The Agency: la historia de un marciano

No suelo engancharme con series o películas en las que los protagonistas son los agentes de la CIA. Me irrita ver cómo siempre se los representa como los Dirty Harry de la política internacional que siempre la tienen más grande —la estrategia, claro está— que los rusos, los chinos, los iraníes o la nacionalidad que a los yanquis se les ocurra pintar con el color del diablo.

En este sentido, Tinker Taylor Soldier Spy (Tomas Alfredson, 2011) me parece una película ejemplar dentro del género porque pone patas arriba toda esta narrativa del glamour, la inteligencia superior y la eficacia indiscutible con sus espías quijotescos que tienen menos ganas de perseguir doble agentes que estar en casa cuidando nietos.

La serie The Agency (2024) intenta más o menos ir por este camino. No puede evitar resucitar los estereotipos de los agentes superchulos de la CIA —detalle que, de nuevo, me hace perder la paciencia—, pero que no se hunde en lo intrascendente porque desarrolla al mismo tiempo otra línea —a lo mejor accidental— de mayor interés.

La serie cuenta con un reparto envidiable: Richard Gere, Jeffrey Wright, Katherine Waterston, John Magaro. El rol protagónico queda en manos de Michael Fassbender, quien abraza aquí, más que nunca, el estilo impávido que Steve McQueen practicó a la perfección.

La historia se centra en Martian (Fassbender), un agente a quien, luego de realizar un trabajo encubierto en Sudán durante seis años, se lo llama a regresar a la oficina de la CIA con sede en Londres. Este retorno súbito lo obliga a interrumpir una relación amorosa con Samia Zahir (Jodie Turner-Smith), una profesora y activista. Martian no consigue desligarse de esa relación. Esto representará un grave problema que se interpondrá en las misiones de alto riesgo que se le asignan a su regreso.

Desde mi punto de vista, el mejor hallazgo de la serie es representar a los agentes como la clase de persona que son: tipos con el ego inflado a los que el gobierno les da licencia para matar y hacer lo que se les cante. Eso genera en la historia situaciones en las que se pone en peligro la vida de incontables personas. Grupos de inocentes que los agentes ven tan solo como un costo a pagar por defender una abstracción: la banderita de tiras y estrellas que, cada tanto, aparece dibujada como la capa que los vuelve invulnerables.

Esta es la gran paradoja de los superhéroes psicópatas de The Agency: la abstracción de la patria y la nación les basta para justificar torturas y masacres. Crímenes sobre los cuales ellos redactan informes escrupulosos, pero que ocultan al conocimiento público y lo etiquetan con el eufemismo burocrático de daños colaterales. Actos que, en el fondo, no hacen más que satisfacer el narcisismo de estos asesinos de traje y corbata.

No por casualidad, el agente interpretado por Fassbender carece de emociones. Además, recibe un nombre de batalla muy llamativo: Martian, que en español significa marciano. En este sentido, me parece que la ironía de este apodo explica bien por qué esta clase de individuos se meten a trabajar en la CIA: porque son marcianos, seres despojados de cualquier vestigio de humanidad.

The Agency está disponible en la plataforma de streaming Paramount+. Ya tiene confirmada la segunda temporada.