The Monster Squad o la difícil tarea de cazar monstruos en los 80

No recuerdo con exactitud si fue a fines de los 80, o a principios de los 90, que por el viejo canal 11 o Telefé (sí, efectivamente fue en los 90) me encontré con una película que llamó mi atención desde su título: Escuadrón Anti-Monstruos.
La publicidad insinuaba a un grupo de niños que parecían enfrentarse a los monstruos clásicos de la Universal, e incluía una escena en la que uno de ellos le daba una patada en la entrepierna al Hombre Lobo.
No hace falta aclarar que eso fue más que suficiente para que quisiera ver ese material, que encima se proyectaba en horario central. Pero mis intenciones se vieron frustradas por la censura familiar que, cambiando de canal a los pocos minutos de iniciada la película, consideró que el contenido no era apropiado para sus impolutos hijos.

En los años siguientes traté de dar con esta obra, pero no la encontré en ninguno de los videoclubes de mi Florencio Varela natal. Finalmente, pude dar con ella en un videoclub de La Falda, provincia de Córdoba, durante unas vacaciones. Esta vez, los entes censores, en un inédito acto de magnanimidad, me dejaron alquilarla. Ahora sí, ese film del cual había visto solo una publicidad, y unos pocos minutos, estaba en mi poder. No hace falta aclarar que mis expectativas eran muy altas, y debo decir que fueron superadas con creces. El Escuadrón Anti-Monstruos me había atrapado.
Muchos años después, ya siendo adulto, decidí, internet mediante, reencontrarme con esas imágenes y sonidos. Situación riesgosa porque, como bien sabemos, muchas cosas que han impresionado nuestra niñez o preadolescencia suelen decepcionarnos al crecer. No fue el caso: volví a disfrutar del material de manera incuestionable, y a raíz de eso, mi obsesivo enciclopedismo me llevó a indagar sobre el director de la obra en cuestión.
El tipo se llamaba Fred Dekker, y jamás había oído hablar de él. Sin embargo, al investigarlo, me encontré con que este realizador y guionista, a veces de manera discreta, cuando no anónima, había dejado su particular huella en varios films, sagas y franquicias que yo conocía muy bien.
El hombre tras bastidores
Fred nace en San Francisco en el año 1959, y desde su niñez manifiesta una muy marcada atracción por los cómics y el cine clase B. Este interés trasciende el mero fanatismo y lleva al joven Dekker a formarse como cineasta en la UCLA.
Ya entrados los 80, Steve Miner, director de Friday the 13th. Part II (1981) y Friday the 13th. Part III (1982), logra un acuerdo con la productora japonesa Toho para dirigir una película de la saga de Godzilla y contrata a Dekker para la escritura del guion. Por motivos técnicos y presupuestarios, el proyecto no se concreta, pero mucho de la historia base escrita por Dekker se utilizará en otros films: The Return of Godzilla (Koji Hashimoto, 1984) y Godzilla 1985 (R. J. Kizer, Koji Hashimoto, 1985), corte americano de The Return of Godzilla. Dekker no fue acreditado como autor en ninguno de los dos.
Más allá de este traspié, la relación laboral con Steve Miner continúa y Dekker escribe la historia que se convertirá en el guion de House (1986), película que amalgama terror y comedia, y cuya dirección estará a cargo del propio Miner.

El año del estreno de House, Fred Dekker debuta como realizador y estrena su primer largometraje: Night of the Creeps (1986).
Escrita por él en casi tres semanas, la obra es un evidente homenaje al cine de terror y Sci-fi de los 50 y 60, con el agregado de fuertes dosis de gore y humor negro.
Pese a dar un abordaje bastante fresco y novedoso al tópico de los muertos vivientes, plantear un ritmo trepidante y sostenerse en situaciones que todo el tiempo descolocan al espectador, a fuerza de shock y risas incómodas, Night of the Creeps no fue bien recibida por el público en su momento, además de que generó fuertes desavenencias entre los estudios y Dekker respecto al contenido del corte final. Desavenencias que, según algunas fuentes, pudieron repercutir de forma negativa en la distribución de la película.
Pero Dekker no se rinde y arremete con su segundo opus: The Monster Squad (1987), que por estas tierras conocimos como Escuadrón Anti-Monstruos.
Esta vez compartirá la autoría del guion con Shane Black, guionista de Lethal Weapon (1987) y director de Iron Man 3 (2013), quien se convertirá en un socio creativo recurrente del Dekker. Al igual que en Night of the Creeps, la propuesta, pese a su originalidad, no logró conectar con la audiencia.

De todos modos, la historia le dará la razón a nuestro querido amigo. Primero, en el año 2006, James Gunn saca a la luz Slither, un film sospechosamente similar a Night of the Creeps. Luego llegará la megapopular serie Stranger Things, que ya lleva varias exitosas temporadas, y que opera sobre varios conceptos propuestos en Monster Squad. Solo con el paso de los años, los dos hijos de Dekker serán de forma progresiva comprendidos y reconocidos, adquiriendo, para algunos, el estatus de materiales de culto.
En los años posteriores, Dekker se aboca de lleno al trabajo de guionista y escribe las historias base de obras como Ricochet (Russell Mulcahy, 1991) o If Looks Could Kill (William Dear, 1991). Al tiempo que también se ocupa de varios episodios para la serie Tales from the Crypt, dentro de la que se mueve como pez en el agua, llevando a su particular territorio los relatos de la EC Comics.
De sus aportes al Guardián de la Cripta se destacan el terrorífico relato navideño “And all Through the House” (Robert Zemeckis, 1989), considerado por los fans como uno de los mejores episodios de la serie, y “The Thing from the Grave” (1990), dirigido por el propio Dekker.
En el año 1993, Fred Dekker recibirá el tiro de gracia en su carrera al hacerse cargo de Robocop 3 (1993).
No eran pocos los desafíos que el realizador debió afrontar al momento de abordar este paquete. Tenía que ajustar un guion escrito por Frank Miller. La productora Orion estaba al borde de la quiebra y veía en esta película su luz al final del túnel. Y debió surfear presiones para transformar al violento policía metálico en una figura ATP y family friendly.
Dekker acepta de buen grado todas estas circunstancias, viendo en ellas la posibilidad de decir algo novedoso en una saga de la que era fanático, pero las cosas no salen bien. El director se despacha con una secuela que estaba desde lo conceptual muy alejada de sus antecesoras, y que decepcionó tanto al público como a la crítica, fracasa en la taquilla y sella tanto el destino de la Orion, como de nuestro querido amigo. Hasta el día de hoy, excepto por su discreto cortometraje Dent (2020), Fred Dekker no volvería a filmar.

El resto de la década del 90 lo encuentra haciendo de script doctor (supervisión de guiones) para films como Arma Mortal IV (1998) o Demolition Man (1993), películas muy populares por las que por supuesto no recibe acreditación alguna.
Ya en la década del 2000 Dekker ingresa por un tiempo al Universo Star Trek para desempeñarse como guionista y consultor de producción para la serie Enterprise. La segunda década del nuevo milenio parecía traer una nueva oportunidad para Fred, cuando es convocado, junto con Shane Black, para escribir la cuarta entrega de la saga Depredador, The Predator (2018), obra que será dirigida por Black. Pero las cosas volverán a complicarse, tanto por ciertas decisiones creativas del tándem colaborador, como por presiones ejercidas por la producción.
Por un lado, Black y Dekker aportan un tono por momentos humorístico en un film que no termina de amalgamar con la historia, además de que proponen algunas situaciones argumentales que se sienten un poco forzadas. Por otro, la producción, disconforme con la primera versión de la película, obligó a filmar nuevas escenas una vez terminado el rodaje, lo que cambió parte del segundo acto y la totalidad del tercero.
El resultado es un material que no termina de tener unidad, no termina de encajar de modo orgánico en la saga, y que se aleja desde lo dramático de la historia que Black y Dekker, con aciertos y errores, habían concebido en un principio.
Lejos de lamentarse, victimizarse o culpar a la industria, Fred asumirá sus responsabilidades y seguirá adelante escribiendo y proyectando nuevas ideas.
Monstruos, niños y éxito tardío
Sabes a quién llamar cuando tienes fantasmas. Pero ¿sabes a quién llamar cuando tienes monstruos?
(Texto del afiche de Monster Squad).
Transilvania. Circa 1887. El profesor Van Helsing y un grupo de valientes tratan de vencer al Conde Drácula y sus huestes valiéndose de los poderes de un talismán. Pero algo sale mal…
Cien años después, el talismán reaparece en un pueblo estadounidense y Drácula regresa para ir tras él. Pero un grupo de niños descubre lo que está ocurriendo y tratará de frustrar los planes del conde. Ellos se convertirán en la última barrera entre nuestro mundo y las fuerzas de la oscuridad.
La idea disparadora de Dekker era enfrentar a The Rascals (La Pandilla), o más precisamente a un grupo de niños inspirado en los personajes de este show televisivo, con los monstruos clásicos de la Universal.

En una época en la que grupos de niños/preadolescentes/adolescentes buscaban tesoros, efectuaban viajes iniciáticos o se contactaban con extraterrestres [Véase films como E.T. (Stephen Spielberg, 1982), The Goonies (Richard Donner, 1985) o Stand By Me (Rob Reiner, 1986)], no parecía irracional plantear la posibilidad de enfrentar a alguno con criaturas del calibre del Conde Drácula, Frankenstein o el Hombre Lobo.
Respecto al elenco infantil, con André Gower, Ashley Bank, Brent Chalem y Ryan Lambert a la cabeza, la tarea se cumple con creces, dosificando su histrionismo y expresando, con una inusitada naturalidad, los ingeniosos diálogos salidos de la pluma de Black y Dekker. El grupo protagónico se compone de figuras simpáticas, bien construidas, coherentes en su accionar e interpretadas con mucha convicción. Si bien presentan un cierto grado de estereotipación, esto resulta funcional a la mecánica de la trama y acentúa su verosimilitud.
Muy en la línea de los productos de su época, estos protagonistas son incomprendidos por sus familias y marginados por sus pares debido a sus gustos, intereses o inquietudes, siendo esta particularidad la que va a calificarlos para resolver el conflicto a su favor.
Es muy interesante como Dekker destaca la mirada de los niños, su capacidad de creer y asimilar con rapidez los sucesos paranormales que los rodean, y su eficacia para trabajar en equipo, como determinantes para poder salvar el día. Actitud que se contrapone al escepticismo de los mayores, que termina siendo sin querer funcional a las fuerzas de la oscuridad. En este sentido, tiene un muy buen hacer el elenco periférico adulto, integrado por figuras recurrentes en las producciones del momento como Stephen Macht, Mary Ellen Trainor, Stan Shaw o Leonardo Cimino.

Los monstruos son un capítulo aparte, destacando a Duncan Regehr, que compone a un aterrador Conde Drácula, y a Tom Noonan, en la piel de un matizado monstruo de Frankenstein. A los dos mencionados se suman el Hombre Lobo, la Momia, las Vampiresas al servicio de Drácula y El Monstruo de la Laguna Negra, todos generados por obra y gracia del equipo de maquillaje y FX de Stan Winston que, por cuestiones de copyright, debió arreglárselas para variar ciertas sutilezas en el aspecto de las criaturas, sin que pierdan su esencia. Hoy, estos monstruos se siguen viendo tan convincentes como en 1987.
Desde la cámara, Fred aborda con frecuencia el plano conjunto para acentuar la idea de personaje grupal. También inicia varias escenas con movimientos independientes a los elementos de puesta, dando una descripción inicial de contexto que predispone al espectador respecto al tono y contenido de la escena. Finalmente, y con seguridad influenciado por el cine de Steven Spielberg, Dekker utiliza los movimientos de acercamiento, acompañados de golpes musicales, para enfatizar con dramatismo situaciones puntuales del relato. Estos recursos, se suman con organicidad al ritmo global de la película, configurando un relato dinámico, entretenido y que carece de tiempos muertos.
Por su parte, el preciso tratamiento de arte y fotografía generan un muy interesante clima, permitiendo contraponer el contraste entre el entorno de los niños y el de las criaturas, dos ámbitos destinados a chocar inexorablemente.
Otro punto por destacar es que, mucho antes de que realizadores como Quentin Tarantino popularizaran las citas, homenajes o referencias metatextuales, Dekker lo hacía con total conciencia, transformándolos en herramientas que permitían caracterizar a los personajes y hacer avanzar la trama: menciona películas, escritores o directores vinculados al género terrorífico dentro de diálogos, elementos escenográficos o prendas de vestir. Homenajea a Abbott and Costello Meet Frankenstein (Charles Barton, 1948) en la escena en la que el monstruo de Frankenstein despierta. Y reformula la escena censurada de Frankenstein (James Whale, 1931), en la que el monstruo arroja al agua a una niña, para crear un vínculo entre la pequeña hermana del protagonista y la criatura interpretada por Tom Noonan. Relación que será determinante para el desenlace de la historia, y que dejará ver el peso específico de ambas figuras en ella.

Monster Squad presenta una interesante combinación de géneros, fusionando con bastante precisión la comedia, el terror y la aventura. Sin embargo, el autor lleva esta combinación a un terreno muy atípico para la época: el material alterna situaciones propias de una obra infantil con escenas un tanto sangrientas y violentas, y algunas bromas de doble sentido, quizás más apropiadas para un público adulto.
Esta hibridación de tono, que hizo que esta película marcara la diferencia, y que casi con seguridad hoy no sería un problema, generó dificultades para definir a qué público estaba destinado el film. Dificultades que impactaron al momento de calificarlo y distribuirlo, y que, es probable, tuvieron relación con su fracaso para la época de su estreno.
Pese a esto, entre los años 1987 y 2006, la creación de Fred iría siendo redescubierta y revalorizada más y más gracias a la televisión y al video hogareño, generando un nutrido, leal y entusiasta fandom que motivará, con gira de presentación incluida, el reestreno de Monster Squad en la pantalla grande, y el retroactivo reconocimiento a nuestro amigo.

En el documental Wolfman´s Got Nards (Andre Gower, 2018), que narra el proceso de realización y redescubrimiento de la Monster Squad, Fred Dekker dice lo siguiente:
¿Cómo afectó a mi vida Monster Squad? Personalmente creo que es mi mejor película, creo que alcanzó la mayor audiencia que cualquier otra cosa que haya hecho como director, y que ha matado mi carrera por un período de tiempo […] Hay como una desconexión entre lo que hiciste y su respuesta. Es muy difícil de codificar emocionalmente, es como tirar una pelota de basquet en 1987 y que entre en el aro en 2006. Es raro, es muy duro para mí darle sentido…
Más allá de los sentimientos encontrados respecto a cómo se dieron las cosas, es innegable que, veinte años después, y no sin dificultades, el escuadrón ha logrado retornar con gloria y ganar con merecimiento la batalla.
Se dice que las películas que nos marcan son aquellas en las que algo conecta con nosotros y se queda en nosotros. Monster Squad, a partir de sus divertidas situaciones, sus carismáticos personajes, y su singular premisa se ha quedado conmigo desde mi preadolescencia y no tiene intenciones de irse. Es una historia que invita a verse una y otra vez, y que, en cada visionado, va a darnos algo nuevo y conectarnos con un mundo en el que todo parece ser posible. Incluso que una niña empatice con el monstruo de Frankenstein y que un niño le patee la entrepierna al Hombre Lobo.
Realizadores como Fred Dekker, que aman el cine que hacen y transmiten ese amor en cada fotograma, tienen la capacidad de lograr ese tipo de cosas.
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