Talk to Me: Nuevos juegos, viejos miedos

“Mucha data, mucha información”, me dice B. ni bien salimos del cine de ver Talk to me, el debut cinematográfico de los hermanos youtubers Danny y Michael Philippou bajo la productora A24. Las certezas de mi amigo, como las de un foro de fans, involucran las creencias del lector y le anticipan algún spoiler de la película; en este caso, vinculadas a  encuentros con espiritistas porque, entre otras cosas, él seguía viendo a su abuela recientemente fallecida. “No es tu abuela, no le prestes atención. Lo que menos va a hacer es romperte las bolas”, le advirtieron. A la semana hablaba por teléfono con su tía por este hecho. Justo en ese momento la ve por la puerta abierta del patio otra vez y se corta la luz, que vuelve a los dos segundos. Esto, que podría ser no solo una réplica de la película de los hermanos Philippou, muestra un poco a lo que juegan cuando se metieron a hacer una película con una vieja leyenda conocida como Mano de la Gloria, en versión de juego adolescente para el susto y la viralización.

Si uno explora RackaRacka, el canal de videos de los directores, puede comprobar eso que comentan en una entrevista: fueron youtubers como entrenamiento para hacer películas. Muchos de sus buenos logros técnicos en efectos especiales, tomas de acción y edición digital se empezaron a cocinar ahí. Pero, con eso solo no alcanza.  A nivel de contenido, un film implica algunas cosas más. 

Antes de caer en un producto irónico, muy indie o pretencioso, la película se toma en serio su pertenencia al género para causar miedo, adrenalina y tocar la sensibilidad del drama con conflictos humanos y sociales tan clásicos y viejos como actuales.  Se trata de exprimir las fórmulas de una coming of age de terror para sacarle jugo sin dejar el gusto de lo previsible, simplista y efectista como, por ejemplo, las entregas de Ouija que están en Netflix. Aunque tiene casi todos esos condimentos de este tipo de film, lo hace con un registro fresco y sólido. ¿La carrera de youtubers, su kiosco en internet, los hizo conocedores de la audiencia? Lo que entregan estos gemelos no es más que lo que quiere el público de terror. Saben a qué generación hablarles con una sensibilidad tal vez mejor que la de los estudios de cine. 

Se convocan a espíritus que parecen cuerpos recién salidos de la tumba mientras las posesiones abren dimensiones de actuación y trama en los personajes. Con buen trabajo visual, la atmósfera se vuelve pesada porque el espectador logra estar en lo que vive la protagonista Mia, gran labor de Sophie Wilde. A medida que va creciendo su contacto con los seres del más allá y su trauma familiar, salpica mucha sangre a todo su círculo y entra en su propio mundo que no la deja salir. Ahí el film abusa un poco de esa perspectiva psicológica, que confunde con “lo sobrenatural” y deja colgados algunos personajes. Suma mucho el alto ritmo a tono de las acciones con las expectativas sobre esa relación de posesión y visiones que no le quitan algo de humor negro. Sobre el final, una típica vuelta de rosca deja algunas preguntas.

Si los rumores sobre la continuación de este universo que inauguran los Philippou son ciertos, a modo de secuelas o precuelas, hay también un desafío, no solo por repetirse, ya que hay muchas buenas cosas para conservar, sino por volver a poner en funcionamiento este mecanismo fantástico del terror, la maldición médium de la mano, con una construcción de personajes que le de manija a la historia pero sin abusar de los mismos trucos. ¿Podrá haber otra Mia? 

“Cuando vos usás la mediumnidad, se te prende. Es como un faro. Ellos están dando vueltas, inmersos en una oscuridad. Están desesperados, por sentir, escabiar, fumar y tener sexo. Entonces, cuando ven la luz, es una puerta que se abre y quieren meterse”, terminó de completar B. sobre los espíritus cuando nos volvíamos. Me pregunto, como un lugar común, por cierta actualidad y utilidad del cine. Más especificamente, con esta oscuridad del terror (el mal, lo desconocido, lo reprimido, etc.) y los efectos de la ficción fantástica que pueden fascinar en el devenir de esta era digital del déficit de atención y de la (pos)verdad. La ficción como una forma de conquistar esa atención por construir un relato y echar otra luz sobre el mundo, más allá de los estímulos de ver una buena película, pasar el rato. ¿Una ilusión? Es falso que los jóvenes no vayan al cine: se conserva como un ritual especial. Los videos de posesiones en Talk to me empiezan como un consumo efímero y adictivo para las redes. Así se expande ese juego provocativo con los espíritus que, después de los 90 segundos, se pone serio y puede hablar de algo más.