Holy Spider: un retrato crudo y desalentador de una realidad inquebrantable

Holy Spider es un thriller impactante del director Ali Abbasi, conocido por Shelley (2016) y Border (2018), que nos sumerge en los rincones más oscuros y complicados de la sociedad. Está protagonizada por Zar Amir Ebrahimi, quien obtuvo el premio a mejor actriz en el último Festival de Cannes, junto a Mehdi Bajestani y Arash Ashtiani.

La película se encuentra disponible en la plataforma de streaming de MUBI.

Basada en la historia real de Saeed Hanaei, un asesino serial que ejecutó a 16 trabajadoras sexuales entre los años 2000 y 2001 en la ciudad santa de Mashhad, Irán, Holy Spider nos deja en claro desde el comienzo que no será fácil de digerir y tolerar. Los primeros minutos impresionan de manera tal que el espectador no sabe si podrá seguir mirando, pero a la vez, necesita saber cómo continúa la historia. Personalmente, considero que el comienzo fue tan atrapante como traumático debido a la crudeza de las imágenes.

La película relata la historia de Saeed (Mehdi Bajestani), un asesino de trabajadoras sexuales que justifica sus actos alegando que debe cumplir con la misión que Alá le encomendó: limpiar a la sociedad con sus propias manos. A pesar de los asesinatos que comete, Saeed cree que sus manos están limpias por estar cumpliendo con la tarea que Alá tenía preparada para él. Siguiendo el patrón de un asesino en serie, Saeed se sube a su moto, recoge a una trabajadora sexual que encuentra en la calle, la lleva hasta su casa e inmediatamente la asfixia con su propio hiyab. Luego, lleva los cuerpos a un descampado. Al finalizar estos actos, llama a un periodista para revelar la ubicación en la que dejó el cuerpo, un comportamiento típico de los asesinos en serie que desean ser reconocidos y admirados por sus atroces hazañas.

La historia se cuenta desde el punto de vista de la periodista Rahimi (Zar Amir Ebrahimi), quien, tras haber perdido su trabajo debido a una situación de acoso laboral, decide viajar a Irán para averiguar más acerca de los asesinatos. Una vez allí, descubre que la policía decide no realizar las investigaciones pertinentes a pesar de contar con la información proporcionada por Saeed a los periodistas. Ante esto, decide continuar ella misma la pesquisa de forma poco convencional, incluso arriesgando su propia vida al hacerse pasar por una de las trabajadoras sexuales para poder atrapar al asesino en serie.

Si bien la película logra capturar al espectador al revelar desde el principio la identidad del asesino, desafortunadamente pierde verosimilitud a medida que avanza la trama y la periodista expone con descaro sus intenciones para atraparlo. Esta exposición imprudente pone en riesgo la credibilidad de la película, ya que resulta poco realista por la forma en la que se narran los episodios.

Por otra parte, a pesar de que la historia comienza con crudeza e ímpetu, a medida que avanza, va perdiendo un poco su fuerza y el suspenso. La detallada representación de cada uno de los asesinatos de Saeed hace que la trama se vuelva densa y algo monótona. No obstante, adquiere relevancia a partir de la problemática presentada una vez que Saeed es arrestado. De forma sorpresiva para el público occidental, se descubre que tanto la sociedad como los medios y las autoridades convierten al asesino en un héroe debido a la motivación religiosa detrás de sus crímenes. Este punto es interesante, ya que expone cómo los femicidios quedan en un segundo plano frente a la importancia de la religión, en especial de Alá.

La película también pone de manifiesto un problema actual que afecta tanto a la cultura oriental como a la occidental, denunciando las bases y creencias de la sociedad islámica. Los femicidios y la violencia machista, en particular hacia aquellas mujeres que se dedican al trabajo sexual, persisten y son apañados por una justicia patriarcal. Incluso en Occidente, a menudo sucede que los clérigos justifican u ocultan actos atroces de violencia ejercida por miembros de la comunidad eclesiástica para proteger la religión y sus valores por encima de todo.

Otro aspecto interesante del largometraje es que Abbasi decide justificar los asesinatos de Saeed alegando su locura. Esta condición es utilizada por el asesino en su defensa durante el proceso judicial para explicar por qué desea eliminar a todas las trabajadoras sexuales del mundo y así eximirse de la responsabilidad que recae sobre él. Sin embargo, el director se encarga de no liberarlo de culpa durante el film, dejando en claro al espectador que el asesino comete los hechos atroces en un estado de total lucidez.

En ese rol, es importante mencionar el buen desempeño de Mehdi Bajestani como Saeed, quien brilla en su interpretación al transmitir de manera impresionante las expresiones de locura, sadismo y desesperación en su lucha por evitar su propia muerte. A través de su actuación, logra transmitir de manera impactante la complejidad psicológica del personaje y su perturbadora presencia en la pantalla.

En cuanto al desenlace de la historia, este es desesperante y revelador, ya que se descubre que el hijo del asesino confiesa en una entrevista que su padre le enseñó el modus operandi de los terribles asesinatos y que, posiblemente, siguiendo el pedido de los fanáticos de Saeed con el objetivo de cumplir la supuesta misión de Alá, él continúe con su legado. Este giro denota una realidad difícil y triste, mostrando cómo la violencia y la justificación distorsionada pueden perpetuarse de generación en generación y sumergir a la sociedad en un espiral perturbador e inexorable.

En conclusión, Holy Spider es un retrato crudo y desalentador de una realidad inquebrantable. A través de su narrativa impactante y perturbadora, la película expone la violencia de género, la misoginia y la justificación religiosa de los crímenes. Abordando temas profundos y delicados, de forma provocativa, el film invita a la reflexión sobre la inacción de las autoridades y la importancia de desafiar las creencias y valores que perpetúan la violencia.