38° FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA: «Shortcomings»; «Where the Devil Roams»; «Saint Maud»; «Partió de mí un barco llevándome».

Shortcomings (Dir. Randall Park), por Anna Ciaffi:

La película que adapta el comic de Adrian Tomine es concisa y va al pie. Se trata de una coming of age tardía que retrata de forma fragmentada el mundo de Ben Togawa, un asiático americano no demasiado conectado con sus raices.

La película lo sigue a través de sus muchas desventuras relacionales con diversas chicas –incluyendo su propia novia Miko-, sus días patéticos en su trabajo como gerente de un cine arte, sus almuerzos y fiestas con su mejor amiga Alice y su eterno inconformismo social, empujado por su frustrada carrera como cineasta. Ben es un personaje cuestionable, y muchas veces el espectador lo criticará activamente, pero también, otras tantas veces podrá sentirse identificado con él. En una película en que todos los personajes son humanos, la ambivalencia moral se hace presente y, por supuesto, las risas no faltan. Los chistes son buenos, son naturales y acompañan la narración episódica con mucha fescura.

Quizás el final sea un poco chocante, como si se sintiera que le hacían falta algunos minutos más para resolver del todo el relato, pero ese detalle no alcanza para tirar abajo el efecto que produce el resto de la película. En resumen, una linda comedia «costumbrista» que ya pronto estará disponible para ver en más de un lugar.

Where the Devil Roams (Dir. Zelda Adams, John Adams y Toby Poser), por Anna Ciaffi:

En la edición nro. 36 del festival sin dudas uno de los platos fuertes fue Hellbender, el film dirigido por la Familia Adams (Zelda Adams, John Adams y Toby Poser). En esta edición nro. 38 el evento ha traído a la mesa su siguiente película, de un género muy similar, pero con grandes diferencias. Where the Devil Roams tiene un muy lindo gore, un planteo de universo muy copado y las actuaciones increíbles de los propios realizadores. Lamentablemente, posee, además, algunos huecos en la trama que Hellbender no tenía. La historia en general es un poco más vaga e imprecisa, cierra menos y se alarga por algunos momentos. Pero, ojo, que cuando tiene que pegar duro, lo hace y de manera muy efectiva.

Los personajes son lo más interesante del film, una crew de carnaval de terror cada vez más extraña y, por momentos, mágica. Eve, la protagonista muda encarnada por Zelda Adams, es tan buena que es difícil notar que no habla sino hasta que otro personaje lo menciona. Con elementos poéticos muy buenos, es probable que esta segunda visita de los Adams divida más aguas que la primera. De todos modos, deben verla para decidir de qué lado estar.

Saint Maud (Dir. Rose Glass), por Anna Ciaffi:

Traída al festival como retrospectiva de obras de directoras británicas de género, la ópera prima de Rose Glass, Saint Maud, era necesaria e inevitable. Atmosférica, pesada y contemporánea, a pesar de que la mayoría de sus espectadores la deben haber visto, nada detuvo que las funciones de la película se agoten con velocidad.

Maud es una enfermera recientemente convertida a un cristianismo disociativo y delirante. Su nuevo trabajo consiste en cuidar a una ex bailarina muy enferma a punto de morir. Amanda, pecadora innata, forma de inmediato un vínculo extraño con su enfermera salvadora, totalmente consciente de que la muchacha busca en realidad redimir su alma.

Entre idas y vueltas dilusorias, charlas con Dios, revelaciones oscuras sobre su pasado y una luz de claroscuro de una artesanía fenomenal, el film se desenvuelve con sordidez pero sin sobresaltos hasta el final. Pero, en ese final, lo da todo, realmente todo. Y asusta mucho. Una gran oportunidad para ver este film en pantalla grande y subsanar su falta de estreno en Argentina.

Partió de mí un barco llevándome (Dir. Cecilia Kang), por Fabio Vallarelli.

La última película de Cecilia Kang («Mi último fracaso», «Videojuegos») es uno de los films argentinos en competencia internacional y uno de los estrenos mundiales que trae esta edición 38 del festival.

La película, si bien explora los llamados «límites del cine documental», esta más cerca de ser un registro observacional de su protagonista, Melanie Chong, una joven argentina con ascendencia coreana que comienza a indagar un poco más en sus raíces a partir de su historia familiar y la historia de las llamadas wianbu o Comfort Women, mujeres coreanas secuestradas y convertidas en esclavas sexuales por los soldados durante la ocupación japonesa.

A partir del testimonio de una de estas mujeres, que la directora le propone interpretar a Melanie, la película sigue a su protagonista en sus tareas cotidianas y se va ocupa de registrar y retratar su vida. Ese disparador hace que Melanie se interese más por su pasado, por la historia familiar de su madre y por su vínculo con Corea del Sur.

La película logra varios momentos de intimidad muy bellos, que la transforman en un documental muy genuino y disfrutable. A la vez, ofrece una mirada cándida para el espectador promedio sobre la inmigración surcoreana en nuestro país. Quizá, su único punto flojo sea un final un tanto abrupto, en el que no parece que existan conclusiones demasiado relevantes sobre los tópicos más que interesantes que se abordan en los segmentos previos.