Los ilusos #58: documentales producidos durante la última dictadura militar – primera parte

I) Introducción

Esta columna tiene por objeto efectuar un breve análisis del corpus de películas documentales producidas durante la vigencia en el poder de la última dictadura cívico militar argentina, acaecida entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983.

El recorte de films está limitado a aquellos que de alguna forma hacen referencia, sea desde la propaganda oficial o mediante la denuncia del régimen, a la situación política y social que se vivía en el país. De este modo, se dejan afuera los films de ficción y aquellos documentales que no son alusivos a la temática, así como también aquellas películas producidas una vez concluido el gobierno militar. También se dejó de lado todo el cine político argentino producido durante el Onganiato y la vigencia de La Alianza Anticomunista Argentina en el intervalo democrático que ocurrió entre noviembre de 1973 y el 24 marzo de 1976.  En cuanto a las películas que están en la frontera de este período de tiempo, se dejan afuera documentales como La república pérdida I y II (Miguel Pérez, 1983 y 1986), dado que se entiende que representan narrativas que buscan historizar el período político cuando este ya casi estaba finalizando (en el caso de la primera entrega), o bien una vez que ya había concluido (en el caso de la segunda parte). Sí se optó por dejar dentro del listado analizado el film de Carlos Echeverría Cuarentena, exilio y regreso (1983-1984) toda vez que se la entiende como una película nacida al calor de un final “posible” de la dictadura y que fue atravesada en su realización por el incipiente proceso electoral democrático que es registrado mientras ocurría.

Es importante destacar que la mayoría de las películas citadas se encuentran en internet en calidades que no son las mejores y en canales que no son oficiales, ya sea de alguna señal de televisión o de algún organismo público, debido a la muy mala o más bien nula política de preservación audiovisual del Estado argentino. En esa línea, corresponde decir que existen ligeras discrepancias entre la duración de los films en las fichas técnicas disponibles en internet y las copias encontradas. Solo a los fines de adoptar un criterio, se tomó cómo parámetro la duración de las copias visionadas y no la de las fichas.

De todas las películas que se proponen analizar, hay una sola que no se pudo encontrar por ningún medio. Se trata de Las vacas sagradas, de Jorge Giannoni, un film que el cineasta del Grupo Cine de la Base filmó durante su exilio en Cuba en 1977 y que a la fecha no ha podido ser recuperado, aunque figura en el catálogo de la Cinemateca del Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográfica (ICAIC)[1].

A continuación se analizará en primer término los documentales de propaganda realizados por o con apoyo del gobierno de facto y luego, en un segundo término, los films realizados para denunciar el régimen.

Aclaración: dada le extensión del texto, la columna estará divida en dos partes.

II) Películas de propaganda: Ganamos la paz y La fiesta de todos

En este apartado se realizará un comentario sobre dos films realizados por la Dictadura Cívico Militar que gobernó en Argentina entre marzo de 1976 y diciembre de 1983. Podría decirse que se trata de películas que tienen una doble finalidad, mientras que por un lado omiten mencionar los detalles siniestros de la represión y el genocidio llevado a cabo durante esos años; por el otro, aunque resulte contradictorio, intentan justificar esa violencia invisibilizada a partir de la instauración de un discurso asociado a cuestiones médicas y religiosas: la sociedad argentina estaba enferma y poseída, y debía ser curada y exorcizada de sus demonios. El gobierno de la junta militar aparece entonces como la única posibilidad de llevar adelante un proceso de pacificación y unidad nacional, que devuelva a la Argentina a su lugar de grandeza que le corresponde por derecho natural. Hacer a la Argentina grande otra vez, quizá esto resuene de algún lado.

Ganamos la paz es un documental de 27 minutos estrenado en 1977. En sus créditos figura como director Francisco Javier Mendoza, aunque, debido a la imposibilidad de encontrar antecedentes previos o posteriores en la carrera de esta persona, no podría descartarse que haya sido un film realizado bajo un seudónimo.

En términos cinematográficos, es un documental expositivo, de tinte informativo, realizado en su mayoría con material de archivo, exceptuando por una breve recreación al final. El objetivo de esta película fue, a modo de propaganda oficial, explicar el proceso de pacificación llevado adelante por la junta militar a partir del año 1976.

La película intenta brindar un mensaje clásico, simple y hasta religioso respecto de la subversión: Argentina es, por su historia, un país pacífico, bello y extenso. En un determinado momento, la sociedad fue infectada por ideologías extrañas y perversas, y eso generó la existencia de grupos minúsculos, pero muy violentos, que atentaron contra esta suerte de “gen nacional”. Ganar la paz, para la película, es terminar con esta infección, poniendo en alto nuestros valores, y eso han hecho los militares en el poder durante el último año en curso.

El film inicia con imágenes variadas del país que muestran todas la bondades de nuestro circuito productivo (pesca, industria vitivinícola, ganadería, minería, industria pesada, turismo y paisajes envidiables) y la gran capacidad intelectual del ser argentino (grandes científicos, premios nobeles, deportistas, etc.). Pero claro, Argentina es blanco del terrorismo internacional, de un cáncer que trae violencia: el comunismo. Las ideas de la violencia vienen de afuera (China, Corea, URSS) hacia América (Cuba, Chile) y se radican en el país (ERP, Montoneros, etc.). El regreso de Perón al país, lejos de apaciguar la situación, por el contrario, supone la infiltración roja en el movimiento popular. La escalada de conflicto entre Perón y la subversión se vuelve inmanejable, y la asunción a la presidencia de María Estela Martínez de Perón, luego del fallecimiento de su esposo, no logra calmar la violencia social. Todo este escenario genera que las fuerzas armadas para preservar la integridad moral de la nación se vean obligadas a asumir el mando ante el vacío del poder político y ahí sí, la guerra contra la subversión comienza a dar sus frutos: detenciones, secuestros de armas y bombas y operativos exitosos calman a la nación.

Hacia el final, el documental expone con mayor fuerza su tesis y sostiene: El horror ha quedado atrás, la sociedad argentina pasó una dificilísima prueba. Ha llegado el momento de ganar la paz, y de preguntarnos, primero: ¿En nombre de qué cayeron los héroes y mártires de esta lucha? Pues cayeron en nombre de Dios, que nos da la vida. En nombre de la patria que nos brinda todo para vivir en la paz del trabajo y del hogar. Y ha llegado el momento de preguntarnos también ¿cuáles serán los destinatarios de esta victoria? Serán los millones de argentinos que buscan una causa fundada en el amor, en la justicia y en la libertad. Una causa que con la fuerza invencible de los ideales más nobles triunfe sobre la violencia, los extremismos y el odio. Se habrá ganado así la paz para los argentinos. Se habrá contribuido a formular un mundo mejor, y al dar gracias al señor por esos logros, exaltando las imágenes de vida y de amor, podremos exclamar con énfasis: ganamos la paz.

Como elemento a destacar de la película podría decirse que es uno de los pocos ejemplos en el que los movimientos de derecha del aparato represivo estatal argentino tomaron elementos e imágenes que hasta ese momento le pertenecían al llamado tercer cine o cine de resistencia de los 60 y 70 y los resignificaron dentro de su discurso. Así, tal como señala Mirta Varela (2018), se incluyen imágenes de archivo televisivo que en casos como el Cordobazo habían sido utilizadas por el cine político como un llamado a la lucha armada y aquí eran reinterpretadas mediante otro guión. La exhibición de imágenes de archivo es el recurso central de Ganamos la paz para apelar a la memoria de la audiencia. Se trata de un recurso que había sido explotado por muchos films producidos en el ámbito del cine político militante. Es el caso de La hora de los hornos, Ya es tiempo de violencia o Argentina, mayo de 1969. Los caminos de la liberación.

Ganamos la paz es un intento oficial por instalar un relato oficial y justificar el accionar de la dictadura. En su discurso, aunque no se reconoce el genocidio, suybyace la idea de justificarlo. No está claro «qué», pero «había que hacerlo». No se animan a admitir los crímenes, pero el deseo de justificarlos es imposible de ser controlado.

La fiesta de todos es un documental de 1979 realizado por Sergio Renán y producido por Aries Cinematográfica Argentina, empresa de los cineastas Héctor Olivera y Fernando Ayala, quienes delegaron en Adolfo Aristarain la Dirección de Producción de la obra. Fue escrita por el propio Renán, en colaboración con Hugo Sofovich y Mario Sábato, el hijo del escritor Ernesto Sábato, que firmó la colaboración con el seudónimo de Adrián Quiroga. El film gira en torno a la realización de la Copa Mundial de la FIFA de 1978 que se jugó en Argentina y que el combinado local ganó.

Además de contar y de recrear los momentos más destacados de la competición, la película alterna su narración con algunos sketches de ficción en los que participan actores de renombre de aquellos años como Juan Carlos Calabró, Luis Landriscina, Julio de Grazia, Nélida Lobato y Luis Sandrini, entre otros. A diferencia de Ganamos la paz, La fiesta de todos es un poco más sutil con relación a su discurso y su vínculo de propaganda con el gobierno militar. Quizá, el elemento más evidente de esto no aparezca en aquello que se dice, sino en lo que se omite narrar. El mundial de 1978, paradójicamente, fue el evento elegido por el gobierno de facto para mostrarle al mundo su éxito en la pacificación de la amenaza comunista y, al mismo tiempo, fue un dispositivo que le dio relevancia al país en medios internacionales y que permitió que las denuncias sobre las muertes, las torturas y las desapariciones de los civiles se conocieran con mayor popularidad en el mundo gracias a la llegada de los periodistas extranjeros que penetraron un poco el blindaje mediático y la censura impuesta por la junta militar. La campaña del boicot previo y durante el evento, así como las denuncias de violaciones a los derechos humanos que suscitaron durante su desarrollo fueron uno de los antecedentes más relevantes para que en 1979 se realizará la histórica visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos[2].

Como se hacía mención, la “propaganda” en La fiesta de todos aparece entonces por una evasión total a las denuncias de violaciones a los derechos humanos en el país o a la figura de las asociaciones de familiares de detenidos y desaparecidos, como por ejemplo las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Así, tal como señala Marcelo Acevedo (2018), las cuestiones más ostensibles que se observan en la obra aparecen en el hecho de que, por ejemplo, la primera cara reconocible que aparece entre los rostros que se muestran al inicio del film es la de Jorge Rafael Videla, seguido por Emilio Eduardo Massera y Orlando Agosti.

Entre otros detalles están los testimonios en off de la narración que dan cuenta de una idea muy similar a la que se dice en Ganamos la paz: Argentina está enfrentando un proceso de pacificación, donde lo que triunfa es la unidad nacional y la idea de que todos unidos podemos salir adelante y lograr grandes cosas; en este caso puntual, organizar y ganar nuestro primer campeonato del mundo en fútbol, el deporte nacional más popular.

Un ejemplo de esto último es el recorte que se hace de un simulado relato del comentarista José María Muñoz que dice: “Se inicia el Campeonato del Mundo de 1978. Generaciones de argentinos estaban deseando este campeonato que será nuestra imagen ante el exterior”; o, también, el comentario de cierre del historiador Félix Luna, que es utilizado como voz de autoridad para refrendar la rigurosidad del film: “Estas multitudes delirantes, limpias, unánimes, son lo más parecido que he visto en mi vida a un pueblo maduro, realizado, vibrando con un sentimiento común, sin que nadie se sienta derrotado o marginado. Y tal vez por primera vez en este país, sin que la alegría de uno signifique la tristeza del otro”.

El discurso de La fiesta de todos, a diferencia de Ganamos la paz, está enfocado en otra mirada arquetípica de la sociedad por aquellos años. Aquella que no sabe -o no quiere saber del todo- lo que está pasando y que veía a la dictadura como «una interrupción más» en el orden democrático nacional. La película intenta invisibilizar el gobierno militar, ponerlo casi como una anécdota. Los militares son solo las circunstancias dadas de un evento deportivo que simboliza la oportunidad de terminar con una división social y ponernos a todos de un mismo lado. Un lado que no pregunta demasiado, que deja hacer y gobernar, pero por sobre todas las cosas confía en el rumbo que están tomando los acontecimientos. Los nombres de quienes participaron la película y sus recorridos personales previos y posteriores son una señal clara de esto, una falta de plena consciencia de cómo un relato de este estilo podía contribuir en forma directa al plan que desplegó la Dictadura Cívico Militar.

BIBLIOGRAFÍA

Acevedo, M. (2018). “La fiesta de todos”, de Sergio Renán:Propaganda disfrazada de cine. En Papelitos, 78 historias sobre un mundial en dictadura. Revista NAN y Memoria Abierta. Disponible en: https://papelitos.com.ar/nota/la-fiesta-de-todos-de-sergio-renan

Varela, M. (2018). La memoria en el discurso audiovisual de las juntas militares en Argentina (1976-1983). En Comunicación y Sociedad. Jalisco: Universidad Guadalajara. Disponible para su consulta en: https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/73083/CONICET_Digital_Nro.8787fe9d-6d4c-44a8-b08d-e884e695a65e_A.pdf?sequence=2&isAllowed=y


[1] Teresa T. 10 años del nuevo cine latinoamericano. Editorial Verdoux, S.L., Cinemateca de Cuba, p 45.

Sinopsis oficial: Los sucesivos golpes de Estado, desde la caída de Juan Domingo Perón, en 1955, hasta la Junta Militar encabezada por el general Jorge Videla, en 1976. Análisis del comportamiento de las diferentes clases sociales en este proceso que abarca veinte años de la vida política argentina.

[2]https://www.argentina.gob.ar/noticias/40-anos-de-la-historica-visita-de-la-cidh#:~:text=El%206%20de%20septiembre%20de,los%20derechos%20humanos%20en%20Argentina.