Reseña: La conferencia

El título elegido para esta película ha sido La conferencia, pero tranquilamente podría haberse llamado, irónicamente, “Desarrollo de competencias”. La trama nos sitúa en las cercanías del lago Kolarsjön, (Ljusdal, Condado de Gävleborg, Suecia), allí se dirige un grupo de empleados municipales para desarrollar unas jornadas laborales de discusión de un proyecto relacionado con la construcción de un centro comercial que los tiene, de alguna manera, como responsables y protagonistas en representación del Municipio. Se trata de una controvertida obra millonaria que parece haber motivado un rechazo por parte de la comunidad local y generado, incluso, algún tipo de división entre los propios empleados. Y esto, en principio, se manifiesta en un gran entusiasmo por parte de unos y algún grado de desconfianza por parte de otros. Ciertos detalles de esta cuestión irán saliendo a la luz durante el desarrollo de las primeras actividades corporativas. Sin embargo, lo que ellos y ellas no sospechan es que hay alguien que los está observando desde el otro lado del lago y que, más temprano que tarde, los visitará para cobrarse una venganza de manera cruenta, razón por la cual, lo que prometía ser una conferencia para fomentar el espíritu de equipo entre un grupo de trabajo, termina convirtiéndose en un juego macabro de supervivencia. Previo a la verdadera pesadilla que vivirá el grupo, el ambiente comenzará a enrarecerse ni bien entren en circulación sospechas y acusaciones de corrupción que empezarán a horadar el presunto ambiente conciliador al que parecía responder el envite.

Esta sangrienta película de terror sueca está teniendo buena respuesta de público en Netflix, desde su estreno un viernes 13, en el mes de octubre pasado, una buena fecha para la presentación en público de esta sátira laboral, llena de comedia y sangre. En un esfuerzo por categorizarla, su funcionamiento tiene algo de whodunit y bastante de slasher, y señalo estas parcialidades porque si bien responde a la premisa de “¿quién lo ha hecho?”, planteando un enigma que hay que resolver, aunque este desafío no parece ser la principal cuestión de interés para un espectador capturado por el devenir de los crímenes que se suceden sin solución de continuidad, con pistas obvias sobre el criminal cubiertas, con poca sutileza, por la sombra una mal impuesta pista falsa, es demasiado insistente para no ser sospechada. Simultáneamente, también funciona como slasher (derivado de la palabra slash: “cuchillada” o “corte”, en inglés), como producto del subgénero del cine de terror que se caracteriza por la presencia de un psicópata que asesina brutalmente a personas desprevenidas. Sin embargo, a esta caracterización también le cabe la parcialidad porque, a diferencia de la mayoría de los clásicos del subgénero, aquí las víctimas no son adolescentes y jóvenes fuera de control, involucrados en situaciones sexuales o de consumo de drogas, como suele suceder.

Encuentro impensado

Me he encontrado con esta película de terror sueca sin saber casi nada sobre ella, más allá de su sinopsis: “Durante un retiro aparentemente inofensivo para limar esperezas, un diverso grupo de empleados deberá luchar contra un asesino sediento de sangre”.

Con tan escasos antecedentes, la acción ha conllevado un razonable riesgo de fallido, pero el resultado, por fortuna, ha sido positivo, dándome la posibilidad de entretenerme con una película que tiene todos los condimentos necesarios para hacerte pasar un buen rato. Un peculiar slasher que, seguramente, es capaz de satisfacer las expectativas de los fanáticos del subgénero, dando lo que se espera de un producto de esta naturaleza e, incluso, sorprendiendo por estar por encima de la media.

Desgranando cualidades

Si uno se dispone a ver este tipo de películas, ya sabe, más o menos, con lo que se va a encontrar. No vale pretender veracidad o personajes inteligentes, solo hay que dejarse llevar por la dinámica de los cuchillos, las muertes y la sangre, y en este sentido, La conferencia no es la excepción. Sin embargo, es necesario destacar que, en su caso, se nota que hay una pretensión de ofrecer algo más que el promedio, intentando escaparle a la idea de aprovecharse de “la máquina de hacer chorizos”, y que cuando el cliché se hace inevitable, su presencia no decepciona, sin escatimar dosis de gore que den alimento y estimulen a los adictos al slasher.

Técnicamente no hay nada para reprocharle, incluso puede reconocérsele cierta intencionalidad plástica detrás de cámara, ejecutada de forma eficaz por un director que sabe cómo hacerlo y que demuestra tener condiciones técnicas para lograrlo, agregando una mención especial respecto del montaje de algunos momentos, que termina ofreciendo un trabajo integrado de mejor factura que lo habitual en el subgénero.

En este marco la historia cumple, mostrando algunas decisiones interesantes y apostando por un acertado tono cómico, con adecuadas dosis de humor, ajustadas para no caer en la parodia, y con las escenas de muerte bien resueltas que hacen disfrutable a la película. Tiene una buena imagen y fotografía, y se destacan algunas transiciones entre escenas, que no siendo ni novedosas ni muy originales, son acertadamente efectivas; más propias de una buena y aceitada comedia que de otra cosa, pero productivas en la construcción del relato audiovisual.

Respecto del guion, no deja de sorprender que provenga de una novela, con una historia que, si bien no deslumbra, se comporta de manera funcional al género cinematográfico, incluyendo escenas que llegan a ser hilarantes, sin desvirtuar el tono general del slasher.

Una de las características comunes de este tipo de películas es que los personajes tienden, por lo general, a comportarse de manera bastante tonta, metiéndose en situaciones en las que, claramente, no deberían inmiscuirse, y exponiéndose sin necesidad a riesgos, en principio, evitables. En este sentido, la película cumple con esta premisa. De todos modos, La conferencia se distingue por presentar una variedad interesante de personajes; hay de todo un poco. Entre ellos, como es habitual, un personaje protagónico (en esta ocasión femenino) que es el más lacónico y aburrido del conjunto, lo que permite así el lucimiento de algunos de los secundarios (varones y mujeres), que con su hilaridad y desenfado terminan resultando más interesantes y entretenidos, como es el caso del personaje más insufrible del grupo de trabajo a cargo de un actor con un nivel de histrionismo sobresaliente, tal vez, el más entregado a la interpretación dentro de la puesta en escena. De cualquier manera, puede decirse que actoralmente, todos y todas están acorde al nivel requerido para este entretenido slasher. Se destaca, además, el acierto de que nunca le veamos el rostro al asesino en persona, lo cual, lo transforma en una especie de monstruo deshumanizado, más allá de sus motivaciones para llevar adelante su venganza.

En términos temáticos, el filme toca bien la cuestión de la corrupción institucional, personificada en la espuria connivencia entre los intereses privados de ciertos capitalistas y un pliegue de la política representado por algunos de esos funcionarios, con un negocio que pasa por arriba a la gente del lugar, con la excusa de construir un centro comercial que, supuestamente, va a generar más ingresos a la comunidad, pero que, después de todo, solo se trata de un millonario fraude.

Cualquier semejanza con nuestra realidad actual no es más que la muestra de que no te habrás podido conectar en un cien por ciento con la idea de que se trata de un entretenimiento. Tendrás que relajarte.

Si estás en condiciones de disfrutar de la ficción y te gusta el slasher, te recomiendo este digno entretenimiento escandinavo. La podés ver en Netflix.