Antidisturbios: «LA» serie española

Si el 2021 fue un año atípico, puedo confirmarlo al decir que vi varias series españolas que me sorprendieron, entre ellas, Antidisturbios.

Un grupo Antidisturbios de la Policía, tras un desahucio que termina con la muerte accidental del inmigrante Yemi Adichie, deberá enfrentar la investigación de Asuntos Internos para saber si hubo abuso policial o no, es decir, si van presos, pierden el laburo, o siguen como si nada. Poco a poco, se revela una trama que involucra a más jugadores en el tablero para que el asunto quede en el olvido.

Ya en el inicio del primer capítulo tenemos el gancho perfecto para sentarnos y ver de un tirón la serie completa. Primero, en un juego de mesa trivial en familia presenciamos un momento incómodo cuando Laia Urquijo (Vicky Luengo) siente que su padre intenta hacerle trampa en una pregunta. De la nimiedad del asunto salta la implacable personalidad de Laia y la incomodidad que transmite a la escena y la tensión que imprime al momento. Con una sola escena y sin remarcarnos de qué trabaja, queda claro que ella es quien llevará sobre sus hombros la investigación de Asuntos Internos.

El segundo momento del primer capítulo es la secuencia del desalojo que termina mal. Al poner la cámara muy encima de los actores, eleva muchísimo la intensidad que ya es impactante porque presenciamos cómo estos tipos cumplen órdenes para echar gente de sus hogares. Es imposible empatizar, salvo que seas de una fuerza del orden. Pero, en fin, cámara en mano, temblorosa, logran transmitir lo difícil de la situación, con gente que lucha por su lugar, con un operativo que no debería llevarse a cabo por no contar con refuerzos, pero con la orden de un juez de arriba irremediable de hacer el desalojo sí o sí aunque las fuerzas antidisturbios sean pocas. Entre tanto caos, con vecinxs que filman y vecinxs que se meten, la tensión se corta cuando el sonido seco de Yemi al caer paraliza a todxs.

A partir de esta secuencia, la investigación irá evolucionando hasta que incluso los seis individuos de la Unidad de Intervención Policial (UIP), los Antidisturbios para ser claros, quedarán en un segundo plano. Seis individuos que están rotos desde lo psicológico, cada uno con su tema, con la presión y las decisiones que deben tomar tanto en lo personal como en el trabajo. Es un relato coral, de hecho, cada capítulo lleva de título el nombre de algún personaje. Y, poco a poco, nos humanizan a estos policías con las cargas, responsabilidades y frustraciones de sus vidas.

A través de Laia Urquijo, la investigación lleva a las zonas oscuras del sistema donde esta Unidad solo es un daño colateral, los que deben pagar los platos rotos para que todo siga igual. De la manera progresiva en la que insertan el tema, y cómo va desarrollándose en paralelo a la evolución de lxs personajes, para mí, la convierten en el thriller del año pasado. Pavada de recomendación doy.

Quizás encuentro el gris en el mensaje que termina dando. La empecé ver al leer que dejaba mal parada a la Policía, al contrario, me encuentro que al final obvia el accidente principal, la víctima Yemi se pierde en el sistema y se vuelve anónima, un mal recuerdo, un silencio, mientras que los Antidisturbios terminan casi exculpados y con la justificación de la violencia empleada simplemente porque el sistema falla desde arriba. No sé si habrá sido adrede o no, pero una frase de la serie resulta ejemplificadora: “la policía siempre gana”.

Para concluir, a pesar del último párrafo, Antidisturbios es una gran serie que logra hilar la tensión a lo largo de sus capítulos, con personajes interesantes y con un apartado técnico desde el movimiento de cámara y los encuadres que incomodan y mantienen la intensidad de los momentos de acción (muy buena la secuencia con los ultras franceses). La ficción española es más que La Casa de Papel, y Antidisturbios la deja muy bien parada.