The Apartment: más allá de la romcom

The Apartment, obra fundamental de uno de los directores más importantes del Hollywood clásico, Billy Wilder, es una película que supera el paso del tiempo y cobra mayor valor a medida que la crisis nos deja a los trabajadores en un aislamiento cada vez más profundo.

Estrenada en 1960, el film fue un éxito en todo sentido, ganó el premio Óscar a mejor película, entre muchos otros. Es un clásico de la era dorada de Hollywood y un paradigma de las comedias románticas. La narrativa es uno de sus mayores logros, una trama compleja dentro de una estructura simple y accesible, como la mayoría de las obras de su director.

Bud Baxter (Jack Lemmon) es un empleado más en una compañía de seguros prácticamente obligado por sus superiores a ceder su departamento más de una noche por semana para que estos puedan llevar a sus amantes, con promesas de así acceder, eventualmente, a un cargo más destacado. La explotación laboral y el abuso de poder son temáticas que la película explora sin demasiado pudor. En un Hollywood marcado por la autocensura, Wilder se juega a exponer todo esto sumando el intento de suicidio de una de las amantes del jefe de Baxter, Fran Kubelik (Shirley MacLaine), quien casualmente es también su interés amoroso y la otra protagonista de la cinta.

La estructura de romcom se complejiza presentando el conflicto de la señorita Kubelik y uno de los jefes de Baxter, interpretado por Fred MacMurray, con quien se encuentra en el departamento, en el que también lleva a cabo su intento de suicidio. De esta forma, la cinta toma una estructura de comedia de enredos, lo que la hace destacar por su originalidad, así como la inclusión de simbolismos, como ese famoso espejo roto.

Me interesa recuperar esta obra porque, como clásico indiscutible, se sigue resignificando con el paso del tiempo y nos sigue planteando problemas que atraviesan a la clase trabajadora desde los años 60 hasta hoy. Para el momento de estreno de la película en cuestión, la revolución sexual ya se estaba gestando a partir de la aprobación de la píldora anticonceptiva, lo que va a provocar el avance del movimiento feminista y, al sumarse otros reclamos históricos de sectores oprimidos, en esta década cobrarían protagonismo los movimientos de masas en general, poniendo en crisis a la familia tradicional y a los valores de la sociedad burguesa.

Pero, medio siglo después, podemos llegar a la conclusión de que, evidentemente, no es tan fácil poner en crisis la base social del capitalismo. A pesar de todos los avances conseguidos en términos de lucha social, la familia sigue siendo el núcleo organizador de la sociedad y quienes se encuentran por fuera son percibidos como una especie de falla del sistema, que, como los protagonistas, son condenados, en muchos casos, o a la soledad o a los abusos de alguien con más poder.

En la cinta, los trabajadores se encuentran en un estado de alienación total, plasmado en la cinta con los planos generales de las oficinas y su ambiente opresivo. Baxter está condicionado por sus superiores a dejar su departamento cuando estos se lo indican por riesgo a quedarse sin trabajo, una situación desoladora, aunque la película establezca, en un nivel superficial, un tono de comedia irónica. El personaje interpretado por Jack Lemmon establece el arquetipo del hombre bueno sin malas intenciones que actualmente resultaría problemático y poco creíble, pero que en ese contexto funciona en contraste a los otros hombres que aparecen en la película, quienes ocupan cargos más importantes en la empresa, por lo que tienen el poder de usar a las mujeres o como esposas y madres de sus hijos o como amantes de una noche.

Cuando el protagonista toma la decisión de no responder a las demandas de su superior es cuando logra liberarse de la opresión y actuar según sus deseos. También su interés romántico, Fran, se puede liberar de la relación abusiva con su jefe y encontrar el amor y la compañía en otro trabajador como ella al darse cuenta de que este sí la respeta y la ve como una persona a su mismo nivel. La película construye una historia de amor sin necesidad de recurrir a demostraciones efusivas y exageradas, sino a través de diálogos simples y realistas, con líneas tan icónicas, tiernas e intraducibles como that’s the way it crumbles, cookiewise”.

Con un final que condensa toda esta simplicidad y dos protagonistas solitarios, que se destacan por su humanidad y sensibilidad, The Apartment se conserva en el tiempo como una comedia romántica que explora las necesidades humanas más allá de los intereses de satisfacción individual que el capitalismo promueve. Establece una concepción de libertad muy valiosa que es necesario recuperar en momentos de crisis: no se puede ser libre sin un otro.