Plot – Revista 24 Cuadros #40 – Final

El último plot
Se terminó. Este es el final. Hasta acá llegamos. No va más. Adiós. Luego de 40 números y 16 años, la Revista 24 Cuadros concluye sus publicaciones en este formato.
Ya es tiempo de irse. Tal vez, incluso, se nos pasó el tiempo. No hay gloria en una revista. Como ya he dicho, este proyecto se mantiene vivo gracias a su editor, Fabio Vallarelli. Mi rol ha ido decreciendo año a año. Antes dirigía, editaba, diseñaba, escribía, corregía, publicaba y hasta enviaba los mails. Hoy me limito a escribir algunas notas, proponer temáticas, diseñar las tapas y, cada tanto, hacer algún tráiler. Fabio ha llevado la antorcha prácticamente en soledad. Y ha mejorado esta publicación hasta niveles que yo no hubiera podido jamás.
Al principio, me daba tanta vergüenza publicar que me escondía detrás de un alter ego, Guido Fawkes. Éramos apenas un par de amigos escribiendo: Néstor, Marcelo, Roberto y mi hermano Hernán. La práctica y nuestras correctoras, a quienes les agradezco infinitamente, pudieron hacer que saliera a la luz. Otrora, cuando estaba bastante solo haciendo todo, hubo gente que me escribió un correo por un acento mal puesto; otros me hicieron algún comentario por una falta de ortografía. No sobran las palabras de aliento, pero hay mucha generosidad a la hora de marcar errores. El problema se subsanó a tal punto que tenemos un manual de estilo.
Antes de encarar este último Plot estuve muy enojado. Quise hacer un ajuste de cuentas. Fabio me persuadió de no hacerlo. Ya ni recuerdo por qué. Esto es cada vez más frecuente. Debe ser la edad. Algo que me parece una injusticia, una barbaridad, y luego, a los pocos días, se me pasa. Sospecho que es por lo ya escrito en una columna de nuestra página. Se llama Los Ilusos #666: una especie de manifiesto y se publicó el 13 de diciembre de 2021. Todas las causas de enojo probables están allí. En estos 16 años cambió todo. Incluso yo. Lo que antes era importante, hoy ya no lo es. No es que haya alcanzado una espiritualidad elevada. Es más bien como reencontrarte con alguien con quien estabas distanciado, y no hay forma de recordar ni siquiera evocar por qué. Si es así, les garantizo, no valía la pena el enojo. La bronca, cuando es real, no se olvida.
Hicimos lo que quisimos, en el tiempo que pudimos. Nos metimos en cosas raras, como cine y religión, películas deportivas y un número dedicado a Joe Dante. Nos dedicamos a los thrillers, al nuevo (viejo) terror, y a la renovación de Hollywood. Publicamos especiales sobre series, cuando nadie hablaba de ellas con rigor. Le dedicamos un número a Stephen King, otro más bien obvio a Steven Spielberg, y otro menos obvio a Ridley Scott. Hicimos un especial de cine bélico, y otro especial sobre remakes. Hubo uno de robots, otro del cine que nos gustaba cuando éramos chicos, y otro más allá sobre Peter Weir. Cambiamos de diseño 3 o 4 veces. Tuvimos decenas de miles de descargas, y otras veces, apenas unos cientos. Nos tomamos la revista en serio. Nos propusimos mejorar. Nos esforzamos en ser originales. Tratamos de ser brillantes.
Para nuestro último número, tacharé uno de los temas que más tiempo lleva en una lista de mi libreta: “pequeñas obras maestras”. Será el fin del ciclo absoluto. Fuimos abordando todos los temas que nos planteamos hace 16 años.
No todas las películas pueden (ni tienen que) ser sublimes. No todas las revistas tienen que ser significativas. Este no será un elogio a la mediocridad tampoco. A veces, la aspiración a la excelencia –a los ojos de vaya a saber quién– es paralizante, frustrante y, en última instancia, inútil. Es más sano trabajar en buscarla que soñar paralizado con encontrarla. Querer, hacer, continuar.
El fin del PDF no es el fin de La 24, ni mucho menos. Seguiremos publicando artículos en la página y reemplazaremos la revista semestral por uno o dos libros por año. Nuestro sueño es el fracaso épico. Estrellarnos a lo grande. Ya no nos alcanza con la derrota a bajo costo, ahora queremos perder fuerte. Pero hay una satisfacción mayor en el armado de un libro, y de alguna manera, una idea de perdurabilidad.
El gusto estaba, está y estará en escribir sobre lo que nos gusta y pensarlo en profundidad. En aplicar un método y analizar las cosas desde lugares menos transitados. Evitar lo fácil. Encontrar el significado. En que lo escrito tenga valor en sí mismo, aun cuando prescindir del objeto analizado sea, casi, tabú.
Hace unos años, en ocasión de nuestro número 24, escribí:
Estamos en esto porque no nos queda otra. Es lo que queremos. Filmar y escribir sobre cine es nuestra vocación. Seguimos publicando a pesar de no saber si alguien nos lee. Sinceramente, es irrelevante. Nos gustaría, es más, nos encantaría que nos leyeran. Pero no importa. Lo que vale es que somos, cuando no éramos. Que en 50 años en algún recóndito lugar del infinito físico o digital alguien preguntará por Fulanito o Menganito o Zutanito, y una entidad, tal vez Multivac, responderá: “Escribía en la 24 Cuadros. Bajate la revista y lee sus palabras”. Y el tío abuelo vuelve a tener nombre, y la foto vuelve a tener rostro, y recordamos el sueño, y esa buena idea que tuvimos, finalmente no se escapa.
Cierro los ojos y estoy en la pizzería de Pepe. Marcelo está ahí, junto a Néstor. El debate es sobre la filmografía de Eliseo Subiela. Marcelo saca una birome del bolso y da vuelta el mantelito de papel. Dibuja un gráfico. Sobre el eje X van las películas en orden cronológico. Sobre el eje Y va el puntaje. Según Marcelo, la tendencia a 0 que tiene la curva es una prueba científica irrefutable de que la carrera de Subiela se estaba yendo al tacho. Néstor comenta sobre los nuevos documentales de Pino Solanas, y todo deriva en una charla sobre, cuándo no, la financiación del cine nacional, las escuelas de cine, el INCAA y la mar en coche. Por alguna razón, alguien menciona a Eli Roth y Hostel. Les recuerdo a los presentes que el miércoles 19, a las 20 horas, se proyectan un par de nuestros cortos en Liberarte. Arriesgo, que se van a ver como el culo, pero es mejor eso a que no se vean.
Todavía se puede fumar en los bares. El vino malo no da acidez. Tenemos una clase al día siguiente, un rodaje pronto y, en mi cabeza, la posibilidad de una revista. El mundo es enorme y el tiempo no existe, porque yo estoy ahí y acá. Pero, aunque el pasado sea un lugar abrigado, en el que no hay cansancio ni angustia, a la larga se convierte en una carga. La nostalgia nos hace recordar las cosas, y a nosotros, mejores de lo que realmente fueron. La única seguridad que tenemos es seguir intentando. Mañana es mejor.
REVISTA 24 CUADROS #40 FINAL, INMINENTE SALIDA.





Ha sido una experiencia magnífica, y quien no la haya leido, no sabe que se ha perdido
Mucha suerte en el próximo emprendimiento, soy una madre orgullosa y me siento feliz de haber vivido todos estos años a través. de sus escritos
Me gustaMe gusta