Reseña: «Masterminds»

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El casting es tan importante en EE. UU. que películas que podrían haber sido dramas laureados terminan siendo comedias pasatistas que no merecen más que una ojeada de costado por parte de la crítica y el público en general (salvo que sean de la factoría Sandler o Stiller). Esto mismo le sucede a Masterminds, donde todo el cast y una buena cantidad de gags simpáticos sugieren una comedia que no se refleja en la historia real.

Robo al Precintado

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Masterminds está basada en la historia real de David Ghantt, un guardia de seguridad y chofer de camión de caudales que, con la ayuda de una banda criminal, logra robar alrededor de 18 millones de dólares. El evento real, ocurrido en 1997, podría haber sido filmado por los Coen como comedia dramática independiente, haber peleado por un Oscar, y el rol principal lo habría interpretado Billy Bob Thornton (muy parecido físicamente al Ghantt real). En cambio, el guion fue manufacturado en una máquina de hacer chorizos que sostiene gran parte de su humor en la vis cómica de sus actores principales: Zack Galifianakis (Ghantt), el trío de Kristen Wiig, Leslie Jones y Kate McKinnon que vinieron corriendo de la filmación de Ghostbusters, Jason Sudeikis y el siempre efectivo Owen Wilson. La elección del cast es clara. Se quiso hacer una comedia.

Ghantt está por casarse con Jandice (Kate McKinnon), pero secretamente está enamorado de su compañera de trabajo Kelly (Wiig), que le sugiere cambiar el rumbo de sus vidas robando la recaudación de uno de los camiones de caudales. Ghantt, que es un muy buen empleado, solo accede por su enamoramiento. Así entra en escena Steve (Owen Wilson) y su banda, que en realidad, quieren usar a Ghantt de chivo expiatorio.

El robo es un éxito y, como lo planeado, Ghantt se recluye en México.

Todo se va al carajo rápidamente.

No tan mentes maestras

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Como se ha dicho, Masterminds intenta ser una comedia, pero al guion le sobran gags menores y momentos de slapstick que no cuadran con el argumento de la película y le falta humor. Todas las risas proceden exclusivamente de la afinidad del espectador con los actores que representan a los personajes. No con los personajes en sí. No causa gracia Kelly. Causa gracia Kristen Wiig que es una genia del humor. Sería imposible reírse con las tres escenas de Jandice si Kate McKinnon no fuera quien la está representando con todo su rostro sin expresión. ¿Leslie Jones haciendo de una agente del FBI? Hilarante. Pero porque es Leslie Jones. Por supuesto, Galifianakis hace lo que mejor le sale y le sale decentemente, aunque por momentos el acento sureño que tiene su personaje se pierda.

No tiene sentido pedirle más a esta película.

Conclusión

El director, Jared Hess, nunca dirigió por fuera del género comedia que es, según los que saben, uno de los más difíciles de todos y, por eso, muy pocas comedias son premiadas o reconocidas en los rankings de mejores películas de todos los tiempos. Y muchas de las que lo son, no son exclusivamente comedias. Nacho Libre y Napoleon Dynamite, dos de los créditos más famosos del director, no están en ninguno de esos rankings ni han tenido reconocimiento más grande que algún premio MTV. Y es porque son productos menores, como Masterminds, diseñados para sacar alguna risa y pasar un rato agradable. El fallo del tono (y hasta del posible género) de Masterminds hace que ni siquiera accedamos a eso.