…And justice for all – La trilogía de «Paradise lost»

“Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills” (1996)

  • El testimonio de una persona con un leve retraso mental y altamente sugestionable
  • Varios testimonios inverosímiles y de inexpertos

  • Y 3 jóvenes “raros” que escuchan heavy metal y se visten de negro

Estos fueron los ingredientes elegidos para crear a los asesinos satánicos perfectos, pero la fiscalía agregó accidentalmente otro ingrediente a la formula: el prejuicio… Y así nacieron los «West Memphis Three», con sus ultra-super-poderes: Damien Echols, Jason Baldwin y Jessie Misskelley dedican su vida a combatir el cristianismo y las fuerzas del bien.

Si no sabes de qué hablo y no cazaste la ironía ni la referencia en lo anteriormente dicho no te preocupes y alegrate porque tenés tres excelentes documentales por delante para disfrutar, así que te lo explico mejor:

Antes de que muchos conociéramos el trabajo de Joe Berlinger y Bruce Sinofsky mediante ese gran documental que le hicieron a Metallica en 2004 llamado “Some kind of monster”, tuvieron un hit en 1996 mucho más grande y a la vez seguramente desconocido para la mayoría de los que estamos al sur del continente: “Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills”.

En Mayo de 1993 fueron hallados en un bosque los cuerpos mutilados de 3 niños de 8 años, las victimas eran Stevie Edward Branch, Christopher Byers y Michael Moore (si, igual que el documentalista pero nada que ver), el responsable del crimen no aparecía y la investigación de la policía derivó a Jessie Misskelley, un joven de 17 años con un ligero retraso mental que fue interrogado durante varias horas hasta brindar un cuestionable testimonio, el cual se utilizó como uno de los principales motores junto a otras pruebas para acusarlos a él, a Damien Echols y a Jason Baldwin por el asesinato de los 3 niños.

paradise-lost-e1393128206696

La táctica que utilizó la fiscalía fue la de convencer al jurado que esos asesinatos habían sido parte de un rito satánico, donde principalmente se tildó de “adorador de Satán” a Damien Echols por tener ideologías afines con la religión Wicca, la cual no se vincula con Satanás, sino con la naturaleza. También le jugó en contra en esta acusación el hecho de que encontraran un libro de Aleister Crowley en su casa, a pesar de declarar que lo había sacado de una biblioteca por otros motivos que nada tenian que ver con lo satánico.

Aun más frustrante es el caso de Jason Baldwin, sobre el cual, increíblemente, se tienen aun menos pruebas de su culpabilidad, parece haber sido condenado simplemente por ser “el amigo del adorador de Satan”, culpable por asociación. No habiendo rastros de sangre, huellas dactilares ni pisadas, el lugar donde se hallaron los cuerpos se encontraba extremadamente prolijo en cuanto a las evidencias dejadas, sobre todo para que lo hubieran hecho unos chicos de entre 16 y 18 años.

Incluso había pruebas físicas, como el hecho de que a pesar de que las víctimas presentaban importantes pérdidas de sangre, en la presunta escena del crimen no se encontró ni una sola gota de la misma, lo que significaba que las víctimas habían sido asesinadas en otro lado y luego sus cuerpos fueron llevados al bosque donde se encontraron, cosa que ninguno de los acusados podría haber hecho ya que les era físicamente imposible por su contextura.

Finalmente los 3 jóvenes son condenados a pasar el resto de sus vidas en prisión, por el dictamen de una sociedad que no oye, no razona y no se sincera por miedo a enfrentar sus propios prejuicios. Insinuando incluso que el hecho de que alguien disfrute del terror y lea a Stephen King es signo de algo malo, si es así entonces los redactores de la 24 cuadros número 30 deberían ir todos presos.

El caso es complejo y es difícil de detallar de manera justa todos los elementos que intervienen en un texto de esta longitud, por eso recomiendo ver el documental (ademas de porque es excelente) para tener un mejor pantallazo de toda la situación, se lo merece. El documental deja mal parados a todos, a los jueces, a los fiscales, al jurado, a la policia y al sistema judicial, tan asi que recuerda al excelente trabajo que hizo Errol Morris en «The thin blue line», lo cual no es poco decir.  En definitiva, no fueron las evidencias las que mandaron a estos chicos a la cárcel, sino la falta de conocimiento que tuvo la sociedad sobre los cultos satánicos y la psicología de las personas, así como los prejuicios sobre “los raros”, los que se visten de negro y los fanáticos del heavy metal.

“Paradise lost 2: Revelations” (2000)

Esta secuela se centra en 2 cosas, por un lado en las repercusiones de su predecesora, que fue un éxito tan polémico que incentivó la creación de una agrupación llamada “Free the West Memphis Three “, la cual cree que la condena en contra de los 3 acusados fue injusta y busca probar su inocencia. Por otro lado se focaliza en lo teatral del personaje que es John Mark Byers (padrastro de Christopher Byers), y no podría referirme a él de una mejor manera que esa, “personaje”, porque tanto si tomamos esta palabra como sinónimo de un «ser ficticio», como si lo relacionamos con una persona que por su comportamiento se destaca de entre los demás, ambas encajan igual de bien en este caso.

Básicamente estas son las 2 líneas entre las que se mueve el documental, oscilando entre los esfuerzos de la “Free the West Memphis Three” por reflotar el caso y las extrovertidas y llamativas maneras de John Mark Byers de insistir en su propia inocencia frente a las acusaciones que le arrojan.

Byers decide tomarse el protagonismo del documental, en donde su culpabilidad por los asesinatos se ve insinuada en un crecimiento paulatino, donde el señor Byers se encuentra repleto de contradicciones, evasiones, victimizaciones y situaciones poco claras, pero claro, sobran las veces en la que lo vemos recordar lo mucho que amaba a su hijo y maldecir con furia a sus supuestos asesinos.

Por otro lado, uno pensaría que después de ver el primer documental de esta trilogía algo habría cambiado para bien cuando ya hubiera salido esta secuela, y por eso sorprende que no sea así. Si bien hay un cambio y una cantidad importante de gente se concientizo al respecto, resulta increíble que se sigan cometiendo los mismos errores en el proceso judicial y en semejante cantidad. Especialistas que se contradicen a sí mismos, especialistas que se contradicen con otros especialistas, un programa que se graba pero finalmente no se emite por miedo a algunas declaraciones que se hicieron a favor de los 3 condenados, un testigo ocular al que la policía se niega a tomarle una declaración y gente que, crease o no, después de todo lo sucedido continua juzgando a los jóvenes por su apariencia.

En una de las ultimas secuencias del documental llega la apoteosis de John Mark Byers, una canción de letra y música propias en la cual homenajea a su difunto hijo y que fue a grabar a un estudio pago, la cual reproduce frente a cámara y deleita con un playback donde, luego de todo lo mostrado durante el documental, provoca en el espectador una sensación mezcla de vergüenza ajena e impotencia.

El film cierra con unas declaraciones de dos de los responsables de que los tres jóvenes acusados terminaran en la cárcel, en dichas declaraciones sus palabras aseguran que mantienen su postura sobre la decisión tomada en ese momento, mientras que sus gestos y expresiones parecen tomar otro rumbo y denotan inseguridad. Luego de esto tenemos un fuerte contraste al ver a Damien Echols rectificando ahora la última frase que utilizo para cerrar el documental anterior, demostrando así un mayor crecimiento y madurez que cualquiera de los responsables de su condición actual.

“Paradise lost 3: Purgatory” (2011)

Paradise lost 3 es el merecido y justo cierre de esta trilogía, el cual por un lado se desvía de la línea de John Mark Byers que estuvo tan presente en su predecesora, pero por otro lado continua con su otra línea, la que muestra los esfuerzos de la asociación “Free the West Memphis Three”, quienes tras tantos años transcurridos ahora pueden apoyarse en los nuevos avances de la tecnología para traer al caso nuevas pruebas de la inocencia de los tres condenados.

Curiosamente la ultima parte de la trilogía parece retractarse de lo expuesto en Paradise lost 2 respecto al señor Byers, por un lado parece haber un asombroso arrepentimiento de John Mark Byers respecto a la culpabilidad de los West Memphis Three. Luego de verlo maldecir tantas veces a los supuestos asesinos de su hijo durante las primeras 2 entregas de esta saga, resulta inexplicable cómo logra sentenciar con tanta seguridad al final de Paradise lost 3 que Echols, Baldwin y Misskelley son inocentes. ¿Autopreservación?, ¿Una nueva reflexión objetiva?, ¿Paradise lost 2? Imposible saber qué fue lo que hizo cambiar la opinión tan arraigada de Byers, pero sea cual sea su verdadero desencadenante, el resultado solo puede ser positivo: el aplauso de la gente que lo repudiaba.

paradiselost3

Por otro lado, Byers ocupa un tiempo en pantalla mucho menor en esta nueva entrega, Paradise lost 3 decide centrar una de sus secuencias en Terry Hobbs (padrastro de una de las victimas) como posible asesino de los niños, quien a pesar de tener menos protagonismo que Byers en los films, posee aun mas contradicciones en sus discursos, mas pruebas en su contra y parece encontrarse más complicado a la hora de probar su propia inocencia.

¿Esto significa que la mitad de Paradise lost 2 utilizada para sugerir la culpabilidad de Byers fue una total pérdida de tiempo? En primera instancia es lo que surge pensar, pero claro que no, aquí se da algo curioso pero interesante, que estoy seguro que ni los realizadores del documental buscaban o consideraban cuando hicieron la secuela de Paradise lost. En las primeras 2 entregas (sobretodo en la segunda) el documental insinúa fuertemente la posibilidad de Byers de haber sido el verdadero asesino, con motivos entendibles pero en definitiva sin pruebas, juzgándolo mucho por su imagen y comportamiento, que (oh casualidad) es exactamente lo mismo por lo que fueron condenados los 3 jóvenes que la saga de documentales intenta defender y denuncia. Es como si luego de Paradise lost 2 sintieran que quisieron sacar algunas conclusiones apresuradas e intentaron corregir eso para Paradise lost 3 limpiando un poco la imagen de Byers. Incluso cuando se muestra como posible sospechoso a Hobbs, el documental decide retraerse y ser menos insinuante de lo que fue con Byers en la entrega anterior, como si los realizadores hubieran aprendido de su experiencia previa, y así en definitiva la trilogía del documental parece desarrollarse de forma similar a como avanza la lógica que presenta la realidad documentada.

Sin embargo, si bien es algo importante a destacar dentro de la trilogía, la mayor parte de Paradise lost 3 no se centra en esto, sino que retoma el sendero de las pruebas para exonerar a los condenados e insiste en la mala ejecución del juicio inicial. Básicamente aportando nuevas pruebas, con especialistas y científicos que se dedican al caso de manera comprometida. Si en las precuelas de esta cinta vimos que la justicia es ciega, acá vemos que es ciega pero nada más que porque quiere serlo, porque luego de todo el esfuerzo visto frente a cámara, las autoridades no quieren dar el brazo a torcer y siguen impidiendo que se presenten las nuevas pruebas y negándose a reconsiderar los hechos y conceder un nuevo juicio.

SPOILERS HASTA EL FINAL DEL PARRAFO: Todo lo mencionado recientemente termina desembocando en un final increíble y perfecto para la saga, pero lamentablemente no tan perfecto para los condenados. Estos logran salir de prisión mediante la “Declaración Alford”, en la cual (resumidamente) son puestos en libertad tras declararse inocentes de los actos pero a la vez culpables ante la ley (no sé, no pregunten, es raro, ilógico y contradictorio desde su concepción misma, yo no lo inventé). En un principio esta estrategia no deseaba aceptarla ninguno de los 3 jóvenes, ya que logicamente no querian declararse culpables por un crimen que no cometieron, pero se vieron obligados a hacerlo para evitar la inminente ejecución de Damien Echols, un camino agridulce y que, una vez más, se ven forzados a tomar.

Esta lucha jurídica de 3 entregas cinematográficas y casi 20 años culmina con una reflexión tajante de Jason Baldwin sobre la justicia y con “The day that never comes” de Metallica, cuya letra encaja escalofriantemente bien con la situacion de los 3 jovenes.

Ideal para todo aquel que confía en el sistema judicial, ideal para todo aquel que tiene prejuicios, ideal para todo aquel que es humano.