Reseña: Bloodline, temporada final

(Para leer las reseñas anteriores: temp. 1 y temp. 2)

Advertimos que el artículo está repleto de SPOILERS.

Como chiste, aunque algo de cierto tiene (todos los buenos chistes tienen algo de verdad), vengo diciendo que esta reseña es para cuatro personas. Mi hermano -el director de la revista- mi hermana, mi madre, y mi pareja. Porque el mayor defecto de “Bloodline” es que jamás encontró a su público, que existe, pero esta viendo cualquier otra huevada. Por eso el verbo “encontró”. En algún lado esta(ba). Como otras series de Netflix, para otros paladares no tan glotones, “Bloodline” terminó. Lo agradable es que, a diferencia de las cadenas de televisión, Netflix permite que sus producciones originales tengan finales dignos. El de Bloodline, aunque algo estirado, fue dignisimo.

La Herencia

Hay un hilo conductor en “Bloodline” marcado por los revulsivos. Los personajes que llegan a la posada Rayburn a destrozar la precaria armonia familiar. En la temporada ,1 el disruptor, fue Danny (Ben Mendelsohn), el hermano mayor de los Rayburn. Y el final de la temporada, con el asesinato de Danny en manos de su hermano John (Kyle Chandler). En la segunda temporada, con la carrera política de John despegando, aparece el hijo adolescente de Danny, Nolan (Owen Teague, que tambien interpreta a Danny joven y es impecable como le copia los gestos) y Ozzy Delveccio (John Leguizamo), que continuan sus trapisondas en la tercera temporada, donde se suma con mucha mas fuerza el personaje interpretado por Beau Bridges, el magnate local Roy Bridget.

Estos revulsivos, con mayor o menor éxito, generan que los diferentes sobrevivientes del clan Rayburn se movilicen. John, el policia, la piedra angular, con inteligencia emocional. Kevin (Leo Butz), volviéndose loco y haciendo todo mal amparado en su pobre autoestima. Meg (Linda Cardellini), ambivalente, nerviosa, esquivando su estudio de la ley y finalmente poniéndose en pedo. Sally (Sissy Spacek), la matriarca, haciéndose la boluda y dejando todo en manos de sus hijos a los que finalmente deshereda.

El conflicto de la temporada 3 nos encuentra luego de la noche en que Kevin asesina a Marco (Enrique Murciano) con John subiendose a un autobus para escapar del universo Rayburn. Meg y Kevin le revelan absolutamente todo a Sally que, en un movimiento de ajedrez, decide nuevamente que la imagen de la familia es mas importante, y pide ayuda a Roy Gilbert para encubrir todo. El chivo expiatorio es perfecto: el estúpido Eric O’Bannon (Jamie McShane). Todo cierra tan bien. Tirar a Eric debajo de las vias del tren también es parte de la herencia. Algún alma confundida puede pensar que el delincuente menor del condado es culpable de lo que le sucedió a Danny en la vida. Ser un inutil. Ser una vergüenza.

Es una condena

La temporada, de solo diez capítulos, se siente alargada. Hay varios capítulos que disfrutan de demasiados tiempos muertos. “Bloodline” siempre se sostuvo en la creación del ambiente. El entorno de Florida, un paraiso para relajarse, hace un contraste –buscado- con lo que sucede en el interior. Sin embargo, en esta tercera y última temporada, este ambiente suena algo imposible. El guión busca que creamos que John es una persona de ira tan fría que es incapaz de explotar jamás. Y asi sucede. O no sucede para ser exactos. John, atenazado desde todos los frentes, no explota nunca. Peleado con su familia natural (a la que en definitiva le ha resuelto los problemas desde la “Parte 1” hasta la “Parte 33”); separado de su mujer Diana (Jacinta Barret); sospechado en el trabajo por su jefe, el sheriff Aguirre (David Zayas); carcomido por el recuerdo fantasmal de Danny que se le aparece para decirle que tiene que hacer las paces con el universo y revelar la verdad de todo. Es objetivamente imposible que John no estalle. Y aún asi, los guionistas nos privan de esta satisfacción porque entienden que va en contra de la naturaleza del personaje. Seguramente tienen razón. Pero la serie fue nombrada “la sucesora de Breaking Bad” porque durante dos temporadas sugirió que hacia allá iba. Y nada así termina sucediendo.

Y en ese sentido, tal vez “Bloodline” (aunque sale perdiendo logicamente) es un poco mas realista que “Breaking Bad”. En los Cayos de Florida, hacer mal las cosas tiene consecuencias de todo tipo: legales, morales, personales, vinculares.  El asesinato de Danny en la primera temporada, una solución momentanea para un problema real, apareja cientos de dramas posteriores los cuales los mas importantes, son los mentales. Nadie puede vivir con lo hecho. Menos que menos John, que en la temporada final se hace cargo definitivamente del protagonismo y lo vemos descender a un infierno personal del cual solo va a salir en el último frame de la serie cuando se encuentre con el hijo de Danny y, esperadamente, le cuente todo. Digo esperadamente porque esa es la última imagen que nos regala la serie, John Rayburn caminando por el pequeño muelle personal a hablar con Nolan. Un final tan abierto como los de otras grandes series de los últimos tiempos.

Conclusión

No me detuve en discutir fotografias, actuaciones, direcciones o soundtracks porque se ha detallado extensamente en las reseñas anteriores (ver los links). Quizás mi mayor crítica es que, como a numerosos productos Netflix, le sobran algunos capítulos donde la instropección se torna demasiado pesada y no da lugar a resolver algunos subplots o a resolverlos pobremente (ver “Ozzy Delveccio y su delirio místico” y “Roy Gilbert”). Claramente hubo una decisión artística en algún punto de generar en la última temporada una serie de misterios que, en lo personal, me sonaron demasiado fuera de tono con lo que estaba proponiendo la serie que se caracterizó por su honesta lentitud. El error no se corrige nunca por el foco en John y termina bajándole unos puntos a la calificación general.

“Bloodline” no es una serie muy “Netflix”. No requiere que se bingee, he incluso, hacerlo, puede generar un poco de tedio por momentos por como se cuecen las habas. Es mejor disfrutarla moderadamente. Y dado que son solamente tres temporadas, se puede ver de principio a fin en el transcurso de un par de semanas. No se van a arrepentir. Se los digo a ustedes cuatro que estan leyendo la reseña. ¡Hola viejita!