Bring Her Back: Ella morirá en la lluvia

Antes de ver Haz que regrese vi Háblame, la ópera prima de los hermanos Philippou. En aquella película, un grupo de adolescentes tenía una mano embalsamada que permitía hablar con los espíritus de gente muerta. Mia, una de las chicas del grupo, intentaba contactarse con el espíritu de su madre fallecida, pero al hacerlo la línea entre los vivos y los muertos comenzaba a borronearse cada vez más. La encontré como una película fallida pero virtuosa, con climas de horror muy logrados, con ideas visuales atractivas (la cámara que gira para mostrar el contacto con ese otro mundo, por ejemplo) y con la concepción de un más allá ambiguo, que podía resultar peligroso y a la vez un lugar de salvación. Si Háblame no terminaba de funcionar del todo, era a causa del énfasis didáctico que los directores ponían, tanto al hablar del universo sobrenatural que creaban (ver cómo sobreexplican en un momento la impactante escena de apertura, para que no se sintiera descolgada del resto del universo del film), como al exponer los traumas de Mia por la muerte de su madre y el vínculo distante con su padre.
Haz que regrese, la segunda película de los Philippou, es una película que tiene las grandes virtudes de su debut, alguno que otro de sus defectos (como los subrayados cuando un personaje tiene que contarle a otro lo que sucede), pero que en general muestra a dos directores con una visión del mundo consolidada, que se mueven dentro del terror sin la necesidad de efectismos, y que detrás del uso de dos de sus vertientes (el terror de posesión y el de cultos paganos) esconde un melodrama desgastante (en el mejor de los sentidos) y filmado con maestría. Para hablar de esto último basta con referirse al título. Haz que regrese remite al deseo de que vuelva alguien que se ha ido, pero, también, a sabiendas de que estamos ante una película de terror, ese regreso no puede sino estar vinculado a lo sobrenatural. Su historia gira en torno a dos hermanastros, Andy y Piper. Tras la muerte de su padre, ambos son enviados a vivir al hogar de Laura, una extravagante mujer que también ha perdido a un familiar (Cathy, su hija), y que convive con un hijo adoptado llamado Oliver, con mutismo selectivo.

La cuestión del regreso del título está en el leitmotiv central de esta película: un círculo. Tal forma es indisociable de lo cíclico, y acá va a verse repetido varias veces: como parte de un ritual satánico, como el trazo que define los límites de la casa de Laura (no por nada, alguien que vive aislada), como la caricia que Laura hace a Ollie para que se calme, como el diseño que está al fondo de la piscina de su casa.
En el deseo de hacer regresar a alguien que se fue aparece también otra de las cuestiones que atraviesan a la historia, que es la de las familias biológicas que fueron descompuestas y que han vuelto a ensamblarse de manera no muy feliz. Andy y Piper formaban una familia con el padre del primero, que lo maltrataba y prefería, en cambio, a su hermanastra; y este luego termina muerto. Laura perdió a Cathy, ahogada en la piscina, y adoptó a Oliver (quien, suponemos, era huérfano), sólo para revivir a su hija. Finalmente, la familia que conforman Laura y los dos hermanastros protagonistas termina destruida cuando estos descubren que son parte del ritual ocultista de su nueva madre. Una familia que, además, encuentra tensiones: Laura manipula a Andy a más no poder para deshacerse de él, y así volver a formar el vínculo que tenía con su hija, ahora reemplazada por Piper. Esto último no es casual, puesto que repite el patrón de maltrato que Andy sufría a manos de su padre, y el favoritismo que tenía hacia Piper. Un poco como si los Philippou nos dijeran que la reconstrucción de un vínculo filial resulta imposible.

En todos los casos, los cineastas parecen mostrar que cualquier nuevo núcleo familiar sólo puede terminar de forma trágica. En esa imposibilidad de volver a formar lazos que recompongan una unión que se ha roto (sea por la muerte, en el caso de Cathy, y del padre de Andy y Piper; sea por la psicopatía, en el caso de Laura), en el temor a la muerte de nuestros familiares, en el daño a nuestros seres queridos, es en donde está realmente el núcleo perturbador de Haz que regrese, y no tanto en sus escenas más salvajes.
Menciono esto último, porque antes de verla tuve un intercambio en un grupo de WhatsApp, donde me adelantaron que se trataba de una película especialmente violenta, con una escena en particular muy perturbadora (la de Ollie con el cuchillo). Francamente, habiendo visto varias películas que entrarían dentro de cualquier video de YouTube que ranquee las más perturbadoras de la historia, me resulta difícil encontrar algo impresionante desde el gore o la violencia extrema, y sí encuentro más difícil de digerir todo lo que implique violencia verbal o psicológica. Por eso, me resulta más impactante lo que le ocurre al personaje de Sebastian Stan en A Different Man, que cualquiera de las muertes efectistas de Holocausto caníbal; por eso es más dramático lo que le ocurre a Carrie en la obra maestra de Brian De Palma que cualquiera de las penurias que atraviesa la protagonista de esa mierda sobrevalorada, simplista y un tanto misógina (y no estrenada en Argentina) que es The Ugly Stepsister.

El gore es moneda corriente en el terror, y su efectividad e impacto dependerá de su correcto uso y dosificación; de ahí que los directores hayan entendido que de nada sirve poner escenas extremadamente violentas si no tienen un correlato a nivel dramático o catártico. El mencionado momento de Ollie con el cuchillo es doloroso porque le ocurre a un personaje que sentimos especialmente vulnerable, no sólo por ser un niño, sino porque intuimos que está siendo manipulado por Laura, y porque su mutismo esconde algo sospechoso (no por nada, lo único que dirá este personaje al terminar este momento, y en toda la película, será “help me”).
Este momento, y, especialmente, la última media hora de metraje están filmados con una intensidad tal, que habla del carácter trascendente y casi lírico que los Philippou buscan imprimirle a su película. El mismo que está, a su vez, en la hermosa escena de Laura y Piper bajo un cielo lluvioso, y también en una de sus líneas de diálogo más bonitas: “ella morirá en la lluvia”. Esa frase podría regresar, acaso, como el título de una balada, o de un policial negro.



