Game of Thrones S07 E07: The Dragon and the Wolf – Final de Temporada

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Spoilers, como siempre.

Hemos llegado al season finale. Solo queda una temporada, y falta muchísimo para que venga. De alguna manera, es el último fin de temporada. Luego, solo queda el FIN. No puedo decir que no me causa pena. Estoy triste desde hace tiempo.

Todo comienza con una toma de Gusano Gris, como para que no olvidemos que existe. Los inmaculados forman frente a un castillo controlado por los Lannister. Luego se nos recordará que esa fortaleza es Dragonpit, legendario enclave en Desembarco del Rey, utilizado para tener a los dragones controlados. Una estructura gigantesca, que fue destruida en guerras pasadas.

El contraplano, preparando las defensas, es de Bronn. Da órdenes, le tienen respeto. Solo reporta a Jaime. Tiene, nuevamente, un diálogo risueño con él. Esta vez, es sobre los soldados castrados. El alivio cómico que ofrece Bronn está bien escrito e interpretado. Pero se convirtió en un mecanismo esperable. Siempre va a decir algo así.

En un Barco se acerca la plana mayor de Daenerys, conformada por Tyrion, Missandei, Jon y Davos. El pajuerano de Jon jamás puso pie tan al sur en su vida. No puede creer que 1 millón de personas se hacinen en Desembarco del Rey, y nos da un dato interesante: el norte, en comparación, está prácticamente despoblado. Más allá de todos los indicios que fueron dados, es fundamental entender que el Norte por sí mismo no puede defenderse ni es viable.

En la Fortaleza Roja, Cersei se apresta para la reunión. No tiene plan B. Solo una orden de asesinatos para La Montaña, en caso que se las cosas vayan mal: primero Daenerys, luego Tyrion y finalmente Jon. Lo que queda claro es que ya no confía en Jaime.

Y llegamos a la reunión del Consejo Federal de Planeamiento para la defensa integral de Westeros. No es menor esto. Estoy seguro que es la primera vez, en años, que se conocen estos miembros del elenco. Nunca hubo tantos personajes juntos. Es interesante la escena, puesto que con tantos protagonistas, es difícil darle un tono distintivo a cada uno, aunque con simples pinceladas lo logra. Punto para el director.

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Tenemos tres mesas cubiertas en una suerte de estadio. Ya eso era un indicio. No era una reunión entre Cersei y Daenerys, enfrentadas por el trono de hierro, sino que se le daba entidad al Rey en el Norte. Era un par. Esto nos decía que, evidentemente, la noticia de la hincada de rodilla de Jon, no había trascendido más allá del camarote del barco.

La escena está plagada de encuentros y diálogos cortos. Tyrion y Bronn, a los que se suma Podrick. Brienne y el El Perro, que luego se encuentra con su hermano La Montaña. Finalmente Cersei y Tyrion están cara a cara. Es, para mí, la parte más inverosímil. Siempre creí que Tyrion se quedaba afuera de esta reunión. De hecho, en mis cálculos mentales, pensaba que era la presencia de Tyrion lo que tiraba todo por la borda y esto se convertía en un baño de sangre. Sincerémonos: después de la boda roja, todo puede terminar en baño de sangre, y esta reunión tan cerca del final, nos puso tensos a todos.  Una Cersei desestabilizada se encuentra con su objeto de deseo, su odio fundamental. Y se lo toma bastante bien.

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La llegada de Daenerys sobre el dragón es una evidente demostración de poder. En esas simples pinceladas de las que les hablé, pasan dos cosas. La primera es la inmutabilidad de Cersei frente a este espectáculo escalofriante. En contraste, Jaime, y el actor que lo interpreta – Nikolaj Coster Waldau – son fundamentales para completar el imponente FX. Su cara y reacción, al escuchar los aleteos de la bestia son comparables a la famosa toma del Dr. Grant (Sam Neill) de Jurassic Park cuando ve por primera vez a los dinosaurios (vivos).

Recordemos, si bien Game of Thrones es un relato fantástico, la magia está dosificada. Ningún evento mágico pasa desapercibido. Ni la resurrección de Jon Snow y Beric Dondarrion, ni los dragones, ni las sombras asesinando a Renly Baratheon, son eventos que se toman con normalidad. Afectan la trama y a los personajes que la viven. Soportan su presencia, y conviven con su marca. Mejores plumas que la mía dicen que la magia tiene un costo, y deja cicatrices en la realidad. En este caso, la realidad es el verosímil de esta ficción.

Euron provoca a Theon. Fuera de tono y registro, este Greyjoy no tiene idea de lo que está en juego. Cersei lo pone en caja, y pide celeridad en la ceremonia.

Y es ahí cuando la magia deja una cicatriz en la realidad de todos los que no habían visto a un White Walker. El Perro saca de la caja al zombie capturado en la última batalla. Cersei no puede permanecer impávida. El Caminante sale disparado de la Caja de madera hacia ella. La visión es aterradora. La demostración incluye formas de matar a un caminante blanco. Luego que El Perro lo cortara al medio y el maldito siguiera avanzando, Jon Snow muestra que pueden matarlos con fuego, o con vidriagón. Creo recordar que hay una forma más: acero valyrio, el material de las armas legendarias. Pero eso no fue mencionado.

Euron se limita a preguntarse si los caminantes pueden nadar. Ante la respuesta negativa, parte raudo. Ya sonaba todo bastante falso esto.

Jaime hace la pregunta pertinente: ¿cuántos son? La respuesta lo asusta más que el dragón. Cersei, astuta como intendenta del segundo cordón, dice que apoya la causa. Pero que el hijo de Ned Stark haga su juramento de honor, que no va a intervenir en la guerra por el trono. Jon Snow, que no sabe nada, ni siquiera que no es hijo de Ned Stark y que técnicamente, el trono es de él, dice que no puede jurar eso. Que ya hincó la rodilla. Y la reunión, por supuesto, se va al tacho.

Danerys, Tyrion y hasta Davos, todos bastante tensos, le reprochan a Jon no haber mentido.  Como dirá posteriormente Theon, Jon siempre hizo lo correcto. No lo que le convenía. Lo correcto. Si van a construir un mundo nuevo, no será con las viejas tretas, con los ladrillos de bosta. Tenemos en Jon a un idealista, enfrentado con los pragmáticos. Que haya hincado la rodilla, públicamente, erotiza a Daenerys más que su actitud heroica.

Tyrion se ofrece en misión suicida para mediar con Cersei y salvar la reunión. Nuevamente, no sé cómo sale vivo de ahí. La reunión privada solo sirve para que Tyrion sepa que Cersei está embarazada. La desafía a matarlo. Se saca el miedo. Pero no ocurre. Cersei, vuelve a la mesa de negociaciones, pero, como veremos después, es una treta. No tiene intenciones de acompañar la gesta.

La tregua entra en efecto y toda la atención, nominalmente, está puesta en el Norte. Jon convertido en una suerte de factótum magnánimo perdona a Theon, en lo que le compete. Básicamente lo alienta a embarcarse en misión suicida por Yara. Theon debe revalidar su posición frente a sus hombres de sal. No se entiende que se hayan quedado hasta este momento, si es que no lo podían ver. Theon se gana el respeto de esta gente de manera homérica. Y me refiero a Homero Simpson, por supuesto. Le pegan y se levanta. Le pegan y se levanta. Y, en una inevitable paridad con la primera escena del capítulo, demuestra que los castrados no solo tienen razones por que pelear, sino que carecen de punto débil. Y es así como logra salir en busca de Yara.

Cuando todos parecen estar partiendo al Norte, y Jaime se prepara para hacer lo propio con el ejército Lannister. Cersei lo para en seco y le hace saber sus intenciones. No solo no viaja, sino que Euron fue a traer a la Compañía Dorada, un ejército de mercenarios. Van a ponerse en situación ventajosa. Mientras todos los demás combaten a los muertos, ellos estarán en la retaguardia, pertrechados y listos para atacar por atras. Jaime, como Sansa, ha recorrido el camino hacia la luz. Empezó como un villano con matices, pero villano al fin. Tiró a Bran por una ventana en el primer capítulo, qué diablos. Hoy le dice a su hermana que juró ir a pelear al Norte. Francamente, pensé que Cersei lo mataba. Tuvo oportunidad de liquidar a sus dos hermanos. No lo hizo. Su embarazo la cambió. No pudo dar la orden. Cersei también hizo un viaje. Sufrió traumas. Perdió todo. Pero aun así no puede matar a sus hermanos.

Jaime, solo por primera y única vez, parte de Desembarco del Rey. Comienza a nevar. Es probable que jamás vuelva allí.

En Winterfell, Sansa charla con Meñique. Petyr propone una forma de razonamiento: “Asumí lo peor le dice”. “Arya quiere matarme”, contesta Sansa. Es el tercer diálogo por esta senda. Por más satisfacciones que finalmente trajo todo esto, la espiral dramática no funcionó. Les había adelantado que todo era una treta de Sansa y Arya. Pero toda esta línea podría haber funcionado mejor. Es un ejemplo de la temporada. Las cosas están construidas utilitariamente, porque saben que el final es enteramente satisfactorio. Y es también el ejemplo de lo que pasó con la serie una vez que no estuvo el material de soporte, los libros. La trama funciona, pero las subtramas, los plots, y los mecanismos narrativos se vuelven muy delgados y utilitarios. Jamás aburridos, jamás malos. Pero sí carentes de sutilezas.

Con todos los Señores del Valle y del Norte reunidos en la sala de Winterfell, Arya es traída frente a Sansa y Bran. Meñique, en el mismo rincón que se pasó una temporada entera, se sonríe. Sansa comienza con la lectura de acusaciones, dejando el nombre para el final. Y es así como a Lord Baelish se le acusa de todo lo que hizo: del asesinato de Lysa Tully, del envenamiento de Jon Arryn, de la conspiración contra Ned Stark; básicamente de los sucesos que llevaron a la guerra por el trono. ¿Quién mejor que su pupila para hacerlo caer? Así como Arya mató a su entrenadora sin rostro, Sansa debe matar a su mentor. No solo porque ella es la astucia ahora, sino, y más importante, porque este es el verdadero final de la trama central del juego de tronos.

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La muerte de Petyr Baelish cierra toda la línea. Y en consonancia con esto, es que Sam al llegar a Winterfell y presentarse ante Bran, cierra la segunda línea del pasado oculto: ¿Quién es realmente el joven conocido como Jon Snow?.

La escena es plenamente autoconsciente. Hay chistes sobre el Cuervo de Tres Ojos y como se entera de las cosas. La clave es que el cuervo necesita guía para saber dónde mirar. Es una biblioteca sin clasificar. Tiene todos los conocimientos a disposición, pero necesita un índice, un catálogo. Bran le explica a Sam que Jon es en realidad hijo de Rhaegar y Lyanna. Que, al nacer en Dorne su nombre es Arena (mala mía, siempre me confundo con el Código Civil para los bastardos y me había olvidado que lo determinaba la zona). Y es ahí donde a Sam se le prende la lámpara y explica que Rhaegar se casó con Lyanna. Y por tanto es Targaryen. Que la rebelión se basó en una mentira: Lyanna no fue raptada y violada. Y, finalmente, que Jon es el heredero al trono sin dudas y su nombre de nacimiento fue Aegon Targaryen.

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En un solo capítulo quedó claro que todos los sucesos del pasado contado y no visto, y el pasado representado, fueron erigidos sobre un supuesto. Sobre una mentira. La rebelión que nos relataron. La matanza. Las guerras por el trono. Las traiciones. Todo cimentado en algo que no pasó, en una ficción creada por un corazón roto, un secreto y la locura de un rey. En el mismo episodio, se ejecutó sumariamente a quien explotó el caos para ascender. Y se unieron, como un embudo, casi todas las fuerzas en un solo punto para pelear contra el enemigo. Es lógico que queden pocos capítulos. Esto es el final.

Jon golpea la puerta del camarote de Daenerys, mientras navega hacia el Norte. Llega el romance que el pueblo pide. Al mismo tiempo, sobre Guardiaoriente del Mar, el ejército de los otros se apersona. Decenas de miles de muertos están a las puertas de Westeros. Un dragón irrumpe. Lo monta el Rey de la Noche. Un fuego azul sale de sus fauces para hacer añicos el Muro que lleva miles años defendiendo las Tierras de los hombres.

Dedico estas palabras a mi sol y estrellas, quien me hizo notar algo que me parece interesante y comparto con ustedes. ¿Quién les dice? Tal vez sea así:

“George R. R. Martin debe ser conocedor del boom latinoamericano y especialmente de Cien años de soledad, ya que se encuentran presentes en Juego de Tronos las mismas claves. Sagas familiares e historias metafóricas. Muertes, incestos, presagios y maldiciones, riñas por el honor. Los Buendía podrían ser los Stark. Al mismo tiempo, muchas elementos del fenómeno por fuera de las novelas y la serie, la relación de los fans con el escritor y los guionistas y la polémica por el fanservice, parece salido de “La tía Julia y el escribidor”, novela de Vargas Llosa, en la cual uno de sus protagonistas, Pedro Camacho, escribe radioteatros y se va volviendo loco, mientras sus relatos se van fundiendo y retroalimentando con la reacción de sus oyentes”

Y agrego: la fantasía en Game of Thrones es cortazariana, en cuanto a que es una inquietud, una sensación que irrumpe, más no invade completamente. Obvio que no estoy hablando de los dragones, esos sí que irrumpen.

Sostengo que Canción de Hielo y Fuego es una de las obras más importantes de las últimas décadas, que George R. R. Martin es un genio, que los 5 (hasta ahora libros) y 67 horas de TV (unos 33 largometrajes, que carajos), son una de una calidad superlativa, y atraviesan todos los estratos de la sociedad, es decir, son populares, sin comprometer jamás la calidad.

Doy gracias por vivir estos tiempos, en que familias enteras o un grupo de amigos se juntan un domingo a la noche a disfrutar una saga de fantasía épica. Los 18 meses que falten para ver el final serán terribles, pero una vez que termine, estos años serán recordados como la década que vivimos en Westeros.