Malqueridas: tras las rejas, la sinfonía de resistencia y esperanza en el universo carcelario

Malqueridas, la ópera prima de la cineasta chilena Tana Gilbert, ganó el premio al mejor largometraje de la competencia Estados Alterados en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. El premio se otorgó el sábado 11 de noviembre en la ceremonia que se llevó a cabo en el Teatro Auditorium.

Se trata de un documental que trasciende lo convencional al presentar un montaje de videos y fotos que fueron tomadas –de forma clandestina– por las mujeres privadas de su libertad en Chile. Desde el inicio de la proyección, se destaca que este material de archivo fue registrado con extrema precaución por parte de las mujeres, ya que, en el contexto de encierro, el servicio penitenciario chileno prohíbe la tenencia y uso de dispositivos para tales fines.

Aunque la película aborda temáticas duras y conmovedoras, resalta por su capacidad para transmitir una ternura especial que llega a la audiencia. Esta permite generar empatía hacia las mujeres que comparten la difícil experiencia de ser madres mientras cumplen una prolongada condena. Desde duras experiencias, como ser esposadas durante el parto, a ser olvidadas por sus maridos e hijos –quienes no las visitan nunca–, el miedo a que algo suceda a último momento que les impida obtener la libertad condicional, hasta incluso un final fatídico y doloroso totalmente inesperado tanto para los espectadores como para sus protagonistas.

A pesar de que Malqueridas esté bien elaborado al preservar la identidad de las mujeres que comparten sus experiencias y mezclar relatos duros con momentos más agradables, como bailes y festejos entre las detenidas, la narrativa podría volverse un tanto densa debido a la exclusividad del montaje de material de archivo de baja calidad, como mencioné anteriormente. Esta elección puede dificultar el efecto visual del documental. No obstante, considero que logra transmitir eficazmente la incertidumbre y desesperación que sienten las protagonistas al no poder comprender con claridad lo que sucede en las imágenes. La oscuridad que en muchas ocasiones se ve en pantalla también ayuda a potenciar ese ambiente.

A lo largo del largometraje, se vive una constante mezcla de emociones. Aparecen momentos poéticos, como en los festejos de fin de año o las evocadoras imágenes de los patios en días lluviosos. Sin embargo, la obra va más allá al enfrentar la injusticia que algunas de las mujeres privadas de la libertad sufrieron. Además, la narrativa alcanza niveles trágicos impactantes sobre todo hacia el final.

Aunque la baja calidad de las imágenes es evidente, el documental presenta una narración excelente. Esto posibilita que la audiencia desarrolle una profunda empatía hacia las madres que enfrentan una vida difícil en contexto de encierro. Además, el film visibiliza la violencia obstétrica que muchas de estas mujeres experimentan, mostrando cómo afecta a la crianza de sus hijos, ya que son separados de ellas al cumplir los dos años. Pese a que la narrativa es intensa, se mantiene sincera, evitando presentar juicios de valor que puedan estigmatizar a las protagonistas. Esta honestidad contribuye a representar de manera auténtica y respetuosa las complejidades que enfrentan estas mujeres mientras cumplen su condena. Una realidad que muchos de nosotros desconocemos y que es importante que se muestre.