Reseña: «Glow»

Glow

Hay una buena tendencia inclusiva de Netflix con su contenido propio. Sense8 (lamentablemente cancelada), Dear White People, Orange is the New Black. Y en general, los casts de todas sus producciones son multiculturales, lo que busca que por fin se normalice la presencia de personajes principales por fuera del canon. GLOW es una de las últimas producciones de Netflix con cierto valor social, si bien sus protagonistas son chicas auténticamente americanas.

Chicas Hermosas del Wrestling

O Gorgeous Ladies of Wrestling nos muestra una ochentera California, soleada durante la naciente movida de la lucha libre. Si hay algo que destacar de Alison Brie es su condición camaleónica. La actriz de Mad Men y Community (y voz en BoJack Horseman) es capaz de transformarse para cada rol. En GLOW interpreta a Ruth Wilder, una actriz desempleada que llega al casting para el piloto de GLOW casi por error. Sam Sylvia, un director de cine clase “B” (hasta la “Z”) convoca a mujeres a un galpón en el cual va a transcurrir gran parte de la serie, para hacer el casting. La elección del enorme comediante Marc Maron para representar al cínico alcohólico y drogadicto director es uno de los mayores aciertos de esta serie de elenco mayormente femenino.

El otro gran acierto tal vez sea haber contratado a Betty Gilpin (Nurse Jackie) como Debbie Eagan, la mejor amiga convertida en enemiga de Ruth. El subplot entre ellas explota a los diez minutos del primer capítulo, cuando nos enteramos de que Ruth y el esposo de Debbie –el eterno douchebag Rich Sommer– tuvieron un corto amorío.

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El resto del cast tiene sus pequeños (por ahora) arcos argumentales que no entorpecen la fluidez de la trama principal: llegar a producir el piloto de GLOW para la cadena de televisión. El enfoque acertado de la construcción lenta de los plots de los personajes secundarios, sabiendo que van a haber más temporadas, convierte a GLOW en una de las primeras series de Netflix que no se siente en ningún momento estirada. Incluso, nos hace desear más.

Construcción social

El tratamiento de los personajes puede generar que una serie se transforme en un drama (o dramedy, en este caso) laureado o en una telenovela. Cuando nos enteramos del affair que Ruth tiene con el marido de Betty, por escasos momentos sentimos que, una vez más, una serie protagonizada por mujeres es guionizada con desdén. Podemos recordar cómo vemos en Orange is the New Black que la mejor amiga de Piper tiene un amorío con su marido. Podríamos analizar que las excusas de ambos maridos son similares. Piper está en prisión. Betty acaba de tener un hijo. Es decir, dos bastardos a los cuales el argumento intenta naturalizar por la característica tibieza del guion yankee promedio.

El amorío del marido de Piper con su amiga tiene un motivo extra en la serie. Había que limpiar personajes que ya no cumplían una función. En GLOW sirve para disparar el odio de Betty hacia una arrepentida Ruth, que va a poder materializarse en el ring.

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Como toda serie o película que transcurre en un micromundo, tiene como obligación explicarle al espectador sus vericuetos. Así es como los legos aprendemos que la pelea es solo el final de una historia que se va desarrollando entre las ‘personas’ que interpretan los luchadores. En el caso de Ruth, “Zoya, la destructora”, una luchadora soviética que habla con un feo acento ruso. En el caso de Betty, “Liberty Belle”, la luchadora más americana que el pastel de manzana. El resto de las chicas tiene personajes absolutamente estereotipados que funcionan en la comedia porque son un claro golpe al universo del wrestling que diseñó Vince McMahon desde los 80. Un universo absolutamente americano y con metamensaje derechista. Así, Jenny Chey (Ellen Wong, Knives Chau en Scott Pilgrim) es una ninja con catana, aunque no sea japonesa ni por casualidad. Arthie Premkumar (Sunita Mani, la hacker musulmana en Mr. Robot) es una terrorista árabe. Y por supuesto, las dos luchadoras negras, interpretadas por Sydelle Noel y Kia Stevens, representan la primera, a una rapera y la segunda, a “La Reina Beneficencia”. En fin, se entiende. El palo es claro.

Pero está llevado con elegancia. Las luchadoras mismas se quejan de sus roles, aun cuando saben que necesitan el trabajo y que el programa salga a la luz.

Conclusión

GLOW tiene el potencial de ser una enorme serie. Tiene una digna construcción de época, desde el vestuario, el maquillaje y los peinados. Desde la musicalización, sin caer en lugares comunes. La performance de todo el cast es excelente, con puntos altísimos en el triunvirato de Brie, Gilpin y Maron, y también en algunos secundarios como Sydelle Noel, que compone a Cherry, quien transita un camino similar al de Ruth, pero siendo afroamericana y casada. Hubiera sido genial que ella fuese la protagonista. Pero bueno: guiones tibios yankees.