Winning Time: John C. Reilly +10

La NBA es sinónimo de espectáculo. Cuando vemos un partido, hay tensión hasta el último minuto, ida y vuelta, muchos puntos, figuras en todas las franquicias, porque allá los equipos son eso: franquicias. Una estructura de negocio. No hay presidentes de clubes, hay dueños. Y muchos propietarios, no sueñan temporada a temporada con ser campeones, no es la meta principal, si se da, se da, porque ya participar es un negocio multimillonario. Ejemplo de esto son los Charlottes Hornets de Michael Jordan (propietario), sin chances de campeonar, sin grandes gastos en fichajes, pero una de las franquicias con mayores ganancias en los últimos años. Y en este deporte de negocios, y figuras, Los Angeles Lakers es el emblema y ejemplo de éxito. Con una pequeña diferencia: al contrario de los Hornets, es de los pocos que tiene la obligación de jugar para campeón.
Pero esto no siempre fue así, y es ahí donde comienza la historia de Winning Time: en 1979, con la compra de los Lakers por parte de Jerry Buss, interpretado por un genial John C. Reilly. Un período muy particular, en el que la NBA tenía más chances de desaparecer que de ser lo que es hoy en día.

Doctor Buss, como se hace llamar, es un químico que se hizo millonario trabajando para el gobierno en la construcción de armamento y con el mercado inmobiliario, y que cumple su sueño de ser dueño de los Lakers. Los propietarios de los otros clubes ven de reojo a Buss, no solo por sus orígenes humildes, sino por su excentricidad y su perfil de playboy. De hecho, el personaje hace su presentación despertando en la mansión de la reconocida revista. El tipo cae en la NBA para hacer cambios y llevar a su franquicia a lo más alto, y su primera apuesta es la elección de Magic Johnson en el draft (proceso de selección de jugadores) para lograr el título en su primera temporada.
Buss y Magic Johnson (Quincy Isaiah) son los personajes principales, o por lo menos, los que más se destacan, pero la serie intenta ser un relato coral que termina de darle color y forma a una producción muy entretenida.
Jerry Buss lidia con no fundirse junto a los Lakers, mientras construye su visión para el futuro del deporte y su equipo. Hablamos del tipo que cambió a la NBA y que convirtió a cada partido en un show. Su iniciativa de invitar famosos al estadio, convertir las oficinas en un club nocturno privado y el reclutamiento de bailarinas, strippers y demás para ofrecer un espectáculo desde el inicio con las porristas de los Lakers, es una marca registrada que se extendió a todas las franquicias.
Magic, por su lado, debe convertirse en líder de un equipo que tiene a Kareem Abdul-Jabbar como emblema y voz de mando dentro y fuera del vestuario. A la vez, debe lidiar con las mieles de la fama, las primeras que va probando, y recuperar y/o no perder a su pareja de toda la vida.

Kareem Abdul-Jabbar (Solomon Hughes), para muchos ya en la recta final de su carrera, es un jugador que sólo aporta puntos y nada más al juego, tiene un arco lento pero fundamental en lo que concierne a la trama principal y que complementa la de Magic. Me gustó cómo termina siendo el líder que todos esperaban y que no se hayan ido al morbo que puede generar su religión. En este sentido, la serie solo tiene un par de pequeños flashbacks que dan a entender el contexto y hechos propios de la segregación de aquellos años y listo. Quizás, se ahonde más en futuras temporadas.
Pat Riley (Adrien Brody) es un exjugador que no sabe qué hacer luego del retiro. Lo mantiene su esposa, psicóloga que lo alienta, hasta que vuelve al club para ser asistente del relator de los partidos. Por una emergencia, llega a ser asistente de entrenador. Por otro lado, Jerry West (Jason Clarke), ídolo de los Lakers en los 50 y 60, carga con la espina de haber perdido siete finales con los Celtics de Bill Russell. Michael Chiklis está genial interpretando a Red Auerbach, dueño de Boston Celtics, transmitiendo lo poco de la soberbia del gran Vic Mackey de The Shield.
En fin, los personajes que dan color a la serie son muchos, pero me gustaría remarcar a Jeanie Buss (Hadly Robinson), hija del dueño de la franquicia, que lucha con la falta de reconocimiento de su propio padre. Ella intenta hacerse un lugar por mérito propio dentro de la estructura de la franquicia, con ideas, con personalidad y creatividad. Sin embargo, Jerry solo ve como sucesores a sus dos hijos, por quienes deja de lado a Jeanie, su verdadero brazo derecho y sostén.
No voy a ir más allá, porque la reseña se volvería interminable, solo mencionar que tenemos a Jack McKinney y su idea para revolucionar el juego como entrenador; Paul Westhead y su falta de personalidad para tomar el mando en la emergencia; y a Spencer Haywood y su lucha contra el crack.
Es importante aclarar que es una serie mitad verdad, mitad mentira, basada en el libro de Jeff Pearlman Showtime: Magic, Kareem, Riley and the Los Angeles Lakers Dynasty of the 1980s. La línea entre la ficción y realidad es muy borrosa y roza la caricaturización de ciertos personajes/personas. Hay muchas interpretaciones de la realidad que se amoldaron para la ficción, de hecho, muchos protagonistas se sintieron ofendidos por cómo fueron representados, desde Abdul-Jabbar a Jerry West, a quien hacen ver como un neurótico y amargado de la vida.

Más allá de la polémica, el éxito confirmó una segunda temporada a filmarse a fines de 2022. ¿Qué veremos en la segunda temporada? Si tenemos en cuenta que la temporada inicial es la de 1980, el comienzo del llamado Showtime y que lo primero que vemos en el capítulo uno es a Magic anunciando en conferencia de prensa que tiene VIH, es decir, el fin de ese período en 1991, en la próxima tanda de episodios podremos ver el paso atrás que tienen los Lakers. Una oportunidad para explotar a fondo a los personajes. Si se mantiene el éxito, podemos ilusionarnos con más y más, y cubrir así la década que salvo a la NBA con el enfrentamiento de Larry Bird con Magic, más de los Celtics-Lakers, los Sixers de Doctor J, la aparición de Jordan en el 85, los bad boys de Detroit y quién dice, algo de la hegemonía de los Chicago Bulls a partir de 1991.
En fin, Adam McKay nos dio esta gran serie para los que seguimos a la NBA. Para quienes sean fundamentalistas de la realidad, deberán abstenerse o disculpar sus licencias. Winning Time es una producción deportiva excelente, como las que ya casi no hay, que destaca por sobre todas las cosas en las interpretaciones, en especial, la de John C. Reilly, quien se pone el equipo al hombro.
Reilly +10 y hay campeonato.