17 BAFICI Reseñas: «No somos animales»

Selección oficial fuera de competencia
“No somos animales” Dir. Alejandro Agresti

¿Se acuerdan de la película que filmó John Cusack en la argentina hace un par de años? ¿Se acuerdan que nunca la vimos en ningún lugar?
Bueno esa película se llamaba “Dictablanda”, la dirigía Alejandro Agresti y nunca salió al mercado porque los representantes de los actores norteamericanos y algunos productores no lo permitieron.
Agresti acaba de estrenar por primera vez en nuestro país “El acto en cuestión” aquella mítica película que sólo pudo verse en la Lugones.

Al parecer este tipo de problemas todavía lo siguen acompañando al realizador.

Es difícil hablar sobre esta película. Un sector muy fuerte de la crítica nacional ha decidido vapulearla, en su mayoría sin emitir un opinión cinematográfica sobre el film, limitándose a señalar las características de Agresti que son de público conocimiento: Es un soberbio, pedante, snob, pretencioso, canchero, bocón.

Ahora de la película, poco y nada.

Mi opinión personal, dejando de lado la simpatía o antipatía con el director, es que probablemente sea una de las mejores películas del cine nacional de los últimos treinta años. Difícilmente encontremos en la cinematografía argentina una película como “No somos animales”, lamentablemente todo parece indicar que muy poca gente va a tener la posibilidad de disfrutarla, al menos durante algunos años.


¿Es una película pretenciosa? sí, ¿es una película canchera? sí, ¿es una película donde el realizador se pone en el centro de la escena, casi por encima de la obra todo el tiempo? también. Ahora todo esto no invalida los puntos más fuertes que tiene el film.


“No somos animales” va de lleno a eso que es casi un género en sí mismo,  el “cine dentro del cine”. Plantea a un director, interpretado por Agresti, que trae a una celebridad (Cusack) y a algunos actores a la Argentina, con la finalidad de filmar una película y a su vez darle la oportunidad a su protagonista de volver a hacer algo interesante. En el medio, fragmentos de esa película con la convivencia de los actores en nuestro país se mezclan con reflexiones e ideas del realizador y de los actores que giran en torno a como se doblan las ideas en la actualidad y la confusión política e ideológica que atraviesa nuestra sociedad.

Agresti propone una narración caótica, que no empieza ni termina; episódica, en la que cada escena tiene su propia lógica e intensión. Este pastiche se alterna con escenas improvisadas, un uso alternativo de soportes (tanto digital, como fílmico), experimentación y mucho, pero mucho, juego por parte de todos los que intervienen en la película. Difícilmente haya una película así en nuestro cine, y Agresti sin lugar a dudas aporta una frescura sorprendente al panorama actual.


Es verdad que es un personaje polémico, que apoyó la peor gestión del INCAA, que es bocón, pretencioso y polémico muchas veces sin razón. Es verdad también que hay que tener en cuenta todo esto al momento de ver la película y saber identificar las contradicciones personales en las que incurre Agresti respecto de su propio trayecto. Pero no menos cierto es también que si uno logra, aunque sea por un momento, separarse de esto e intentar juzgar la película por lo que ella misma propone, realmente es una maravilla. Y no sólo eso, sino también, la mejor película de Al Pacino y John Cusack en muchísimo tiempo.

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