Entrevista a Albertina Carri, directora de «Cuatreros».

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En el pasado Festival de Mar del Plata una de las películas más destacadas de la Competencia Latinoamericana de Largometrajes fue «Cuatreros», el nuevo film-ensayo de Albertina Carri («Los Rubios», «Géminis»).  Con motivo del estreno de la película, el próximo 2 y 3 de febrero en Gaumont y MALBA respectivamente, conversamos con la realizadora.

Pueden leer nuestra reseña de la película aquí.

“Cuatreros” aparece articulada a través de un ensayo narrado en off. En alguna ocasión comentaste que el texto apareció de forma previa y la película, de alguna manera, se articuló en función de ese escrito. ¿Cómo llegaste a escribir ese texto? ¿En qué momento te diste cuenta que ese escrito podía ser el puntapié para una película? ¿Qué modificaciones sufrió mientras la película se estaba gestando?

Albertina Carri: En un principio intenté durante varios años hacer una ficción sobre la vida de Isidro Velazquez, un gaucho de leyenda sobre el que mi padre escribió un libro en 1968, tomándolo como caso de referencia y haciendo con esa historia una reflexión y una crítica al cuatrerismo de los poderosos pero incluso a los estudios sociológicos que no daban cuenta de estos personajes que de algún modo representaban el deseo de “venganza” del pueblo oprimido. Luego de escribir varias versiones de guión abandoné ese proyecto porque en términos de ficción la historia de Isidro carecía de tensiones narrativas, había sencillamente unos malos (el ejército, la policía, la oligarquía chaqueña) que perseguía a este ladrón de poca monta hasta matarlo, pero faltaban traiciones, enredos, una tensión dramática menos literal que esta persecución tan directa y nada más. Y así abandoné el proyecto hasta que luego me convocaron para hacer una performance sobre proyectos inconclusos y entonces me senté a escribir la historia de la película imposible. Terminada la performance abandoné nuevamente el proyecto y me puse a hacer otras dos ficciones hasta que mi productor y gran amigo Diego Schipani, me convenció que ahí había una película y debíamos buscarla. Me negué durante un largo tiempo hasta que su convencimiento me resultó tan contundente que decidí al menos probar a ver si la película aparecía, empezamos entonces a trabajar con Lautaro Colace, el editor, la composición y convivencia de las multiples pantallas y mientras eso ocurría yo iba reescribiendo el texto, sobretodo me parecía importante desde el texto también dar cuenta de los cambios políticos y personales que había vivido en los últimos años. De algún modo también para dar cuenta de la frase del libro de mi padre que dice “más importante que la crónica de los sucesos es la significación actual de los mismos”. Creo que esa frase es el faro de toda la película.

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La película, en algún punto, parece una suerte de continuación de “Los Rubios”, de hecho da la sensación de comenzar con acontecimientos que ocurren inmediatamente después que aquella película finaliza. ¿Sentís que hay una conexión directa e inmediata entre ambas películas? ¿Buscaste expresamente vincularlas?

AC: No busqué especialmente vincularlas pero su vinculación es inevitable porque vuelvo sobre la desaparición de mis padres, sobre la memoria, sobre los recuerdos, lo difuso y lo confuso, las certezas que da la muerte. La herencia de violencia con la que carga nuestro país. La gran diferencia con Los rubios, es que yo allí todavía era hija y ahora, de algún modo extraño dejé de serlo, aunque esto sea imposible, lo que quiero decir es que ya no los miro como una niña a la que dejaron en el mundo de los vivos, sino como adulta, más grande que ellos. Entonces ahora Roberto y Ana María pasan a tener otra envergadura en mi vida, discuto con iguales, con dos jóvenes brillantes que fueron asesinados por sus ideales en un mundo lleno de injusticia, pero ya no como dos padres que de algún modo no me eligieron y se la jugaron por su causa. En Cuatreros les agradezco esa herencia de libertad y determinación que me dejaron.

En el film se plantea de algún modo una relectura de la historia nacional del siglo XX a partir de la búsqueda y construcción mitológica que gira en torno a la imagen de Isidro Velázquez ¿Qué es lo que te cautiva del personaje? ¿Qué importancia te parece que tiene para la actualidad nacional reflotar su figura?

AC: No se si me hubiese interesado en Velazquez si no hubiera existido el libro de Roberto. Para mi Velazquez siempre fue eso, un personaje de mi padre y lo que me interesó en un principio fue esa búsqueda, encontrar a mi padre a través de Isidro, buscar las marcas de su obra, de su pensamiento, a través de este caso particular que es el de Velazquez y Gauna.
Me parece que en la actualidad Velazquez sigue poniendo en evidencia la desigualdad social y la injusticia. La brutal persecución y posterior asesinato a un ladrón de poca monta al que además se lo acusó de cuanto delito circulaba por ahí, sigue hablando de lo que es capaz la pequeño burguesía argentina cuando ve su confortable y diminuto mundo amenazado. Algo así como lo que pasa ahora mismo con el avance de la derecha.

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Por otro lado, Velázquez aparece casi como una excusa para contar otras cosas y para reencontrarte con tu propia historia. ¿Cómo pensaste ese proceso?

AC: Esto diría que no lo pensé, más bien el proyecto y sus múltiples intentos fracasados de contarlo de otro modo me llevó a esto. Intenté de todos los modos posibles hablar solo de Velazquez y correr a mi padre, su libro, la película desaparecida, mi propia historia con respecto a todos esos eventos pero no logré. Siempre me parecía que en esos intentos había un silencio pudoroso que atentaba incluso contra los hechos verdaderos, contra la idea de la implicancia de esos hechos en el presente.

¿Cómo fue el desarrollo en la búsqueda y selección de imágenes para las diferentes “pantallas” que aparecen en la película? ¿Cómo encararon el trabajo con el montajista Lautaro Colace?

AC: La búsqueda del archivo llevó años, muchos años, porque incluso cuando empecé a buscar archivo siquiera tenía este proyecto en mente. Luego, el trabajo de selección y organización del material llevó otro tanto que hicimos con Lautaro durante todo 2015 para una video instalación que incluía parte de este material en otro formato completamente distinto. Por lo tanto cuando nos sentamos a hacer la película el material lo conocíamos de memoria pero además conocíamos de memoria materiales que nunca encontramos, fichas que leímos en archivos y pero que las latas nunca aparecieron y sin embargo esperamos hasta último momento. Así que el trabajo de montaje diría que fue un proceso de desapego, tanto de lo real como de la ilusión de lo que podríamos llegar a encontrar.

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¿Cómo definirías a “Cuatreros” en términos cinematográficos?

AC: Para mi es una road movie. Una película de ruta, de viaje incansable.

¿Cuáles considerás que son los principales desafíos de la distribución en nuestro país?

AC: Todos. Cada es más difícil estrenar una película y más difícil aún que la gente vaya a verla. Pero esto es una tendencia mundial. No es algo que le suceda solo a la argentina. La lógica de los multiplex ha generado un tipo de espectador que no elige lo que va a ver, va al cine y entra a ver la película que le queda bien por horario y cercanía. Y las películas más independientes, más autorales, menos comerciales, no tienen espacio en esos cines, entonces poco a poco, el gusto de los espectadores se ha ido corrompiendo y el cine va perdiendo poco a poco su carácter disidente. Aunque para mi “cine” es todo aquel que ponga en discusión el bienestar de los discursos hegemónicos, lo otro es propaganda capitalista, que es lo que en general se estrena en esos complejos.

¿Cómo ves el panorama actual del cine nacional?

AC: La Argentina tiene una historia de cinefilia y cine muy importante. Y creo que la continúa, siempre hay alguna gran película para ver, como fue El Invierno o La larga noche de Francisco de Sanctis. Dos grandes obras en medio de una gran diversidad de películas más y menos industriales y/o comerciales.

¿Estás trabajando en algún proyecto nuevo?

AC: Acabo de terminar el rodaje de Las hijas del fuego. Una película porno que discute que intenta deconstruir ese género machista y hetero patriarcal, desde una mirada de libertad y ternura con respecto al goce, al placer, al deseo y al amor.