American fiction: cancheros y divertidos

Como sucede en muchas películas, la primera secuencia de American Fiction, ópera prima del guionista Cord Jefferson (Station Eleven, 2021), es una suerte de resumen de todo lo que ocurrirá a lo largo del film. El profesor Thelonious “Monk” Ellison (Jeffrey Wright) abre su clase de literatura con un cuento de Flannery O’Connor que se llama “The Artificial Nigger”. Monk propone una discusión con los estudiantes y una de ellas dice que no leyó la tarea pero que le parece ofensiva la palabra “nigger” –the “n” word– en el pizarrón. La estudiante es blanca y Monk es afroamericano. El chiste se cuenta solo y lo remata el personaje cuando le dice: Si yo lo superé, vos también vas a poder.
Este dispositivo será el que se va a reproducir a lo largo de la película. Monk será suspendido de su clase luego de la pelea con su estudiante y aprovechará ese tiempo para volver a escribir un libro después de muchos años. Su idea desembocará en una broma, un chiste en el que intentará abarcar todos los tópicos posibles sobre los afroamericanos en pleno apogeo de la cultura woke.

American Fiction es una adaptación de la novela Erasure de Percival Everett, publicada en 2001. En algunos puntos, el libro y la película mantienen el eje central del relato: un escritor conflictuado con su carrera, la imposibilidad de escribir y una inspiración que nace a partir del descubrimiento de que el mercado literario está haciendo una explotación de la cultura afroamericana.
Como puede pasar en este tipo de obras, Jefferson no logra sortear el principal obstáculo del género: no pasarse de vivo. La película quiere decir todo y no dice nada. Es una suerte de crítica al progresismo bobo o al capitalismo “social” que incorpora a la lucha de las minorías dentro de su agenda como una forma estética y discursiva para permitir sostener su proceso de acumulación de capital indiscriminado. El problema es que esa crítica no avanza sobre un relato o un desarrollo de personajes, como sí sucede en otras producciones contemporáneas que el cineasta conoce bien como Atlanta o Master of None, sino que se queda solo en ese primer paso de comedia.

Lo paradójico, quizá, es que una película realizada para criticar la apropiación cultural y el black washing termina siendo parte de la cuota afroamericana y diversa en los próximos premios Óscar, donde el film está nominado a mejor película, mejor guion adaptado, mejor actor principal, mejor actor de reparto y mejor música original.
El film es uno de las pocos grandes nominados de este año que no llegó a los cines argentinos, pero desde hace unos días está disponible para ver Amazon Prime Video. Vale la pena por las actuaciones, en especial la de su protagonista, Jeffrey Wright, que continúa en su senda consagratoria desde su ya icónico Bernard en Westworld. Lo demás… Lo dejo a su criterio, como diría Karina Olga.



