejemplo, en esa otra gran película llamada The Menu (Mark Mylod, 2022).

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Good Boy es un filme noruego, dirigido por el joven cineasta Viljar Bøe, que supo ganar su público gracias a los buenos comentarios en foros y blogs de cine de terror. Aquí la historia arranca con Christian Iversen (Gard Løkke), un muchacho de veintipico que vive en un caserón señorial. Christian se ajusta a una rutina prestablecida: hace ejercicios, duerme siguiendo horarios estrictos y se cocina su propia comida con delicadeza de chef. Christian comparte la casa con Frank (Nicolai Narvesen Lied), un hombre disfrazado de perro. Frank se comporta en todo sentido como un perro: camina en cuatro patas, se comunica con ladridos, come en un plato para perros. Por ende, lo extraño en la historia aparece de entrada. Christian conoce a Sigrid (Katrine Lovise Øpstad Fredriksen) por medio de una aplicación de citas. De inmediato hacen buenas migas. Sin embargo, Sigrid se siente confundida cuando conoce a Frank. Al principio, Sigrid no se siente segura. Pero luego de considerar la posibilidad de que la relación entre Frank y Christian sea consensuada —y, sobre todo, después de descubrir que Christian es un niño rico—, Sigrid decide continuar la relación. Las cosas parecen ir por buen camino. A pesar de lo poco que aún se conocen, Christian le propone a Sigrid ir a pasar unos días en el bosque. Por supuesto, Frank los acompañará en el viaje. Sigrid acepta. Y en la lejanía se producirá la lenta transformación de Christian y de Frank. No será un cambio repentino. Poco a poco, el encanto de Christian se desfigurará en un salvajismo frío y autoritario. Y Frank, por su parte, dejará de ser tan perruno. En este sentido, Good Boy salta sin intermedios de la comedia extraña al terror desagradable y corrosivo que recuerda vagamente al llamado extremismo de la primera década del siglo XXI. Hay también en Good Boy cierta crítica de la corrección política que, por ejemplo, elabora muy bien esa cachetada de película llamada Speak No Evil (Christian Tafdrup, 2022).

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Fresh está disponible en Star+. Good Boy tiene su cucha en los repositorios rusos de cine. Por cierto, qué hermoso cuando nos ocurren estos hallazgos fortuitos. Viva la suerte. Muerte al algoritmo. En fin, al menos este encuentro casual entre Fresh y Good Boy me ha alcanzado para recuperarme de la resaca de las fiestas de fin de año. Y un poco me ha ayudado también a distraerme de esta pesadilla libertaria que venimos padeciendo.



