Reseña: Red Rocket

Por lo general, las personas que no cachan que la están cagando no se ven aludidas que sí, la están re cagando. También suele haber otra persona que los acompaña con cierto grado de empatía; cercanía, con el personaje, que acaba de decir un comentario desubicado, el cual le pide que tenga respeto, y que mida sus palabras. El que la caga, la caga siempre y continúa cagándola. Entonces hay que indicar que no está bien decir ciertas cosas, así sin filtros previos. Rara vez estos tipos están equivocados, se creen todo lo que dicen. Hay ocasiones en que no entienden a la primera alerta, sino que hay que insistir, y otras veces, putear a los gritos y exigir que se calle, por favor. Doy por hecho que todos conocen a alguien así. Me imagino uno en cada grupo del mundo. Al igual que vos, que estás leyendo en estos momentos. Debe haber similitudes y réplicas de personalidades, o eso me gusta creer, por lo mismo, los actos humanos no son ajenos y algo novedoso, sino que todos conocemos a un “Mikey Saber”, o nos contaron sobre alguien así: “Un cara de raja”. El que es protagonista de Red Rocket. Un personaje de lo más terrenal que pueda existir. Con sus vicios y dudosas virtudes. Importado de Babilonia, por dar un ejemplo. Adentro del film, por cierto.

Escrita por una dupla que lleva varias: Starlet (2012), Tangerine (2015), The Florida Project (2017) y la que hablamos ahora Red Rocket (2021). Con ustedes: Sean Baker y Chris Bergoch. Estrategas del duro trabajo previo, y el más entretenido, quizás, ya que es donde imaginás más posibilidades con tus personajes.

Desde la construcción del universo y el espesor de sus protagonistas. Largometrajes que van ligados a cotidianidades e historias que sí existen, con personajes que te podrías topar en una ida al parque un domingo por la tarde. O quizás siendo uno de ellos. ¿Quién sabe?

Además, son muy buenos creando empatía con sus personajes. Lo tienen clarísimo en las oficinas de A24, la productora a cargo.

Hablando sobre el trabajo de la dupla que acabo de nombrar, a mi parecer, se caracterizan por sus diálogos, los que describo como interesantes e intensos y con mucho ritmo, que en cierta medida guían al relato en una coreografía. En sus diálogos encontraremos de todo, no se guardarán nada ni se limitarán. El drama como herramienta, y me pregunto: ¿qué vida no tiene drama? Unos más ásperos que otros.

En Red Rocket la dirección corre por cuenta de Sean Baker, un nombre con experiencia en el tema. El que aborda un lenguaje audiovisual un tanto pornográfico, no siendo literal con las escenas de sexo. Por ejemplo, en un plano conjunto, mientras caminan por la playa, la cabeza del protagonista no aparece, sino que el peso del plano se queda con la actriz, manipulando la escena y haciendo parecer que es una escena porno. También mantiene una lejanía fría con que se observa a los personajes. Otro guiño que logré leer en el largometraje es sobre cómo lidiar con los mitos de un actor porno. Que se cree que siempre es vigoroso, capaz de estar con dos o tres chicas a la vez, dejando expuesto que es falso y exponiendo al personaje a automedicarse para poder funcionar sexualmente.

En este aspecto, el conflicto del estereotipo del personaje funciona. Pero allá en EE. UU. Porque existe una industria activa de vídeos para adultos. Y así te podés topar en la calle con Leonardo DiCaprio o haber sido compañera de clase de Zendaya Maree, en el kinder. O tu vecino puede ser un actor porno. ¿Por qué no? Es Gringolandia. En fin.

Hablando sobre la carrera del protagonista, Simon Rex, es alguien que al parecer ha hecho de todo, tanto en el cine como en lo personal. Con una carrera de rapero y últimamente de youtuber, hasta que fue reclutado por el equipo de Sean Baker para protagonizar Red Rocket. Interpreta a Mikey Saber, un actor porno en decadencia, que vuelve a su ciudad natal, Texas, Galveston, donde no encuentra muchas oportunidades de cómo reinventarse.

La película expone un machismo grotesco y despiadado que, a través del personaje, vomita cosas desagradables. También me genera la idea que, en Galveston, donde ocurre la película, existen muy pocas personas, no hay empleo y lo más grande que existe es una refinería de petróleo. En un par de escenas, tiene algunos guiños a la historia del lugar, sobre huracanes y campos de exterminio.

Actoralmente, Simon Rex la rompe. A mi parecer, logra un personaje perfecto, con ese matiz oscuro que te genera ganas de putearlo y llegar a odiarlo. Son sentimientos malos, pero bien conseguidos para la película. Además, esa personalidad compulsiva del personaje te descoloca e incomoda.

Como en el comienzo, di por hecho que todos conocen a alguien con alta intensidad y energía. Capaces de vender arena, en el desierto. O de cagar un buen panorama. Seguro que se toparon con alguien con una personalidad así, y que a su favor podríamos decir que tienen un grado de buena onda o de ser muy apañadores en todo. A veces, esos sujetos tienen un sentimiento grato y te generan entre amor y odio, hasta algo de cariño.

Desubicados hay en todas partes y en todos los formatos. Es cosa de hacer memoria. En el colegio, en la calle, en el taller de lo que sea, en el grupo de amigos nuevo, etc. Siempre hay alguien que habla más de la cuenta. Y es bueno, no es malo. A veces esas personas tienen buenas ideas y se hace entretenida la conversación. En Red Rocket no, sino que encontrarás la historia de un hijo de yuta, con una dirección de fotografía bellísima de la mano de Drew Daniels, llevada a una luz natural, con altos contrastes y con un montaje cinematográfico hermoso, digno de algún premio de academia.