El apocalipsis somos nosotros: Entrevista a Fabián Forte, director de cine de terror

Con motivo del estreno de Retratos del Apocalipsis, filme que codirige junto a Nicanor Loreti y Luca Castello, la Revista 24 Cuadros dialogó con Fabián Forte, un nombre clave dentro del cine de terror argentino. Con una larga trayectoria que abarca la dirección, la escritura de guiones y la asistencia de dirección, Forte, con esta película, se consolida como un referente indiscutido del género.

Su filmografía lo avala: desde su ópera prima Mala carne (2003) hasta títulos más recientes como Juego de Brujas (2023) y Legions (2022), pasando por El muerto cuenta su historia (2016) y su colaboración con Demián Rugna en Malditos sean (2011). A esto se suma su extensa experiencia como asistente de dirección en más de veinte proyectos, un rol que complementa su mirada como realizador.

Retratos del Apocalipsis estructura su historia a través de cuatro relatos entrelazados en una Buenos Aires devastada por un brote zombi. La cinta explora, desde múltiples perspectivas, la perplejidad del contagio inicial, el caos social desatado y la desesperada lucha por la supervivencia. Cada historia funciona como un testimonio de las distintas facetas de la resiliencia humana ante la catástrofe.

En esta entrevista, Forte reflexiona sobre su pasión por el cine de terror, su trayectoria profesional y los desafíos de producir cine de género en el contexto actual de la industria argentina.

Fabián, ¿qué encontrás en el terror que no te lo dan otros géneros?

Yo creo que el terror se anima a hacerse preguntas que otros géneros no. Se relaciona mucho con lo que no sabemos, con los miedos, con cuestiones muy primitivas del ser humano, con ciertas filosofías.

Obviamente depende del subgénero porque es muy abarcativo. Tenés terror para entretener, para asustar, y tenés películas de terror que se cuestionan la sociedad, que son más metafóricas.

Por eso a mí me gusta. Creo que es un género con el que se puede jugar mucho. Y tenés también un terror más elevado. A mí me gusta el terror que se plantea cosas o que por lo menos te proponga una pregunta. Es el terror al que yo aspiro, eso no significa que lo logre. A su vez hay algo que me sale, creo, con mayor comodidad, que es el terror mezclado con cierta ironía, con la comedia.

Creo que es un género que me permite de alguna manera cuestionarme y tratar de responder cosas a la hora de pensar qué pasa cuando uno muere, cuando uno conecta con seres de otros planos. A diferencia de otros realizadores que hacen cine de terror y que no creen en nada, yo soy de creer en muchas cosas.

Me permito creer. No en todo, obviamente.

Encarar una película es un proceso difícil, en Argentina y en otras cinematografías también. ¿Qué tiene que tener una idea para decir “avanzo con esta en particular”?

Está buena la pregunta. A mí me pasa que escribo mucho, me gusta escribir. Es como mi lugar de confort.

Ahora, ¿qué es lo que tiene que tener una idea? Primero, creo que tiene que tener personajes con los que yo me sienta identificado. Personajes que digas, che, yo comprendo a este tipo o a esta chica. Entiendo lo que le pasa, entiendo el objetivo que tiene.

Y también, tener algo que vos quieras contarle a la gente. Me parece que eso es fundamental. A veces uno que se dedica al cine tal vez se esfuerza por tener una historia para contar o una historia para decir, che, bueno, quiero hacer esta película por una cuestión comercial.

Ahí creo que uno ya va por mal camino. Me parece que uno tiene que ser fiel a uno mismo y decir, bueno, esta historia que quiero contar me sale del corazón, es una historia audiovisual que yo siento que la puedo contar de la mejor manera posible. Entonces, me parece que eso es lo que uno tiene que encontrar.

Después lo comercial es relativo. Si tu película funciona o no funciona comercialmente es algo que es muy difícil saber. Lo que impulsa y lo que impregna una idea es lo que querés contar.

Básicamente, es una cuestión visceral.

¿Cómo nace Retratos del Apocalipsis? ¿Cuándo dijiste “vamos a hacer una película”?

Retratos del Apocalipsis nace de esta manera. Estábamos con Nicanor Loreti en un festival. Y estaba ya Milei en el gobierno y vimos que las cosas se iban a poner muy turbias.

Entonces, dijimos qué bueno sería hacer una película independiente, donde nosotros podamos tomar las decisiones de la película como productores y como guionistas. Veníamos de varias películas que fueron producidas con otras empresas y esos productores lo que hacían era, obviamente, no solo presentar el proyecto al Instituto de cine, sino también aportar creativamente o decidir cuestiones de la historia. Entonces, dijimos que sería bueno sortear todo esto para ser los dueños totales de la película y hacerla de manera independiente, ya que no podemos contar con el Instituto ni quedarnos de brazos cruzados.

A mí se me ocurrió la idea de hacer una película antológica de cortos, porque siempre me gustaron ese tipo de películas. Me acuerdo de que la primera película que vi así fue Creepshow. Después vi Los ojos del gato, Los cuentos de la cripta y otras más. Hay una serie de películas que a mí en lo particular me gustan y que son espanta-productores.

En general, los productores no quieren hacer películas episódicas. Creo que la única película comercial de este tipo fue Relatos salvajes. Pero bueno, tenías a Szifron y tenías a ese elenco. Tenías todas para ganar.

Dije que estaría bueno que cada uno se produzca su propia historia y pensamos en una dinámica en la que cada corto tenga relación con los otros. Y ahí me acordé de que un exalumno mío me había presentado un proyecto que se llamaba “El rey de los condenados”, que justamente en la película es el último.

Y así fue. Hablamos con Luca y se recopó. Y ahí fue cuando Nicanor modificó una historia que tenía para que suceda dentro de un apocalipsis zombi. Y yo escribí una historia que está basada en algo que pasó en mi familia y que luego la llevé al estadio de apocalipsis.

¿Cuál es tu decálogo del director – productor en el contexto actual? ¿Para vos qué es lo que hay que tener en cuenta para no pelearse con la realidad?

Siempre te vas a pelear.

Siempre que viene un alumno nuevo a mis clases le pregunto: ¿vos querés aprender a escribir para tener un guion guardado en tu cajón o para tener un guion que puedas hacer? En general, todos quieren hacerlo. Por más que vos quieras aprender a escribir un guion, todos sueñan con tener la posibilidad de dirigir algún día.

Entonces, para mí ese es un buen punto de partida. Vos podés escribir el guion de Avatar o podés escribir un guion que sea posible. Para mí hay que escribir para no pelearse con la realidad pensando como productor.

Mi trabajo como asistente de dirección también me permitió ver nuestra pequeña industria y observar todas las vicisitudes del quehacer cinematográfico. Vi los errores y las virtudes de otros directores, y también cómo grandes guiones tienen que ser recortados por cuestiones presupuestarias. Como ese guion se transforma en uno hecho a los tropezones; no porque esté mal en sí, sino por el dinero. Al tener que sacar escenas y quitar personajes, la historia queda muy golpeada.

Si vos ya podés pensar en cuestiones de producción, que no es fácil, entonces tal vez a la hora de producir una película que sea independiente, con poco dinero, ya estás como más preparado.

Yo a veces noto que hay dos escuelas. La que dice que no pienses en la producción, concentrate en la historia, y la escuela pragmática, que escribe para producir. Yo soy de esa escuela. Entiendo a la otra, pero yo soy de los que necesita estar en contacto con el oficio. Conozco a gente de la otra escuela. He tenido amigos que tenían proyectos que nunca filmaron, porque venían de la publicidad y decían que, si no hacían las películas como querían, no las hacían.

Y nunca las hicieron.

Yo vengo justamente de todo lo contrario. De adaptarme y ver cómo lograr una historia con pocos personajes en una habitación, que también está más volcado a lo teatral. Me gusta resolver situaciones teatrales. Entonces, yo sé que con pocos elementos es posible contar una historia que esté buena, que te atrape. Hoy admiro ese cine.

¿Cómo es la situación del cine en Argentina? ¿Cómo definirías esta época?

Maravillosa (risas). Lo mejor que nos pasó es este gobierno. Estamos todos felices. Si mirás alrededor, está el 90% de los técnicos de cine sin laburo.

Las películas que se están haciendo hoy son películas hechas por las grandes plataformas Disney, Amazon, Netflix. 10, 15, 20 películas por año. Antes se llegaron a hacer hasta 200 al año. Películas enormes que tienen una fórmula, una estructura y unos clichés ya muy determinados.

Entonces lo que vas a ver es un cine similar, hecho con mucha plata pero que tal vez no se la juega temáticamente en nada. Todo se ve estético, como una gran publicidad. Entonces, el cine pluralista, el cine que propone otro tipo de historias, desapareció.

Hoy estamos frente a un instituto de cine que está… no digo que está muerto, yo digo que está en estado vegetativo. Lo pausaron. Salieron algunos concursos para películas, muy pocos, con montos muy bajos. Un delirio.

Las personas que hoy están en el Instituto no son personas idóneas. Son idóneas para pausarlo. Son economistas que han dicho que no les interesa el cine nacional. Creo que Chomsky dice que es una estrategia de la derecha. Poner personas que no son capaces en cargos altos porque justamente tienen la capacidad de destruir todo.

Entonces, la situación hoy es terrible, no solamente por la cuestión cultural de que no se están filmando películas, sino que, a su vez, mucha gente perdió el laburo. Muchas familias están sin laburo, se están dedicando a otra cosa.

El que cree el discurso de este gobierno se come el verso de que es guita del Estado, ¿me entendés? Y eso es un problema. Es muy loco porque el cine argentino afuera está muy bien catalogado. Es un cine fuerte, es un cine que compite con grandes producciones. Es como David contra Goliat, compite con películas que son inmensas en producción y, sin embargo, tenés una película argentina chiquitita y, de repente, capaz que gana un premio importante en un festival grande. Cuando vos viajás y tenés la suerte de ir a festivales, te das cuenta de que está muy bien visto nuestro cine.

Pero lo que yo veo no pasa solamente acá en Argentina, pasa en otros países también, que su propio pueblo es muy crítico con su cine. El pasto del vecino siempre es más verde.

Hay algo que sucede a veces con el público que ve cine argentino, que tal vez vio una o dos películas argentinas y se encontró con una que no le gustó y ya considera que el cine nacional es malo. Falta tal vez esa cultura de ver más cine argentino y entender que lo que estás viendo es un cine especial que de alguna manera cuenta historias que nos pertenecen a nosotros, que está hablando de nosotros.

Si no te gustan, hay algo en vos, hay algo con tu cultura que quizás no te está gustando. A muchos no les interesa la cultura nacional, quieren ir a McDonald’s a comer. Quieren otra cosa para nuestro país. Por algo está dividido el país como está ahora.

Creo que nuestro cine es muy ecléctico. Tenés muchísimas voces y tenés muchos directores y directoras con una voz muy personal que crean películas diversas. Me parece que es eso lo que hay que defender hoy. Al perder la diversidad de películas, también se pierde público. Porque el cine argentino es tan variado, que siempre vas a encontrar una película para vos.

¿Qué se va a encontrar el público que vaya a ver Retratos del Apocalipsis?

Se va a encontrar con una película distinta que evoca el cine de los 80 y los 90. No evoca las grandes producciones con grandes efectos digitales, sino que, al contrario, es una película más intimista, enfocada más en las problemáticas de esos personajes dentro de un contexto muy extremo.

Se van a divertir porque hay segmentos que son más irónicos y más divertidos, y hay otros que son mucho más dramáticos. Creo que cada espectador va a hacer de alguna manera una elección de acuerdo con su gusto personal de cuál es el segmento que más le gusta.

Para terminar, ¿qué es el apocalipsis para vos?

Esto que estamos viviendo. El mundo actual supera cualquier película de terror.

Esto que está sucediendo en nuestro país, ver Gaza y ver tantas familias destruidas, chicos hechos mierda y estropeados, eso es el apocalipsis. Nosotros como seres humanos somos el apocalipsis. Somos una raza terrible.

Si nosotros no manejamos nuestro equilibrio mental, yo creo que no hay forma de revertir el mundo porque el mundo es el reflejo de lo que somos nosotros interiormente. Si nosotros eso no lo podemos revertir, no vamos a salir de esta situación. Eso es el apocalipsis.

Es lo que nosotros construimos exactamente. Por eso creo que el objetivo del cine de terror es mostrar esa parte terrible que tenemos.

¿Por qué somos adictos a la violencia? ¿Por qué nos gusta ver una película violenta?

El otro día hablaba con un alumno mío que me decía: vi una película que tiene toda una secuencia terrible, que matan a la familia, a los chicos, una cosa terrible. Me terminó diciendo: ¡qué buena que es la película!

Vos podrás analizar la historia, el objetivo de la película, mil cosas, pero ¿qué es lo que nos hace ver tanta violencia, lo que nos lleva a ese lugar? Y eso yo me lo pregunto haciendo cine violento incluso.

Digo, ¿dónde estamos parados? A mí me parece que somos una raza compleja. Así como tenemos grandes virtudes y seres maravillosos, también tenemos personas espantosas en este mundo.

En este sentido, el cine de terror explora la naturaleza del mal. Y hay películas que retratan muy bien esto: La naranja mecánica, Tenemos que hablar de Kevin. Hay películas que se plantean ¿dónde está la maldad? ¿Es algo que uno tiene en la educación, es algo que uno va desarrollando, o ya nacés así?

Por eso me parece que el apocalipsis somos nosotros. Si vos ves 28 días después, ya entrado el tercer acto, ¿qué pasa ahí? Tienen que liberar a los zombis para combatir a los soldados.

Es la humanidad, es la raza humana el problema. Los zombis, bueno, son víctimas de todo ese sistema.


Retratos del Apocalipsis (Argentina, 2024)Estreno en cines jueves 6 de noviembre
Dirección, guion y producción: Nicanor Loreti, Fabián Forte y Luca Castello
Elenco: Demián Salomón, Paula Manzone, Rodrigo Raffeto, Natalia Santiago, Paula Rubinsztein, Lorena Vega, Ezequiel Rodríguez y Martina Valmaggia
Dirección de fotografía: Nicolás Gorla y Cristian Bidone
Dirección de arte: Martín Conti, Carolina Menéndez, Jimena Cohen y Sofía Diamante Stocco.
Música: Pablo Sala
Edición: Luca Castello, Nicanor Loreti y Jonathan Smeke
Fx: Melisa Ontivero
Vfx: Andrés Borghi
Duración: 75 minutos.