One Piece y Avatar: ¿Netflix encontró la vuelta a las adaptaciones?

Introducción

Casi que desde que en la antigua Grecia y China se inventó la literatura cada obra se busca adaptar a los distintos formatos. En lo que respecta al cine y a las series, lo cierto es que las productoras occidentales desde hace décadas buscan dar en el clavo en las adaptaciones liveaction de varios de los animé de culto. En la mayoría de los casos, con cada intento, no mostraron solo una ignorancia hacia los materiales originales, sino que insultaron a millones de espectadores.

La tarea parecía imposible. Como base de los malos recuerdos nos queda la horrible Death Note (2017, Adam Wingard)producida por Netflix, la reciente Caballeros del Zodiaco (2023, Tomasz Baginski), la olvidable Ghost in the Shell (2017, Rupert Sanders), y por supuesto, Dragon Ball Evolution (2009, James Wong). Aunque esta última no la vi, y juré por mi alma que nunca lo haría, me basta con leer y escuchar con la falta de respeto que hicieron de la obra de Akira Toriyama.

Pese a esto, desde Hollywood no cesan en sus intentos, y Netflix quiere liderar la batuta para poner en el cielo fílmico la receta final para hacer una adaptación exitosa y fiel de los animés de Japón. En 2021, la gran apuesta fue Cowboy Bebop, con un diseño de producción que sorprendió a muchos, pero que, desde lo importante, la historia y los personajes, decepcionó a muchos más. Al punto de que el creador del manga y animé, Shinichiro Watanabe, llegará a decir que desde la N roja no le dieron cabida y que lo que vio no era para nada Cowboy Bebop. Las críticas y la poca audiencia tiraron el proyecto a la basura y el mismo mes del estreno se canceló la producción de su segunda temporada. Sin embargo, lejos de amedrentar, los proyectos de adaptar lo mejor del animé japonés no se detuvieron.

One Piece. Fui buscando cobre y encontré oro

Cuando la fórmula es animé más Netflix, mis expectativas nunca son altas. Pero, al ser un animé que nunca vi y un manga que nunca leí, dije: ¿por qué no?

One Piece trata sobre Monkey D. Luffy (Iñaki Godoy), un joven y excéntrico pirata que busca un tesoro mítico que lo convertiría en el Rey de los Piratas. Durante la aventura, conocerá a personajes coloridos que se convertirán en su tripulación de amigos mientras evitan a piratas siniestros y a los Marinos, el orden militar de estos mares fantásticos.

Cabe destacar que en este universo existen las frutas del diablo que, precisamente, son unas frutas misteriosas desperdigadas por el mundo que otorgan poderes sobrehumanos a quienes las consuman. De pequeño, Monkey D. Luffy ingiere una de estas y desde entonces, tiene el poder de estirarse. Y destaco esto, porque me da pie para hablar de los efectos especiales, muy bien logrados.

Desde lo técnico, fue bonito ver el cuidado visual (bien invertidos los millones en producción) y la amplia paleta de colores que acompañan a la perfección esa sensación de aventura y entretenimiento que transmite la historia desde el guion. Así también el diseño de producción de cada locación, barco pirata o marinero, las islas y sus particulares pueblos. La sensación de que tenemos por delante un mundo inconmensurable para descubrir floreció con cada espacio mostrado en esta primera temporada.

Aunque, en parte, lo más logrado y atractivo se encuentra en el cast. Iñaki Godoy transmite la inocencia, diversión y compromiso con los sueños de su personaje Monkey D. Luffy, entre tantas otras virtudes, características de los protagonistas de historias shonen, como el Goku de Dragon Ball. El cast continúa y mejora con los miembros de los que serán su tripulación. A saber: Nami (Emily Rudd), un ladrona con ambigua moralidad, producto de un pasado trágico; el mercenario de corazón endurecido pero con valores Roronoa Zoro (Mackenyu); el charlatán fantasioso, Usopp (Jacob Romero) y, por último, el sofisticado y objetivo cocinero, Sanji (Taz Skylar). Claro que cuando hablamos de una aventura, la historia se vuelve tan buena según sus villanos, y vaya que One Piece los tiene. Disparatados, mutantes (mitad humanos, mitad criaturas marinas), donde destaca el Vicealmirante Garp (Vincent Regan). Incógnitas para el futuro de la serie resultan los personajes de Koby (Morgan Davies) en su carrera dentro de los marinos (una institución tan reaccionaria como corrupta) y Shanks (Peter Gadiot), mentor e ídolo de Monkey D. Luffy, que conocimos a través de flashbacks.

El relato es muy consistente, parece no tener cabos sueltos y eso se debe al hecho de que el creador del manga y el animé, Eiichiro Oda, a la hora de ceder los derechos dejó muy en claro a Netflix que no se haría nada sin su aprobación. Habrá segunda temporada, la cual espero con ansias.

Avatar, el último maestro del aire

La adaptación liveaction de Avatar, la leyenda de Aang se viene rumoreando desde el 2018 cuando Netflix compró los derechos. Por supuesto, a todos se nos cruzó por la cabeza la fallida y desalmada película de M. Night Shyamalan de 2010. Sin embargo, después de la sorpresa que fue One Piece, decidí darle una chance.

Avatar fue uno de los animés más exitosos de las últimas décadas, cuando irrumpió en la pantalla de Nickelodeon en 2005. Si bien es una animación estadounidense que se apropia de los elementos y características del animé japonés, para muchos, se considera animé. Aunque bueno, esa discusión mejor la dejo a los expertos y voy de lleno a la reseña.

A diferencia de One Piece, sí vi y conozco la versión animada de esta historia, por lo que mi ojo crítico está más susceptible. El relato nos cuenta de un mundo dividido en poblaciones que manejan los cuatro elementos, estos son, tierra, aire, agua y fuego. Para mantener un equilibrio, existe un “Avatar” que puede controlar todos los elementos, mantiene a raya los excesos de poder y vela por la armonía y la paz de todos los pueblos. Sin embargo, el emperador de la Nación del Fuego decide apoderarse del mundo y lanza un ataque a los maestros del aire, a quienes les tocaba la reencarnación del avatar de esa generación. Aang, el elegido en cuestión, es un púber que lidia con esa responsabilidad y justo decide escapar de su destino cuando los guerreros del fuego atacan a los del aire hasta extinguirlos. En medio de una tormenta en el norte, Aang pierde el control y se duerme en un hielo por 100 años. Cuando despierta, el mundo está dominado por los del fuego.

Diferencias, seguro que las hay, y se notan al inicio cuando dedican en el primer capítulo 20 minutos para contar el periplo que llevó a Aang a estar ausente por 100 años. Además, se toman más tiempo para desarrollar las intenciones del Señor del Fuego, Ozai, la dinámica y turbulenta relación entre su hijo y su hija y el pasado de Iroh. Estas, eran líneas argumentales que se trabajaban muy lentamente, pero a partir de la segunda temporada en la versión animada. Desde mi punto de vista, esta decisión de adelantar la trama es un gran acierto en el liveaction.

En líneas generales el relato cumple y entretiene, aunque, como aspecto para mejorar, aún falta generar una mayor empatía con los personajes, algo chatos en sus interpretaciones. El cast está compuesto por Aang (Gordon Cormier), Katara (Kiawentiio), Sokka (Ian Ousley), Azula (Elizabeth Yu) y Príncipe Zuko (Dallas Liu). Cabe destacar, muy por encima de todos, al tío Iroh, interpretado por Paul Sun-Hyung Lee, quien logra transmitir con gestos y miradas la nostalgia y tristeza de, quizás, el personaje más querido por los fans.

Si bien los creadores de la serie animada, Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko se alejaron de la producción en 2021 por diferencias creativas con Netflix, la posta tomada por Albert Kim resultó ser un gran acierto. Puede haber diferencias con la serie que vimos entre 2005 y 2008, pero este primer acercamiento al universo de Avatar termina siendo gratificante y entretenido. Veremos cómo sigue la cosa.