Cien años de soledad

Recientemente el presidente colombiano, Gustavo Petro, declaró ser el “quizás último Aureliano Buendía”. Este comentario, publicado por Petro en Twitter, sumado al estreno de la primera temporada de “Cien años de soledad” en Netflix, nos invita a pensar qué significado tiene el resurgimiento del personaje del Coronel Aureliano Buendía en el contexto social actual.

La serie de Netflix está basada en el famoso libro homónimo del escritor colombiano, nobel de literatura, Gabriel García Márquez, publicado por primera vez en 1967. La historia sigue a la familia Buendía, fundadores de Macondo, a lo largo de cien años y seis generaciones. A lo largo de los años, la familia y la misma historia tendrán un desarrollo cíclico, donde la soledad, la inestabilidad política y el incesto se repetirán generación tras generación. García Márquez hizo un gran trabajo al relatar, a través de los Buendía, los eventos sociales y políticos de Colombia: guerras civiles, el desarrollo industrial, la Masacre de las bananeras y la corrupción estatal. Sin embargo, en ningún momento del libro se hace referencia a Colombia, por lo que cualquier país latinoamericano podría ser el escenario de esta historia.

La serie, obviamente, tiene sus diferencias con el libro. Es la primera adaptación a pantalla que se hace del libro, ya que la familia García Márquez se había negado siempre a ceder los derechos. Sin embargo, Netflix prometía dedicarle el tiempo que la novela requiere para ser contada fielmente, y la familia del escritor –fallecido ya en 2014– exigió que fuese filmada en Colombia, con actores y actrices colombianos, y en español. Así, “Cien años de soledad” llegó a la plataforma y, sorprendentemente, cumple con las expectativas. Por más que la serie deja entrever el final que el libro esconde hasta las últimas páginas, la historia está fielmente adaptada. Al menos hasta la primera mitad del libro, ya que la segunda parte está aún en producción.

No hay duda de que adaptar una obra tan monumental como es “Cien años de soledad” implica muchos riesgos y dedicación. El cambio de actores necesario para abarcar cien años de historia, el desarrollo arquitectónico e infraestructural de Macondo y la imposibilidad de adaptar ciertas nociones de la novela hacen que esta producción sea especialmente compleja y que el resultado final asombre por cómo logra sortear estas dificultades.

Uno, al leer la novela, se identifica más con algunos personajes, y menos con otros. En mi caso personal, Úrsula Iguarán, la matriarca de la familia Buendía, es el mejor personaje. Es el arquetipo de una madre –y luego una abuela– que sostiene la unidad familiar. Úrsula es, por lo tanto, el personaje que más me costó aceptar en la adaptación de Netflix, en especial cuando cambian de actores para el primer salto temporal, a mitad de la primera temporada. Esto no significa una falta en las actrices, sino que demuestra lo complejo de adaptar una novela donde algunos personajes viven cien años. El cambio de actores está muy bien logrado, más allá de las preferencias personales que se puedan tener. Y destaca, en esta primera temporada, el personaje del Coronel Aureliano Buendía.

Pero ¿por qué es el Coronel el principal foco de la mayoría de los análisis, tanto del libro como de la serie? ¿Qué representaba el Coronel en las guerras civiles de 1890? ¿En 1967, cuando se publica el libro? ¿Y en 2024, cuando se estrena la serie? No es el personaje que más tiempo ocupa en el libro, no vive durante esos cien años como sí se acerca Úrsula, no tiene una muerte gloriosa y épica y no tiene los discursos más emotivos. El Coronel es un hombre serio, cínico, que pierde la pasión por la guerra que libra y se vuelve simplemente alguien que quiere dedicarse a hacer pescaditos de oro y que no se siente capaz de amar. Es olvidado por Macondo cuando aún estaba vivo, y sus 32 guerras serán olvidadas por casi toda su familia, al punto que nadie cree que realmente hayan sucedido.

El Coronel Aureliano Buendía es el mayor representante de la soledad en esta historia. Su vida íntima está marcada por la soledad, con la muerte de su esposa y de todos sus hijos, y la alienación de su familia a la que se somete él mismo; pasa sus últimos años recluido en su taller, sin recordar a nadie ni a nada. Su vida “pública”, es decir, su rol como el Coronel, está también marcada por la soledad. Es un alienado del Estado, pierde a todos sus amigos por las guerras y es olvidado por la historia. Este es tal vez el mayor signo de la soledad en el nivel político de la novela: el olvido de quienes lucharon contra la corrupción de los conservadores y la soledad a la que fueron sometidos por parte del Estado.

En 1967, cuando la novela se publica, la relación del Coronel Aureliano Buendía se hace con las guerrillas latinoamericanas. La lucha contra los estados represores creaba la necesidad de personajes como el Coronel, que luchasen contra la tiranía. En Latinoamérica, estos personajes atravesaron también un cierto grado de olvido y se los borró de la historia reciente. En 2025, vuelve a surgir la figura del Coronel. Cuando el presidente de Colombia, una de las pocas figuras importantes de la izquierda que gobierna en Latinoamérica, se refiere a sí mismo como Aureliano Buendía –por más que uno esté de acuerdo o no con su gobierno–, está tomando una postura muy clara respecto al surgimiento de los regímenes de derecha conservadores de todo el mundo. El tuit en el que Petro hace este comentario estaba dirigido a Donald Trump luego de que el mandatario estadounidense declarara que deportaría inmigrantes latinos e impondría aranceles a la región. La respuesta de Petro es clara. El espíritu del Coronel Aureliano Buendía existe todavía en América, su historia, por más que ficticia, es real y necesaria, igual que lo es la historia de toda la familia Buendía.