Ringo, Gloria y Muerte: el ídolo que faltaba

Las grandes plataformas de streaming desembarcaron con el público latinoamericano llevando a la pantalla historias autóctonas, principalmente, de diversos ídolos recientes. En Argentina, Amazon se animó con Maradona: sueño bendito, Netflix con la biopic Fito Páez, El amor después del amor, y Star + lo hizo primero con la adaptación de la novela de Tomás Eloy Martínez, Santa Evita y ahora apuntó al carismático boxeador Ringo Bonavena.
La importancia de Ringo para el deporte nacional pueden buscarla en múltiples sitios o revistas especializadas de boxeo. Sus cómicas intervenciones, en especial las que tuvo con Muhammad Ali, las tienen en YouTube y son imperdibles.

La serie está estructurada en dos tiempos a partir de un racconto. El primero, que sería “el pasado”, se erige desde los inicios de Natalio Oscar Bonavena, proyectando un recorrido por su trayectoria en el país, en Estados Unidos, sus grandes peleas, el nacimiento de su apodo “Ringo”, la relación con su familia, con su promotor Tito Lectoure, el amor/odio con los medios de comunicación, y el ocaso de su carrera. El segundo momento, “el presente”, es igual de interesante, ya que relata los últimos meses de Bonavena en el Mustang Ranchde Reno, Nevada, donde el protagonista llega dejándose llevar por el sueño de una revancha con Muhammad Ali, que nunca llegará. Además, esta parte de la serie explora cómo Ringo terminó metido en una connivencia con la mafia y algunos problemas que lo llevaron a su trágico final.
No hay spoiler. Todos sabemos qué paso con Ringo. Asumiendo eso, la serie es igual de interesante y eso es muy destacable. Para quien conoce la historia de esta figura del box que trascendió la época y el tiempo, lo importante está en recordar sus hitos en el deporte (vamos, peleó con tres de los más grandes de todos los tiempos como Ali, Frazier y Patterson) y su carisma al frente de los micrófonos. En última instancia, Bonavena fue un showman, un performer, y esa construcción del personaje para los medios y el público es lo más logrado en la serie.

Otra cosa que sorprende para bien es Jerónimo Bosia, el actor que da vida al mítico boxeador. No solo por su interpretación de Ringo, que es notable, sino por el asombroso parecido físico que se logra. Cumple con creces lo que en las escuelas de guion y cine llaman el physique du role. Ya desde los primeros minutos de la serie, cuando arranca con material de archivo de Bonavena, se escucha la voz original del personaje, seguido de la primera aparición del actor –operación que puede ser peligrosa si el parecido no se nota–, y sucede algo casi único: entre las dos voces, la de figura y actor, casi no hay diferencias perceptibles.
El resto del reparto no se queda atrás, con actuaciones destacadas de Germán De Silva y María Onetto, en uno de sus últimos papeles, como padre y madre de Ringo, respectivamente. Pocas apariciones, pero solventes. Entre los más destacados se encuentran Lucila Gandolfo como Sally Conforte y Andrés Ciavaglia (Tierra II y Las cosas donde ya no estaban) como Enrique, el amigo del boxeador que lo acompaña a Reno.

No voy a detallar sobre fotografía, de eso que hablen los expertos, pero sí diré que el aspecto visual y las ideas de puesta en escena son muy interesantes. El diseño de producción destaca por lo cuidado que se ve la Buenos Aires de los 50 y 60 y unas simuladas ciudades norteamericanas de Nueva York y Reno. Nadie se dará cuenta, pero la serie se filmó en su totalidad en Argentina. El trabajo de Walter Cornás y Juan Cavia en el diseño de producción es de lo más logrado que puede dar la cinematografía argentina.
Obviamente, en la historia de un boxeador es inevitable que haya peleas. Lejos de las pericias técnicas de Scorsese en Toro salvaje (1980) o de Leonardo Favio en Gatica, el mono (1993), las escenas arriba del ring cumplen con solvencia. Lo más importante, de todos modos, es lo que se cuenta debajo del cuadrilátero.
Ringo Bonavena fue un ídolo popular que, a diferencia de otros, no sumó muchas manchas negras en su historial que pongan en discusión el famoso “¿el ídolo o la persona?”, su carrera solo se diluyó y se fue en fade con un desenlace trágico. Fue portador de un carisma que trascendió la época y que ahora quedó plasmado en una serie que entendió al personaje y le rindió el homenaje que merecía.



