Coco: Magia Pixar

Otro año y otra película de Pixar. Una película de Pixar es maestría en animación asegurada y una historia apta para todo público, que adultos y niños pueden disfrutar por igual, aunque este último punto puede variar de tanto en tanto con películas como Cars o Monsters University, que dejan un poco de lado a la parte adulta de la audiencia. Divertidas, técnicamente impecables y, en muchos casos, con profundos mensajes tanto para adultos como para chicos, Pixar sabe de cine y Coco no es la excepción.

Coco es la historia de Miguel Rivera y su amor por la música, amor prohibido por su familia debido a que el tatarabuelo de Miguel abandonó a su familia en el afán de perseguir la misma pasión y convertirse en músico. En el Día de los Muertos, Miguel queda atrapado en el más allá, donde se reúne con todos sus familiares fallecidos, incluido su tatarabuelo, y deberá encontrar la forma de volver con su familia.

Primero lo primero. La animación de Coco es lo mejor que tengo en la memoria de haber visto en los últimos tiempos. Cada año que pasa me sorprendo más con el apartado técnico de las películas de Pixar, que nunca para de mejorar película a película. Desde imágenes fotorealistas –pero sin romper la ilusión en la animación– hasta los movimientos de los personajes, más vivos y enérgicos que nunca. Ver Coco es un placer a los ojos. El Día de los Muertos y su mundo permiten una variedad de colores que saltan de la pantalla sin necesidad de 3D. El nivel de detalle es tal que se puede ver como la ropa se arruga con el andar de los personajes o como Miguel posiciona los dedos en la guitarra y la toca de una manera natural, respetando notas y acordes que corresponden a lo que está sonando. La música se limita a ritmos mexicanos, mariachis y baladas, que son encantadoras, pero nada que supere a intentos anteriores, particularmente de Disney y sus películas más musicales.

La historia funciona perfectamente pero resulta ser el apartado más flojo del film debido a su familiaridad, y es posible predecir cada uno de los giros y momentos con suficiente anticipación. A diferencia de Inside Out (2015), hasta ahora uno de los guiones más originales e importantes en cuanto a su mensaje en una película animada, Coco elige un camino más tradicional pero ejecutado de tal manera que emociona y divierte sin problemas. Y debo admitir que pude evadir el llanto sin problemas hasta que llegó el final… y no aguanté. Pixar lo hizo otra vez, y probablemente lo vuelva a hacer cuando se estrene la secuela de superhéroes más anticipada del año (por mí)… Los Increibles 2.