Los ilusos #54: una vuelta in medias res

Hola, ¿cómo están? Espero que muy bien.

Sí, es cierto, la última columna salió en enero de este año. Podría ensayar un montón de excusas, pero bueno, todo se resume a: no saben lo difícil que es gestionar este quilombo sin cobrar un peso.

Yo creo que igual no se pueden quejar. En el medio de todo este tiempo salieron dos números de la Revista: el #39, tercer especial de series; y el #40, nuestro último número en el formato habitual en PDF, dedicado a pequeñas obras maestras.

Parece mentira, Mariano ya lo puso en el plot pero cuando nació la Revista 24 Cuadros no era habitual que las revistas vinieran solo en formato digital. Fuimos también los primeros en fracasar en esa modalidad.

Para continuar con el balance de este 2023, además de los dos números, salió el segundo volumen de Compendium, nuestra suerte de compilado de grandes éxitos.

Si no lo compraron, aprovechen a hacerlo acá.

¿Esto va a volver a salir con cierta periodicidad? Es la idea. Mi palabra está más devaluada que la de Massa, pero lo vamos a intentar.

Para hoy les propongo una suerte de regreso al alma máter que era este espacio: unas breves recomendaciones de cosas que andan dando vueltas por ahí, algo de discusión de coyuntura y un poco de off topic.

Sin más dilaciones, empecemos.

Radar de novedades: You Hurt My Feelings, La vida a oscuras, Blackberry y Are You There God? It’s Me, Margaret.

You Hurt My Feelings es la nueva película de Nicole Holofcener. Quizá este nombre no les suene mucho, pero sí puede hacerlo una película previa de ella que se llamó Enough Said, un drama indie para adultos de 2013, protagonizado por James Gandolfini antes de estirar la pata y Julia Louis-Dreyfus.

Digamos que la directora continúa un poco en ese clima con esta película que tiene una premisa muy sencilla: una escritora saca su nuevo libro y escucha sin querer una conversación casual en la que su marido comenta con total honestidad que no le ha gustado para nada la obra en cuestión.

A partir de ahí se desata todo un dramedy familiar en el que todo el tiempo gira sobre un mismo eje temático: ¿hasta qué punto es correcta la honestidad con nuestros seres más queridos? Y, algo también bastante interesante, ¿podemos amarlos aunque no nos guste todo de ellos?

You Hurt My Feelings tiene un tono cándido y ameno, a veces hasta naíf y pasatista, pero más allá de eso, es un ejemplo interesante de cómo una película puede trabajar muy bien una premisa apoyándose en sus personajes. Julia Louis-Dreyfus y Tobias Menzies son quienes dan vida al matrimonio protagónico y ambos están muy bien.

Se puede ver por ahí, o sea, bajándola o mediante Stremio.

La vida a oscuras es un documental de Enrique Bellande (Ciudad de María) que sigue al coleccionista, investigador, docente y divulgador Fernando Martin Peña. Si están acá leyendo esto, es probable que ni deba explicar quién es Peña. Hoy por hoy, gracias a Twitter se ha convertido en una celebridad de culto. Cuando yo estudiaba cine, mucha gente del ámbito no sabía ni quién era, ni qué hacía, o pensaba que solo era el muchacho del programa de cine de las medianoches en Canal 7.

Peña es una rara avis de nuestro cine. Estudió en el CERC, hoy ENERC, pero no quería hacer películas, sino investigar sobre ellas. Es un cinéfilo y un enfermo de las películas y del fílmico. Su colección personal es descomunal y su tarea, al no existir una cinemateca nacional, suple muchas veces lo que debería hacer el Estado.

La película de Bellande es una suerte de documental observacional un tanto tramposo que sigue a Peña en sus diferentes actividades. Digo que la observación es un tanto tramposa dado que hay a lo largo de la película varios pasajes de entrevistas, donde la voz de Peña aparece en off mientras que en imagen sigue el recorrido cotidiano del personaje.

En pantalla vemos a Peña organizar ciclos y proyecciones más y menos exitosos, en lugares más y menos populares. Lo observamos mientras se maquilla y peina para salir al aire en Filmoteca y lo acompañamos en su tarea de rescatar colecciones abandonadas o de coleccionistas fallecidos, cuya familia no sabe qué hacer con todas esas latas.

La premisa, además de mostrar a un hombre apasionado, rescata algo que mencionaba antes: Peña, de forma entusiasta, suple al sector público. Pero bajo ese relato, también se desliza otra idea: es imposible que un coleccionista pueda reemplazar esa desidia. La tarea es descomunal y hasta a Peña las latas se le avinagran.

Si bien el documental se circunscribe más a la etapa en la que el macrismo gobernó el país, en particular entre 2016 y 2019, lamentablemente, la situación, incluso los problemas de Peña para continuar al aire con su ciclo televisivo, continúa vigente.

Se puede ver todos los sábados de agosto a las 20 h en el MALBA.

Blackberry es lo nuevo de Matt Johnson (The Dirties; Operation Avalanche). Es, como su nombre lo indica, una suerte de biopic que sigue la creación, la explosión y el ocaso de Blackberry, la marca de celulares canadiense que llegó a ser muy popular a mediados de los 2000 y que cayó de manera violenta con la creación y expansión del IPhone y la proliferación de los smartphones.

Si vieron las películas anteriores de Johnson, notarán que tiene un estilo muy particular de filmar. Tanto en The Dirties como en Operation Avalanche se emula la idea de un rodaje documental y de metraje encontrado, aunque desde lo formal las películas no pertenecen al falso documental o al found footage. En Blackberry esto se sostiene y es maravilloso lo que se logra desde la construcción dramática de las escenas y la tensión que se crea.

La película se narra a través de tres personajes: Mike Lazaridis (un irreconocible Jay Baruchel), la mente maestra detrás del invento del teléfono; Jim Balsillie (el no muy conocido Glenn Howerton), un hombre mediocre de negocios pero con mucho hambre de poder que se suma al equipo como socio capitalista y que será el encargado de llevar adelante la parte comercial de la compañía; y Doug Fregin (el mejor personaje de la película, interpretado por el propio director), que viene a ser una suerte de sidekick de Lazaridis y el refugio moral del eje temático de la película.

Con un montaje frenético, Blackberry muestra otra cara del desarrollo empresario tecnológico de comienzos del nuevo milenio. Lazaridis y Fregin eran dos nerds que solo querían divertirse con amigos, mirar películas, pasarla bien y conseguir el dinero necesario para seguir haciendo eso el resto de sus vidas. La llegada de Balsillie es el capitalismo bestial haciéndose presente y rompiendo ese sueño. Lazaridis, seducido por un hombre que es todo lo que él no es, sucumbe a la tentación de no saber decir que no y, así, de a poco, todo se va al diablo.

Si no es una de las mejores películas del año, pega en el palo. También está para descargar o para ver vía Stremio.

Are You There God? It’s Me, Margaret es esa película que ya vimos varias veces en varias versiones a lo largo de los últimos años, pero que, cuando está bien hecha, no deja de ser disfrutable.

El film dirigido por Kelly Fremon-Craig (The Edge of Seventeen) es un coming of age ambientado en los 70, que sigue a Margaret (Abby Ryder Fortson), una niña de once años que tiene que mudarse de la ciudad a los suburbios por el trabajo de su padre. Para Margaret esto supone abandonar su vida diaria, sus amigos, la escuela, pero, en especial, a su abuela materna (Kathy Bates), la persona más importante en su vida.

Por supuesto, para Margaret será difícil encajar, buscar nuevos amigos y, en el medio, encontrar su identidad como mujer que está creciendo, con todas las transformaciones hormonales y físicas que eso implica. El tópico novedoso que se añade a la trama es una cuestión de pertenencia religiosa. Una parte de la familia de la niña es judía y otra católica. Al parecer, si bien para los padres de la protagonista (interpretados por Rachel McAdams y Benny Safdie) esto no es problemático, sí lo fue para sus abuelos maternos, quienes por esa razón rompieron el vínculo familiar. La cuestión religiosa atraviesa a Margaret todo el tiempo. A lo largo del film ella dialoga con Dios, sin saber muy bien a qué Dios le está pidiendo qué cosa, de allí el título.

Si disfrutan de este tipo de comedias dramáticas, la película tiene todo y más de lo necesario. Y sí, tampoco está disponible aún en plataformas en Argentina, hay que recurrir a internet.

Un poco de polémica no hace daño: la discusión por una nueva ley de cine

Cada tanto vuelve una discusión que no se termina de ir nunca: la necesidad de una nueva ley de cine.

Hay una cuestión interesante sobre este tema. En abstracto, es un tópico que atraviesa a todos los sectores. Desde los grandes productores hasta las asociaciones de documentalistas existe una coincidencia total sobre la necesidad de que el Estado argentino sostenga el fomento a la producción cinematográfica (me resisto a utilizar el término audiovisual).

El problema, por supuesto, aparece en los matices. La discusión está un poco más embarrada cuando lo que se discute es qué tipo de producciones debería apoyar el Estado y cómo.

Los sectores más asociados a las cámaras empresarias apuntan a una idea en la que debería existir mucha producción grande, un poco más de producción mediana y poquito de producción independiente o de bajo costo. Es la idea, siempre problemática y puesta en disputa desde lo semántico, de un cine pensado para el gran, mediano y pequeño público.

Los sectores más independientes apuntan a lo contrario, una suerte de pirámide en la cual la presencia del Estado es más importante para financiar películas de bajo costo “de autor”, cuya necesidad de intervención se vuelve más relativa a medida que los presupuestos crecen y aparecen otros fondos privados capaces de costear y solventar los gastos.

Mi opinión, en un gesto demasiado peronista de mi parte, está en el medio. Yo creo en una suerte de “rombo”, donde la puerta de entrada es más grande que la que proponen los sectores más industriales, pero en la que el paso siguiente y necesario para el cineasta novel debería ser el cine de costo medio, con recursos económicos razonables, mayores posibilidades de desarrollo autoral y con películas que, de a poco, permitan ir interpelando a un público razonable. Desde mi visión, quizá hace falta un poco menos de producción en términos cuantitativos, buscar una mejora en la factura técnica/expresiva que eleve la cuestión cualitativa, y luego realizar una mayor inversión que permita una mejor y más eficaz distribución de las películas con el acceso a salas de circuito oficial y alternativo.

Por supuesto, estoy simplificando un poco la discusión, pero, grosso modo, atraviesa estos carriles.

El asunto es que la postura que viene ganando no es necesariamente la mía, está más cerca de los sectores empresarios, pero, aunque conservadora en varios aspectos, sería absurdo negar que es mejor o por lo menos más aggiornada que la existe hoy por hoy.

El proyecto, presentado por EAN (Espacio Audiovisual Nacional), fue elaborado por varios actores del medio, destacándose la presencia de Julio Raffo, quizá la persona que más ha estudiado y trabajado el régimen jurídico de fomento y apoyo al cine del país.

Entre sus principales modificaciones propone la derivación especial de una parte del IVA que pagan las OTT (Over The Top Media Services), o sea las plataformas, al Estado. Esto es una suerte de reconvención equivalente al impuesto del 10% que se paga con una entrada de cine. Ya lo expliqué otras veces acá, pero vamos de nuevo: como no se puede gravar dos veces una misma cosa (en este caso colocar dos impuestos a un mismo consumo), lo que terminó pasando con el impuesto del 10% es que técnicamente se convirtió en una asignación especial de una parte del IVA general del 21% que se paga por cualquier entrada de cine. En concreto, no es que la entrada de cine deba ser más cara, sino que, del 21% que se pagaría de todos modos, un porcentaje, el 10%, se asigna de forma específica al Fondo de Fomento cinematográfico.

Esta ley propone hacer lo mismo con lo que ya pagan las plataformas. No pasarían a ser más caras, sino que un porcentaje de lo que ya tributan iría al fomento cinematográfico.

Además, se regula bastante mejor la cuestión de cuota de pantalla tanto en señales de televisión como en cines.

Finalmente, uno de los cambios sustanciales es la transformación del órgano de gobierno del INCAA, que pasaría a ser colegiado, una estructura similar a otros organismos públicos que cuentan con un presidente y un directorio que toma las decisiones por votación. Este directorio está previsto que no esté ocupado por personas de la política, sino por diversos representantes del sector.

Más allá de las críticas que podrían hacérsele (la posibilidad de que avance aún más en la cuota de pantalla o regulación de las plataformas), lo cierto es que es mejor que lo que tenemos o por lo menos “más actual”, y que, en el escenario político que atraviesa el país, luce como una propuesta “razonable” –o sea votable– para varios sectores, en un congreso muy conservador.

Por supuesto, una ley sin un plan de fomento adecuado es el pan del sanguche. No resuelve nada si no va de la mano de otra política institucional que sea más seria que la que venimos viendo durante los últimos 8 años.

Para quienes así lo deseen, aquí pueden consultar el proyecto que ya fue presentado al Congreso y sobre el cual se está tratando de hacer el lobby necesario para lograr su tratamiento en el recinto.

¿Qué estoy leyendo? Mister Miracle, de Tom King

No, no es un libro de cine, pero aun así es la mejor película de superhéroes que van a encontrar en los últimos años.

Mister Miracle de Tom King se publicó por primera vez entre agosto de 2017 y noviembre de 2018. Es una obra maestra del cómic y un ejemplo notable de cómo se le puede dar frescura a un género cada vez más agotado y sobregirado.

La historia sigue al amigo Scott Free, AKA Mister Miracle, hijo de un Dios que fue entregado a otro a cambio de una tregua en una guerra interplanetaria. La infancia de Scott fue durísima y gracias a ella desarrolló su principal habilidad como héroe: ser un escapista profesional. El punto de ataque del relato es su intento de suicidio, abrumado por una vida atormentada.

No les voy a decir nada más, solo que puede leerse casi sin saber nada del Universo DC y que es una maravilla absoluta. Lo que escribe Tom King y lo que dibuja Mitch Gerads es impresionante.

Se puede descargar, por supuesto, y si quieren comprarlo en físico hay una edición absoluta publicada por Ovni Press en Argentina que se consigue con mucha facilidad a un precio bastante razonable.

Y bueno, gente. Eso fue todo. Nos leemos, espero, que más pronto que tarde.