Elijo creer: relatos, pasiones, defectos, virtudes

El 18 de diciembre de 2022, en el estadio Lusail de Qatar, alrededor de las 14:55, hora de Argentina, Gonzalo Montiel convirtió el cuarto penal frente al arquero Lloris. Argentina ganaba la final frente a Francia, y se coronaba como campeón de la Copa del Mundo por tercera vez en su historia.
Elijo creer abre con el momento de aquel penal, con Montiel que se acerca despacio al área de tiro, mientras la cámara sigue al jugador en un plano general. Detrás de él está la selección argentina y el público, mirando expectante, a sabiendas de que en esa jugada se define todo.

En este inicio hay una primera cuestión muy lograda, y otra muy fallida. Montiel patea al arco, pero la cámara de los directores, Gonzalo Arias y Martín Méndez, no muestra el gol que, ya sabemos, tuvo lugar. O sea que opta por dejar afuera, o más bien, en suspenso, el resultado de lo que va a definir todo el evento, por más que todos sepamos ya qué es lo que pasó. De lo que se trata, entonces, es de proponer en esta decisión de los realizadores una tensión similar a la que cualquiera que veía el partido pudo experimentar en el momento preciso en que se jugaba. Esta decisión osada e ingeniosa se contrapone con lo otro que aparece en esta escena de forma no muy acertada, y que va a recorrer gran parte del film, que es la voz en off. Esta voz nos informa que hay momentos que signan la memoria de una época, y que son llevados a cabo por deportistas que pueden llevarnos tanto al triunfo como a la derrota. Hay algo molesto en ese recurso, que parece querer teñir de mayor gravedad y de trascendencia un hecho que ya por sí solo resulta dramático, expresado en el gesto de Montiel en primer plano.
Lo que veremos luego es el relato del triunfo argentino en el Mundial de Qatar 2022 de manera demasiado convencional, siguiendo los partidos jugados por la selección hasta resultar ganadora, con alguna escena en el medio que muestra el festejo de los hinchas. La voz en off remarca y replica la mayor parte del tiempo lo que ocurre en pantalla, ilustrando hasta el cansancio cada jugada y cada enfrentamiento con un nuevo país. De modo que la narración no deja de tener un carácter un tanto básico, casi académico, como si se tratara de contarle a alguien que no ha visto ningún partido de la selección en la última Copa del Mundo cómo Argentina llegó a ganar la tercera.

Es difícil no confrontar a Elijo creer con Muchachos, la película de la gente (2023), dirigido por Jesús Braceras, el otro documental sobre el triunfo argentino. Los dos tienen como eje el Mundial de Qatar, los dos insisten en la tensión de los encuentros entre selecciones y en la alegría de haber ganado, los dos se estrenaron el mismo día; finalmente, los dos cuentan con la voz en off de un actor popular y reconocible (Ricardo Darín en Elijo creer, Guillermo Francella en Muchachos). La diferencia radica en que la segunda se centra más en la figura de los hinchas, en los comentarios y reacciones de quienes seguían los partidos, más que en el recorrido de la selección en sí. Muchachos muestra, a través de un montaje ecléctico, lo caótico y feliz de los festejos registrados, que van desde los que viajaron y presenciaron los encuentros en vivo hasta quienes lo miraban por televisión y filmaban sus reacciones a las jugadas. Todo esto culmina con las filmaciones de la consagración del triunfo en el Obelisco. La voz en off de Francella, además, narra lo que pasa en el campo de juego, pero se permite una mayor libertad, metiendo chistes en el medio y quedando en silencio cuando lo que importa es el relato de la transmisión original, o el comentario y grito de alguno de los hinchas en sus videos. La puesta en escena “desprolija” del film obedece a unos festejos que fueron igualmente desatados. Por eso también es que Muchachos tiene una intensidad y un desparpajo mayores al relato didáctico de Elijo creer.
Ahora bien, todo esto no hace que el documental de Arias y Méndez deje de ser interesante. Y ahí está lo que quizás sea su punto más alto que es el testimonio de los jugadores de la selección. Cuando alguno de ellos aparece en pantalla, la voz en off cede y lo que aparece es el relato de quienes tuvieron que poner el cuerpo en vivo y en directo. Más que simplemente contar lo que hicieron en la cancha, lo que escuchamos es la sensibilidad y la forma particular de vivir el mundial de cada uno. La alegría de Nahuel Molina al meter un gol en el difícil partido contra Países Bajos, la tristeza de Paul por una lesión que podría dejarlo afuera de la Copa, la admiración y los elogios de Julián Álvarez hacia sus compañeros, el recuerdo de Enzo Fernández de un penal que falló, hacen que Elijo creer les otorgue a sus protagonistas una entidad distinta a la que sólo vemos en el juego. Detrás de su estructura de documental convencional, quizás ahí se esconda su principal virtud.



