National Lampoon’s Vacation: Spider-man
Sin spoilers, mínimos detalles sobre el argumento.
Después del mega-evento (¿cinematográfico?) que supuso el estreno de la última película de los Avengers, Marvel tenía el desafío de afrontar una nueva etapa en un universo que parecía rebooteado. Casi como si quisieran sacarse de encima rápido la cuestión, a poco más de dos meses del estreno de Endgame, llega Spider-Man: Far from home, la nueva película del personaje más popular de los comics de la casa M y, quizá, el nuevo protagonista en esta etapa del MCU.
Los hechos de esta aventura suceden inmediatamente después a lo visto en Endgame y también tienen íntima relación los sucesos de Capitana Marvel. Si no vieron ninguna de estas películas les recomendaría hacerlo primero. Por supuesto, tampoco lean esta reseña si no están al día con aquellos acontecimientos.
Mientras Peter Parker (Tom Holland) se encuentra consternado luego de la muerte de su mentor, todo el planeta intenta acostumbrarse a como es esto de vivir con lo que llaman el blipeo, es decir, el chasquido de Thanos que aniquiló a la mitad de la población en Infinity War y el mismo que, cinco años después, los volvió a traer a todos sin envejecer ni un día. Las primeras escenas de Far From Home apuntan a explicar de un modo bastante torpe esta cuestión. Se pretende, al igual que en varios otros pasajes del film, llenar los huecos de las películas anteriores, algo que no solo aparece forzado sino que, además. es completamente anticinematográfico.
La trama nos presenta a un puber Spidey que está decidido a confesarle su amor a M.J (Zendaya, lo mejor de la película) durante la excursión a Europa/vacaciones que harán con el colegio. Para esto el joven arácnido tiene un plan sumamente detallado que se verá frustrado por completo cuando Nick Fury (Samuel L. Jackson) y María Hill (Cobie Smulders) -lo que queda de SHIELD digamos- lo obliguen a tener que convertirse en héroe durante sus vacaciones para luchar contra una amenaza interdimensional que pone en riesgo a la totalidad de la humanidad. Acá es donde entra a jugar Quentin Beck, AKA Mysterio, un supuesto héroe-científico que viene de otra Tierra del multiverso persiguiendo a una especie de monstruos que destruyeron su planeta natal.
No quiero adentrarme mucho más en el argumento. La película es spoileable con facilidad, y en gran medida que guste o que no lo haga depende de cómo uno se tome la sorpresa con relación a los diversos giros dramáticos que va tomando el relato.
Para los amantes del género, Spider-man: Far From Home funciona, es entretenida y divierte la mayor parte del tiempo. Adolece en este caso su calificación ATP, que genera que todo el tiempo se nos esté verbalizando lo que ocurre y, como decía antes, peca, casi siempre, de querer llenar vacíos narrativos que no le corresponden. El cast es de lo mejorcito; el regreso de Happy (Jon Favreau) es celebrado, Marisa Tomei hace una gran tía May en las escenas en la que le toca estar y las interpretaciones adolescentes –Ned (Jacob Batalon), Flash (Tony Revolori) y Betty (Angourie Rice)- también están muy bien. Mención aparte merece Jake Gyllenhaal, que demuestra que es un jugador de toda la cancha y que, incluso yendo por el cheque, es muchísimo más actor que la mayoría de los de su generación.
Desde la puesta en escena algunos pasajes son mucho más logrados que otros. Todo el segmento de las alucinaciones de Mysterio hacen recordar a lo mejor de Spider-Man: Into the Spiderverse y a la serie animada de los 90′. Otros fragmentos en cambio están resueltos con la vagancia habitual de las películas de Marvel. En algún punto se vuelve problemática la incapacidad narrativa que demuestra el MCU para poder hilar dos pensamientos sin la necesidad de cortar con un chiste. El recurso es efectista pero no efectivo, aleja al espectador de la sensación de peligro, lo saca de lo que están viviendo los personajes y lo lleva siempre a un lugar de seguridad en el que uno sabe que nada va a salir mal.
Lo más interesante de la película está en las relaciones entre los personajes y en la estructura de viaje que funciona muy bien, aporta a la idea de comedia, es dinámica y nos permite sacar al protagonista de Nueva York para verlo en otras latitudes.
Para cerrar quisiera destacar que hay dos escenas extras, una de mitad de créditos y otra al final. Las dos escenas son claves para entender lo que ocurre en la película. La primera de hecho es un cliffhanger imperdonable con un recurso meta bastante polémico, que puede funcionar a primera vista, pero que no resiste ni un mínimo análisis posterior. La segunda es tan absurda y disrruptiva que no se me ocurre por dónde comenzar.
No está mal, se disftuta, pero queda muy lejos de las primeras dos películas de Raimi.